Petaqueros: la nueva ocupación de los aprendices de narco en el Campo de Gibraltar
Casi siempre menores de edad, se encargan de suministrar combustible y víveres a las tripulaciones de las narcolanchas, que tras el real decreto que las prohíbe, deben aguardar en alta mar para evitar que sean interceptadas e intervenidas

Las organizaciones de narcotraficantes se reinventan ante la presión policial. Llevan haciéndolo desde que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad iniciaron una lucha sin tregua hace ya más de dos años que recibió un gran espaldarazo con el Plan de Seguridad del ... Campo de Gibraltar.
Estas redes criminales del Campo de Gibraltar han establecido alianzas con las de otras provincias limítrofes para eludir la presión policial, se han organizado a modo de cooperativas y siguen ingeniándoselas para introducir grandes cantidades de hachís procedentes de Marruecos en la Península.
A finales de octubre de 2018, el Gobierno aprobó un real decreto que prohíbe las narcolanchas, que desde entonces son consideradas género prohibido y que cuando son interceptadas , son intervenidas, vayan o no cargadas de hachís o tabaco. Estas potentes embarcaciones son además destruidas, lo que ha terminado con el círculo vicioso que se venía dando: eran subastadas y volvían a manos de estas organizaciones criminales .
Esta prohibición los ha obligado a cambiar su operativa. Las tripulaciones de las narcolanchas aguardan ahora durante días en alta mar para evitar ser interceptadas en la costa. Ello hace que necesiten combustible, víveres y cambio de tripulantes, así como mecánicos en el caso de que surjan problemas en la embarcación .
Para hacerlo posible, las organizaciones de narcotraficantes deben contar con una logística rápida y eficaz . Se valen de embarcaciones auxiliares o recreativas para hacer llegar lo que necesitan a las narcolanchas. Esa necesidad ha hecho que surja una nueva ocupación. Son los llamados «petaqueros», personas que se encargan de transportar las petacas de combustible y los víveres de los lugares donde son almacenados hasta las embarcaciones auxiliares, que a su vez los harán llegar a las narcolanchas.
Los narcotraficantes cuentan ya con una legión de petaqueros, en su mayoría adolescentes, que se encargan de estas tareas. Juan -nombre ficticio para proteger su identidad - es un agente de la Guardia Civil que conoce muy bien lo que está ocurriendo. Lleva dos décadas combatiendo en primera línea el narcotráfico y el contrabando en el Campo de Gibraltar y ha sido agredido en dos ocasiones, la última hace sólo una semana, cuando fue embestido por un conductor en San Roque tras frustrar una operación de trasvase de combustible en una playa de este término municipal.
«Son siempre gente muy joven, en la mayoría de los casos hablamos de menores de edad, de entre 14 y 16 años . Las organizaciones almacenan la gasolina en petacas en naves, garajes o casas ocupadas, en muchos casos cerca de los puertos como el de La Atuanara en La Línea o Puerto La Duquesa, en Manilva ; o bien junto a los ríos Guadiaro y Guadarranque. Los petaqueros las sacan de allí, las meten en furgonetas y las llevan hasta la orilla o al mismo puerto a embarcaciones legales atracadas allí. Las descargan muy rápidamente», explica.
Pero se encargan también de llevar víveres, que guardan en unos bidones. La actividad es constante. «Esto es diario. En una de las últimas intervenciones que hemos hecho llevaban agua, bocadillos, termos de café y sopa, así como ropa para que la tripulación se cambiara. Hay que tener en cuenta que los tripulantes de las narcolanchas tienen que estar en alta mar varios días », asegura.
Los petaqueros se comunican entre sí por grupos de Whatsapp y Telegram integrados por más de 30 miembros y están bajo la orden directa de un cabecilla de grupo que les dicta las instrucciones a seguir en cada operación y los coordina. Son llevados a las playas o puertos en varios vehículos y les advierten de la presencia policial con la red de «puntos» con la que cuenta la organización . En muchos casos, los petaqueros hacen también funciones de «puntos», dependiendo de la necesidad de cada momento.
En cada desembarco pueden llegar a actuar hasta 30 petaqueros, dependiendo del número de petacas que muevan . Es preciso hacer el trabajo muy rápido y pueden ser agresivos cuando son descubiertos. «Si tienen que tirar para adelante lo hacen, yo lo he sufrido en dos ocasiones», indica este guardia civil.
Cada petaca tiene una capacidad de 30 litros de gasolina pero sólo las llenan hasta los 25. Otra fuente de la Guardia Civil asegura que tiene su explicación: «si están llenas puede verterse combustible cuando lo introducen en los motores de las narcolanchas y producirse un incendio. El que no estén llenas evita que pueda ocurrir y que la carga se realice con menos riesgo».
Los petaqueros cobran entre 100 y 200 euros por servicio . Es menos que lo ganan cuando hay droga de por medio, ya que si los pillan con hachís incurren en delito y con la gasolina sólo en una infracción administrativa que conlleva una multa muy baja, algo que desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y la plataforma «Por tu seguridad, por la de todos», se pide que se cambie para endurecer las penas, ya que se trata de una actividad fundamental para el narcotráfico. «Cuando se les impone una multa, o la pagan los padres si son menores o se declaran insolventes. Estamos intentando que esto sea considerado un delito y forma parte del narcotráfico», indica Francisco Mena, portavoz de dicha plataforma.
Futuros narcos y gasolineras
Estos jóvenes aspiran a ser narcotraficantes, a subir escalones dentro de la organización. Es algo que se ha visto en el Campo de Gibraltar con el contrabando de tabaco , que ha sido la escuela y la cantera del narcotráfico en la zona. «Estas organizaciones están usando a gente muy joven y es algo que nos preocupa mucho. El menor que está en ese entorno es su caldo de cultivo y luego aspira a más en la organización. Éste es sólo el primer paso», apunta Mena.
Pero además, el papel que están jugando algunas gasolineras también preocupa. La Policía Local de La Línea ha alertado del incremento en el último mes de la venta de combustible por parte de estaciones de servicios de la zona en transacciones protagonizadas por usuarios cuyo destino es supuestamente el abastecimiento de narcolanchas. En el último mes, ha intervenido 3.100 litros en varias operaciones.
Por ello, recuerda que la normativa impide la venta para el transporte particular de más de 60 litros de combustible, que debe ir en recipientes homologados y no en petacas de plástico para garantizar la sujeción y evitar filtraciones, y advierte a las gasolineras que el incumplimiento conlleva infracciones graves. Mena va más allá y advierte que esto puede ser considerado colaboración necesaria para el narcotráfico. «No pueden mirar para otro lado», añade.
En las gasolineras de algunos puertos deportivos y pesqueros también se ha detectado esta práctica, según fuentes del Instituto Armado.
El agente de la Guardia Civil con el que ha hablado ABC va más allá: « Algunas gasolineras, no todas , evidentemente, son negocios de estas organizaciones. Están a nombre de terceros y además de servirles para blanquear dinero, les suministra el combustible necesario».
Mena, por su parte, cuenta que además, para evitar problemas, estas organizaciones utilizan a estos jóvenes, que van varias veces y a diferentes gasolineras para llenar una sola petaca en cada ocasión.
Un polvorín
Esta nueva situación ha generado un problema añadido. El transporte de grandes cantidades de combustible es un riesgo, como también su almacenaje en garajes o viviendas. Son miles de litros de gasolina. Además, cuando las petacas con combustible son intervenidas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, son trasladadas -en vehículos no homologados para ello- a cuarteles y comisarías hasta que una empresa de gestión de residuos las recoge para su eliminación. « Hablamos de miles de litros porque las intervenciones son diarias », indican desde la Guardia Civil. «Cualquier día puede ocurrir una desgracia y nos lamentaremos todos», sentencia Mena.
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