Los niños no deberían ser un estorbo
Oigo quejas de madres porque Renfe acaba de poner en marcha un «AVE silencioso» en el que se prohíbe la entrada de mascotas y niños menores de catorce años. Se pensará que es un martirio tener que compartir vagón con algún niño que llore, o grite, y que puede perturbar el descanso de nuestros batallados mayores.
No me extraña esta decisión. Vivimos en un país en el que parece que los niños sobran. O si no, que se lo pregunten a nuestros políticos, incapaces de legislar a favor de la vida para proteger a las madres y a los hijos concebidos. Tanto en el tren como en la política, se olvida lo más básico: que los hijos son la mayor riqueza y la mejor inversión para el próximo futuro y que el aborto, al atentar contra la vida humana en su inicio, es también una agresión contra la sociedad misma. Nuestros políticos han optado por la comodidad del AVE.
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