Que la decepción no sea una segunda derrota
«Al Betis le faltó la mentalidad de equipo grande que demandaba Pellegrini, y al menos los jugadores pudieron entenderlo en la segunda parte como proceso de maduración»

Podremos estar de acuerdo en que este era el partido que, puestos a escoger, muchos habríamos preferido perder de los tres que había que jugar esta semana, ya que los otros dos, ante el Zenit y el Rayo, no admitirían enmienda en el caso de ... derrota. No sé usted, pero yo elegiría siempre seguir adelante en la Europa League y lograr el pase a la final de la Copa del Rey que ganar o no perder un derbi, y si el próximo jueves todo sale como deseamos y el Betis supera la vuelta de la semifinal copera, pues podremos decir que los objetivos principales se habrán conseguido.
Pero duele. El consuelo lógico no es en este caso consuelo emocional. Duele perder el derbi, siempre, y más cuando queda este regusto amargo que hoy tenemos todos los béticos por no haber visto en el campo del eterno rival lo que esperábamos de nuestro equipo. Y una vez más diré por delante que respeto todas las opiniones y que por supuesto que puedo entender a quien piense que el papel del conjunto de Pellegrini fue digno e incluso suficiente en este derbi, pero yo no tengo esa misma opinión. No estoy conforme y creo, con toda franqueza, que el partido del conjunto blanquiverde fue, en líneas generales, decepcionante, y con una primera parte realmente mala. Escribí en mi artículo previo a este duelo que no esperaba debilidad sensible del Sevilla por las bajas que sumaba, muchas y relevantes, pero sí que me parecía que podía ser favorable para el Betis el exceso de motivación que pudieran tener los de Lopetegui por la sed de venganza que transmitía su entorno. Estaba seguro de que el Sevilla saldría a competir pasado de agresividad y así fue. Tal cual. Pero el Betis no tuvo respuesta rápida. Sorprendentemente no estaba preparado para esa hostilidad previsible. Fue desbordado por la fiereza del eterno rival y no dio pie con bola en toda la primera mitad. Lo perdió todo. El choque, el balón dividido, la segunda jugada… Todo. Y fueron 45 minutos de suplicio que terminaron con un dos a cero en el marcador perfectamente congruente con lo sucedido sobre el terreno de juego.
No a las excusas
No me agarro a hechos concretos. No me gustan las excusas. Por un lado, no tengo claro que Claudio Bravo cometiera penalti en la jugada que dio lugar al uno a cero, y por otro me parece evidente que Acuña, que es un magnífico jugador, debió ser expulsado por la durísima entrada que realizó contra Nabil Fekir, y que definitivamente sacó al francés del partido después de una persecución impune desde el pitido inicial que estoy seguro de que no buscaba lesionar a la estrella bética, pero sí amedrentarle por la vía dura. «Es que Víctor Ruiz…» Sí, creo que Víctor Ruiz debió ver la roja por su entrada de la semana anterior, pero que el árbitro se equivocara ese día al no mandar a la caseta al central bético no es razón para que Del Cerro Grande dejara sobre el campo al lateral sevillista. Aun viendo así las cosas, opinando que el equipo arbitral cometió dos errores de bulto que perjudicaron de manera determinante al Betis, también creo que el bloque de Manuel Pellegrini no puede parapetarse en estas razones porque jugó demasiado mal, ni se acercó al área sevillista y cometió fallos clamorosos e inadmisibles en defensa en las jugadas de los dos goles locales, de los que normalmente pasan factura en esta categoría y más aún cuando uno tiene enfrente a un equipo con la calidad individual que tiene el Sevilla.
La segunda parte fue otra cosa, sí. Afortunadamente. El Betis tuvo mucho más el balón, lo circuló, se asentó en el campo del rival y creó algunas ocasiones hasta que hizo su gol en el tiempo añadido con ese golpe franco magistral de Canales. No es que arrasara al Sevilla ni desplegara un fútbol deslumbrante, pero sí que fue mejor que el cuadro local durante buena parte de esta fase del partido y esto evitó el ridículo que todos temíamos en el descanso. No sirvió para igualar el marcador pero sí al menos para impedir una derrota mayor y sobre todo la humillación que habría significado dar continuidad al despropósito de la primera mitad.
Muy probablemente hoy leeremos en algunas crónicas que este derbi tuvo un tiempo para cada equipo, topicazo futbolero que no negaré en esta ocasión pero que no sirve realmente para explicar lo que pasó en el conjunto del partido, ya que no fue parecido el dominio sevillista del primer tiempo al que ejerció el Betis en el segundo. Creo que siempre es buena y útil la autocrítica, ya lo he escrito otras veces, y me parece que hacerse trampas al solitario en los análisis sólo conduce a replicar errores. Vistos los enfrentamientos ligueros y coperos, y mal que me pese, tengo que reconocer que el Sevilla sigue siendo un poco mejor equipo que el Betis, aunque no sea capaz de desplegar un fútbol tan vistoso como el que muchas veces sí hace el cuadro verdiblanco. No pasa nada. El Betis es un equipo en construcción y podría decir que inmaduro. Lo mejor está por venir, no tengo duda. Pero sí es verdad que esperaba de su parte una disposición diferente en esta ocasión, que enseñara más la patita y que tuviera más personalidad para poder torear con más finura la desenfrenada agresividad, que no intensidad, sevillista. Me quedé con las ganas de ver ese paso adelante que pensaba que el equipo estaba listo para dar, y ahora nos preguntamos si aquí está el tope de este plantel para esta temporada o si todavía hay margen de mejora para resultar más competitivo a corto plazo en los duelos con los rivales más fuertes.
La mentalidad es clave
Quería Pellegrini mentalidad de equipo grande y escribí en la previa que no se debía entender esto sólo como una fortaleza anímica previa a los partidos sino posterior a las derrotas. Creo, con toda honestidad, que el Betis no compareció en el Sánchez-Pizjuán con esa mentalidad que demandaba su entrenador, y de ahí mi decepción. Sin embargo, queda por ver cómo encaja el equipo esta derrota dolorosa con la que le pierde la matrícula al eterno rival y ve cómo se le echa encima el Barcelona. Ya en otros momentos de la temporada el equipo se ha levantado con mucha fuerza de algunas caídas, y sería magnífico que así sucediera de nuevo porque ahora la presión es muy distinta, y de hecho es mucho mayor, por lo que el valor de la reacción sería otro y podría reflejar que esa mentalidad de la que hablaba el Ingeniero no está tan lejos de instalarse en la caseta bética como pudiera parecer a la vista del rendimiento del equipo en este derbi tan esperado.
Hoy nos queda la decepcionante sensación a los de fuera de que quizá el Betis no sea tanto como ha parecido otros días y muchos creían, pero es posible que en el vestuario la impresión sea que en la segunda parte de este derbi pudieron sentir que la diferencia con el eterno rival no es tanta, y que probablemente sólo sea de mentalidad. Y entonces igual a esta derrota tengan que agradecerse futuras victorias. Yo me entiendo. ¿Y usted? Hoy heridos, pero que nadie se equivoque: ahí estamos. Viva el Betis.
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