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Manuel Gracia, adiós al incombustible
El PSOE prescinde del actual presidente del Parlamento, que ha tenido escaño autonómico desde 1982 y cargo durante 38 años

Había dos cosas inmutables en Andalucía: el escudo de Hércules con los leones y el escaño de Manuel Gracia. Y esto último ya no va a poder ser. El PSOE de Córdoba ha dedicido prescindir en sus listas de uno de los dos diputados andaluces que ha tenido asiento en la sede de la Cámara autonómica desde 1982. En todas y cada uno de las elecciones de la comunidad. El otro es el sevillano José Caballos. Tampoco repetirá.
El caso de Gracia, que ha sido literalmente de todo en la Administración, es uno de esos casos de vida política longeva, que arranca en las postrimerías del franquismo y se ha desarrollado durante todo el periodo democrático. Su último cargo, el de presidente del Parlamento , más formal que de poder real.
Gracia ha demostrado una capacidad de resistencia y adaptación política fuera de toda duda. Incluso cuando los propios fueron laminados, lo que le ha permitido 38 años seguidos de cargos públicos, siempre en listas electorales. Nacido en Peñarroya-Pueblonuevo en 1946, llegó a la política en 1975 (fecha de su alta militante) desde su trabajo docente (es catedrático de instituto) y desde su cargo en UGT, donde llegó a ser máximo responsable del sindicato de Educación.
El hasta ahora parlamentario fue un insigne borbollista (el movimiento renovador del partido) en los 80, aquella facción enfrentada a Alfonso Guerra, y en un ejemplo de supervivencia política mantuvo su carrera política cuando Rodríguez de la Borbolla fue fulminado de la presidencia.
Cuando la Constitución, Manuel Gracia ya estaba allí. Fue senador de las Cortes Constituyentes, desde 1977, y posteriormente diputado en el Congreso hasta 1982, por lo que vivió en primera persona hechos como el golpe de estado.
Tres veces consejero (de Educación, de Presidencia y de Gobernación), e incluso candidato a la Alcaldía de Córdoba en 1991. La lista de Gracia sacó nueve concejales por los 13 de Herminio Trigo y los siete ediles de Rafael Campanero, cabeza de cartel de los populares. En el Parlamento andaluz, fue portavoz socialista y uno de los impulsores de la reforma del Estatuto.
El PSOE acudió a él para apaciguar el PSOE de Sevilla tras la dimisión de José Antonio Viera, en realidad causada por un enfrentamiento directo por las listas con José Antonio Griñán y Susana Díaz al otro lado de la mesa.
Su carrera política podría haber acabado apruptamente en los 90 cuando sucedió el llamado caso Finacom, sobre el nunca probado pago de comisiones por la operación de permuta de los terrenos del viejo Arcángel. Gracia r econoció que se había reunido con la promotora jerezana para la construcción de su vivienda particular pero siempre negó que esta empresa le financiase la construcción. El caso fue archivado.
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