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caso ere

La juez Mercedes Alaya no hace más que recibir la callada por respuesta

Nadie quiere declarar ante la instructora de los ERE; unos temen meter la pata, otros consideran que la juez es incompetente o creen que los manipulan

La juez Mercedes Alaya no hace más que recibir la callada por respuesta josé galiana

mercedes benítez

Si hubo un tiempo en que las declaraciones del caso ERE se prolongaban hasta las tantas de la madrugada porque todos los imputados respondían a los minuciosos interrogatorios de la juez Mercedes Alaya , lo que prima desde hace meses es que la mayoría de los citados se nieguen a declarar . Vamos, que se acojan a su derecho y no contesten. Como, de hecho, está ocurriendo esta semana con la ronda de interrogatorios que la juez ha emprendido con los miembros del consejo rector de IDEA. Ni siquiera el exdirector de Trabajo, Francisco Javier Guerrero , uno de los que más se prodigaba en sus declaraciones, que más juego daba para los titulares y que incluso gastaba bromas a la magistrada, ha declarado esta vez . Todos han preferido el silencio . Si acaso, algunos contestan al cuestionario de su propia defensa.

Pero ¿qué está pasando para que nadie quiera declarar ante la megajuez?. ¿Es una estrategia conjunta de las defensas?, ¿O es simplemente que tienen miedo a Alaya?

En principio no hay estrategia conjunta, algo que, por otra parte sería complicado, si se tiene en cuenta que habría que poner de acuerdo a más de 180 letrados (tantos como imputados hay ya en la macrocausa). Pero sí es verdad que, cuando se pregunta a los profesionales que asisten a los imputados, casi todos lo tienen claro: en un caso como éste es mejor no declarar . Y eso que muchas veces no es tan fácil concienciar a un cliente convencido de su inocencia y que quiere contar su verdad de que es mejor callarse.

«Ningún cliente mío declarará jamás ante la instructora . Si acaso lo hará en el juicio», decía uno de esos abogados. La teoría que tienen algunos es que, dado lo persuasivo de los interrogatorios de Alaya , que pregunta, repregunta e incluso se enoja y reprende a los interrogados cuando no le dan la respuesta que busca, es mejor no hablar. Sobre todo, porque así no meten la pata y pueden salir peor de lo que entraron en el despacho de la juez. Como aquel imputado que entró con un par de delitos y salió con un total de once a sus espaldas . «Nadie declara porque es un suicidio», dice otro abogado.

Luego, hay otros que últimamente se niegan a hablar porque comparten la teoría de la Fiscalía Anticorrupción. Esto es, que consideran que la instrucción está agotada en el juzgado que regenta Mercedes Alaya, y creen , por tanto, que la juez es incompetente para preguntarles porque el caso debería estar ya en el Tribunal Supremo. Con ello matan dos pájaros de un tiro. No contestan a la juez y, a la vez, aumentan la presión que desde hace semanas lleva ejerciendo el Ministerio Público sobre ésta para que envíe el caso al Alto Tribunal.

Y también los hay que consideran que no deben hablar porque luego se tergiversan sus palabras o el acta de la comparecencia no recoge con exactitud lo dicho por el interrogado. Sin ir más lejos, esta misma semana uno de los exdirectores de IDEA imputado se negaba a ratificar su anterior comparecencia ante la Guardia Civil con un único argumento: lo recogido en el acta había sido sacado de contexto y no se correspondía con lo que él había dicho. El caso es que corren tiempos de silencio en el caso de los ERE .

La juez Mercedes Alaya no hace más que recibir la callada por respuesta

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