El alga asiática sigue extendiéndose y hunde la pesca artesanal en el Estrecho
El año 2015, cuando fue identificada, las temperaturas del mar batieron récords
El alga asiática invasora no da tregua en el Estrecho de Gibraltar

En el Estrecho de Gibraltar la subida de la temperatura del agua del mar también preocupa y se la relaciona con la brutal expansión del alga asiática 'Rugulopteryx okamurae', que tiene prácticamente alfombrado los fondos marinos y que ha desplazado a especies ... autóctonas.
A los estragos que está ocasionando en el ecosistema marino y el turismo se suman las graves pérdidas que está suponiendo para el sector pesquero. Las redes se llenan de algas y especies de la zona se están desplazando a otras.
José Manuel Dávila es presidente de la Federación Nacional de Pesca Artesanal (Fenapa) y de la Asociación de Armadores de Barbate (Cádiz). «Esto se está convirtiendo en un desierto por culpa del alga invasora», denuncia.
Según un estudio que han presentado las cofradías de pescadores al Ministerio para la Transición Ecológica, desde 2015, cuando el alga comenzó a ser detectada en el Estrecho, hasta 2020, la extracción en pesca artesanal en especies tradicionales se ha reducido un 90 por ciento y las ventas han caído un 70 por ciento por culpa de esta especie. «Es catastrófico lo que está causando el alga asiática en la pesca artesanal», añade.
José Carlos García Gómez es catedrático de Biología Marina de la Universidad de Sevilla y lidera un estudio sobre esta especie invasora. Según la Red de Información Ambiental de Andalucía (Reiam), que recoge datos de medición en aguas superficiales de Andalucía desde el año 2000 a 2020, el pico más alto se dio en julio de 2015, con cerca de 28 grados de temperatura. 2015 fue el año en el que el alga fue identificada esta especie «y entró por la puerta grande. Aquello fue brutal en el Estrecho», asegura. Ese año, las temperaturas medias anuales de dicha serie histórica también marcaron récord: más de 23 grados.
«La ciencia necesita más pruebas para establecer una relación causa-efecto entre la aparición del alga invasora en el Estrecho y el pico de temperatura de 2015, pero fue mucha casualidad y ocurrió. Es un hecho. Lo que sí sabemos es que la subida de la temperatura global ha afectado mucho a la intrusión del alga invasora, que es muy competitiva y que está desplazando a muchas especies de la flora y fauna nativas, por lo que está haciendo un daño ecosistémico del que no tengo conocimiento se haya producido jamás en el Estrecho de Gibraltar en nuestra época reciente», asegura este científico.
En 2016 sin embargo se produjo una disminución considerable de la temperatura del agua del mar. Así, el pico máximo ese año fue de 26 grados y el promedio, de menos 23 grados. En 2020, último año de medición disponible en dicha serie, el pico máximo superó ligeramente los 27 grados y el promedio mensual fue de 23.
«Las temperaturas de 2015 no se han superado desde entonces. A partir de ahí ha habido una bajada y una estabilización. Eso sí, faltan las mediciones de 2021 y de este 2022. El año pasado fue atípico, con el invierno más frío de los últimos años, recordemos el temporal Filomena, y 2022 está siendo especialmente caluroso. Tengo mucho interés por tanto en ver los resultados de estos dos últimos años», asegura este científico.
En periodo interglaciar
García Gómez nos aproxima a unos datos que nos permiten contextualizar lo que está ocurriendo: «Desde hace 2,5 millones de años hasta ahora, en el planeta hemos tenido seis periodos glaciares alternantes con periodos interglaciares, y en eso no ha tenido nada que ver la mano del hombre. El hombre, cuando ha empezado a hacer daño de verdad al medio ambiente, ha sido hace 300 años con la revolución industrial. Por tanto, el hombre desde entonces está contribuyendo a apretar el acelerador pero estamos en un proceso claramente interglaciar de subida natural de las temperaturas en el planeta. Eso sí, estamos echándole más gasolina al fuego y acelerando el proceso».
Esta subida de temperaturas está provocando además cambios en especies marinas de interés comercial en el Estrecho, como el boquerón, la sardina, el jurel o la caballa, que ahora se están pescando más que nunca en el Atlántico Norte. «Estas especies se desplazan a otras zonas más frías por el calentamiento del agua. Eso está ocurriendo», apunta.
Y la pregunta es obligada: ¿Hay solución? ¿Podemos hacer algo? Este científico es contundente: A corto plazo no. «Hay modelos que te fijan en un metro y otros en tres metros lo que va a subir el nivel del mar a final del siglo por el cambio climático. No quiero ser un catastrofista pero sí invocar el famoso principio de precaución de la Unión Europea: si te pones en lo peor traerás lo mejor para todos. Esto hace que nos pongamos a trabajar con tiempo para prepararnos ante el peor de los escenarios. Si al final lo peor no sucede, nos hemos adelantado de verdad a la jugada y hemos tomado medidas con tiempo suficiente», asegura.
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