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Galgos, una cruel carrera por la vida

Las protectoras vinculan el maltrato de galgos con los cazadores y éstos se consideran víctimas de los verdugos de este animal

Galgos, una cruel carrera por la vida f.a.g.

POR DAVID JURADO

Cuando alguien pisa un excremento canino no puede llegar a la conclusión de que todos los propietarios de mascotas son unos incívicos y que sus animales deberían acabar en la perrera, con una inyección letal. Cuando una persona lleva un galgo al campo, le ata una cuerda al cuello y lo ahorca no debería vincularse esta acción con los cazadores. «Pero se hace, y nos hace un daño enorme a quienes amamos a este animal». Así lo explica el vicepresidente de la Federación Andaluza de Galgos, Antonio Raya, quien considera injusta la mala imagen «que unos criminales» proyectan sobre la cacería. Es más, los galgueros se consideran víctimas de los daños colaterales de estos maltratadores. «Nosotros somos los primeros que queremos al galgo, nos volcamos con él, salimos al campo, lo críamos, cuidamos y pasamos mucho tiempo con ellos. El que tiene galgos les coge cariño», sentencia.

La fisonomía del galgo contribuye a demonizar al cazador. «Las protectoras de animales juegan con la imagen impactante del galgo desnutrido», mantiene Raya.

Entonces, ¿quién está detrás de estas acciones? Porque la realidad, indepedientemente de las cifras, existe. La Federación Española de Galgos solicitó un informe al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil sobre las denuncias oficiales de abandono, maltrato y robo de perros en España en 2013. Este informe refleja que del total de canes abandonados, el 13 por ciento eran galgos. Sobre las denuncias por muertes o palizas, el 5 por ciento (7) eran de esta raza. Y hay un dato que no puede pasar desapercibido: Del total de perros robados, el 50,8 por ciento fueron galgos.

Con estas cifras se puede dar una respuesta a la pregunta anterior. Detrás del maltrato no suele estar el dueño, sino el ladrón, «el furtivo, el que no se preocupa de tener unas instalaciones, de alimentarlos, ponerles las vacunas... pero que le gusta salir al campo, a los cotos que no paga y cazar», reconoce un propietario de galgos que prefiere mantener su anonimato. Cuando ha disfrutado de ellos, un tiro o cuatro metros de cuerda hacen el resto.

«No creo que haya un mercado negro, ya que el galgo tiene un valor de 200 a 300 euros», señala el directivo de la federación de galgos. Además, tampoco cree que se roben para competir. La carrera de galgos está considerada como Especialidad Deportiva No Olímpica. «Incluso los campeones tienen poco valor en el mercado, unos 2.000 euros, y hoy en día, con el ADN no sirve de nada robarlos», señala Antonio Raya.

Entregas en la perrera

Otro dato que apunta a los furtivos como los verdugos de este animal es que cuando los abandonan están desorientados, no sabe a dónde ir, puesto que los amantes de lo ajeno se asegurán de robar bastante lejos para que nadie pueda reconocerlos.

Los galgueros no tienen la costumbre de dejarlos en la cuneta. Las cifras del departamento de Control Animal de Sadeco así lo confirman. En el último año han tenido entrada 90 ejemplares, de los que 66 fueron entregados por sus dueños, bien para su sacrificio por tener más de 10 años o con enfermedades. La entrega en las perreras es gratuita y la mayoría de municipios cordobeses tienen servicio de recogida.

Hubo 18 animales que fueron encontrados en la calle y a través del microchip se avisó al dueño, que los rescató y llevó a casa. Sólo hubo 6 galgos que se recogieron abandonados sin microchip y que nadie reclamó.

Robos hasta en Sadeco

Sadeco tampoco se ha salvado de los ladrones. «Hemos sufrido varios robos de galgos», confirman desde la perrera. «Son animales a los que se les puede quitar fácilmente el microchip», lo que no juega a su favor.

El único dato positivo es que «el nivel de sacrificio de estos animales es muy bajo», señalan desde Sadeco. La ONG Galgos del Sur logra que la mayoría de animales con entrada en la perrera municipal tenga una digna jubilación, la mayoría en Alemania o Francia, donde son muy apreciados por su nobleza y adaptación para dar compañía a discapacitados o personas mayores. Otro dato esperanzador: «Cada vez son más las personas que adoptan galgos como mascotas», señalan desde Sadeco.

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