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impacto en el sector

Las ventas de ropa de caza caen un 70 por ciento desde el inicio de la crisis

Las grandes superficies y las marcas blandas ponen la puntilla a los negocios tradicionales, que van cerrando paulatinamente

Las ventas de ropa de caza caen un 70 por ciento desde el inicio de la crisis

r.serrano

En tiempos de crisis se aplica más que nunca aquello de comprar lo necesario más que lo útil. Para cazar, bien sea un conejo o un ciervo, hace falta un arma y la munición. Ningún cazador puede prescindir de estos artículos, aunque sí del resto de complementos que rodean esta práctica, como la ropa o el calzado. De hecho, las ventas de cazadoras, chaquetas, botas, gorros o chubasqueros han caído un 70 por ciento desde el inicio de la crisis en 2008. Así lo confirman a ABC las empresas especializadas en la venta de ropa para cazadores consultadas por ABC.

«En la época de bonanza a la gente le gustaba ir bien arreglada al campo, dedicaba cada año entre un 15 y un 20 por ciento de su presupuesto anual a ropa», señala José Luis Varona, de Armería Varona, uno de los establecimientos familiares referentes en la venta de armas, munición y prendas deportivas. «Ahora, la gente aguanta más su ropa y no la cambia por un capricho como se hacía antes», afirma.

Otra de las consecuencias de la falta de liquidez de los cazadores ha sido el auge de las marcas blandas, que ha mermado la caída de ingresos de los negocios tradicionales, especializados en determinadas prendas, con un catálogo muy espefícico y que trabajan sólo primeras marcas.

Cierre de negocios familiares

Varona indica que un cazador que haya dejado la afición por culpa de la crisis y quiera reincorporarse ahora tendrá que realizar «un gasto medio de 500 ó 600 euros, mientras que si acude a marcas blandas puede hacerlo por 300 euros».

«La gente cambiaba de ropa antes por capricho, ahora la aguanta más»

La crisis también ha provocado que negocios referentes en el sector hayan tenido que echar el cierre. Es el caso de los establecimientos Rachy -especializado en ropa para hombre- y Susan -para mujeres-. Manuel Anaya estaba al frente de ambos y ha sido, según las fuentes consultadas, uno de los empresarios «que más ropa ha vendido en la capital».

Anaya, que ha reconvertido su modelo de negocio y se centra ahora en exclusiva a la confección infantil, señala que en sus últimos años al frente de ambos establecimientos «las ventas fueron decayendo y los pequeños negocios teníamos que sobrevivir».

De hecho, quien mejor ha resistido el envite de la crisis han sido las grandes superficies, que atraen a los cazadores con sus líneas de ropa de marca blanda o que pueden dar facilidades de financiación a sus clientes, como es el caso de El Corte Inglés. El departamento de Caza de estos últimos almacenes en Córdoba es uno de los más importantes de la cadena a nivel nacional dado el elevado número de cotos y de aficionados a esta práctica en la provincia.

Así, no es de extrañar que cuente con una marca propia (Verhunt) tanto en munición como en vestimenta. Fieles a su política de no dar datos ni estadísticas de venta, el hecho es que el stand que cada año monta El Corte Inglés en Intercaza es de los más visitado y el que mayor volumen de negocio genera. De ahí que esta muestra del sector sea el punto de referencia para que los grandes almacenes arranquen su temporada de ventas.

Impacto estético

La crisis también está tras el deterioro de la estética del cazador y el montero. Desde las últimas dos décadas, el gusto por vestir bien ha ido decayendo, aspecto que en los últimos años se ha agravado por la situación económica adversa. «Ahora es normal ver a la gente ir a cazar con zapatillas deportivas o con un polar, que abriga, pero no te protege cuando llueve», señala Varona.

Los abrigos y las botas son los que menos se renuevan

«Hubo una revolución en el sector, una moda por llevar prendas alemanas, como los pantalones cortos por debajo las rodillas y sobre todo por los jerseys», recuerda Anaya. «Antes se elegía la ropa adecuada para cada día de montería, dependiendo de la climatología, por lo que había más variedad de ropa, pero ahora la gente apuesta por prendas multiusos», señala el empresario.

Entre las prendas que menos se renueva por la crisis, los abrigos y las botas son las grandes perjudicadas, afirma el responsable de Amería Varona.

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