Betis
Llegar sin carburante
Igual que supo poner el coche a 180 cuando llevaba el depósito repleto, Pellegrini ha logrado sacar rédito al motor cuando ya apenas ha quedado gasolina

El Betis está sin gasolina. El derbi del domingo en Nervión no ha hecho más que certificar ese extremo que se venía atisbando desde hacía ya jornadas pero del que ahora hay evidencias prácticamente palpables, Al equipo verdiblanco se le ha hecho larga la temporada ... y llega al final de la misma con escasas fuerzas, síntomas obvios de agotamiento y, lo que es peor, mentalmente exhausto tras dos años y medio de máxima exigencia. Si el rendimiento depende también en buena medida del ánimo de la plantilla y su motivación, debe colegirse que de ambas cosas no queda mucho en la reserva y que se buscan las vacaciones de verano como un oasis que se acerca. La fluidez en el fútbol albiverde ha ido perdiendo grados y en el duelo de rivalidad local el mejor resumen de ello fue la estadística de los disparos a la portería sevillista: ninguno. Los jugadores que tienen encomendado crear, construir, llegar al área contraria y anotar goles llevan semanas, incluso meses, por debajo de su nivel en casi todos los casos si se hace excepción, quizás, del canario Ayoze Pérez, que llegó en enero y tiene menos 'carga' en las piernas y en la cabeza.
Ante esa tesitura decadente, sin reparos, ha vuelto a emerger -aunque en realidad nunca se había sumergido del todo- la figura del entrenador. Manuel Pellegrini ha sabido manejar al grupo y sacarle todo el fruto que se podía en una coyuntura adversa, porque lo ha sido. Con tacto, rotaciones, equilibrio en el mensaje y capacidad para reclamar intensidad y mantener la competitividad todo lo que cabía, el preparador es el gran artífice de que el Betis no se haya descolgado del todo en este tramo definitivo de la competición. Porque por juego y por frescura, lo lógico hubiera sido despeñarse de los puestos altos y acabar a la mitad de tabla como máximo. Igual que supo poner el coche a 180 kilómetros por hora cuando llevaba el depósito repleto, durante 2022, Pellegrini ha logrado de marzo hasta aquí sacar rédito al motor cuando ya apenas ha quedado gasolina. Lo que viene a recalcar, una vez más, la veterana maestría del piloto, curtido en mil carreras con circunstancias de todo tipo a las que adaptarse. El técnico chileno ha demostrado una versatilidad a prueba de bombas hasta en una campaña en la que se le ha rebajado calidad y prestaciones al plantel. Sin discusión. Hay menos centrales; se ha empeorado en los laterales, con la venta en enero de uno de sus mayores puntales de juego, Alex Moreno; se ha sufrido la notabilísima ausencia de la estrella del equipo, Fekir, por una desgraciada lesión; uno de los grandes argumentos del año pasado, Juanmi, estuvo hasta diciembre en el dique seco tras romperse el tobillo y operarse; y se ha producido una bajada de nivel llamativa de varios de sus principales baluartes ofensivos, especialmente de Carvalho, Canales y Borja Iglesias. Con todo eso, el Ingeniero ha resuelto un sudoku tirando de sabiduría y de hombres como Aitor, Paul, Rodri, Miranda, Guardado y hasta Montoya, por los que pocos hubieran apostado pero que han resuelto la papeleta de manera más que digna. Tanto que el club va a terminar de nuevo en puesto europeo logrando un hito jamás conseguido en la dilatada historia verdiblanca, el de los tres años consecutivos clasificándose para un torneo continental. Con poco retales, bastante riesgo y mucho esfuerzo, el Betis va a llegar a la meta que le corresponde, la de estar entre los seis mejores equipos de España en el campeonato liguero y sostenerse en una zona noble en la que ya transita como inquilino habitual. Y eso, créanme, es mucho. Fustigarse pensando en una plaza para la Liga de Campeones es tan frustrante como poco realista a tenor de la plantilla, del presupuesto y, de manera intensa, las circunstancias que han envuelto una campaña extraña, con parón mundialista y dos pretemporadas incluidas. Y siendo así, los de Heliópolis han podido sostenerse y aguantar con las ruedas girando hasta el último momento pese a la escasez de combustible y la menor brillantez de su fútbol. Eso es madurar. Y madurar siempre es crecer, incluso cuando la apariencia no es esa. Se ha llegado sin carburante, pero se ha llegado.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete