Francisco Javier Gómez, una pica en Silicon Valley

A veces las situaciones en las que parece que se va a acabar el mundo son justo las más propicias para salvarlo, para que la vida se abra paso, para que amanezca. Le ocurrió a Francisco Javier Gómez Gómez, un cordobés de 39 años licenciado en Derecho que se quedó sin trabajo en julio de 2012 después de un proceso más que tenso y hasta traumático con la empresa en la que prestaba sus servicios. «Cuanto más fuerte te dan con más fuerza te levantas: si no te eliminan, toda la experiencia negativa que has tenido te sirve para empezar de nuevo con más ganas que nunca. En esos momentos no hay quien te pare». De modo que este vecino de la avenida de Medina Azahara, este alumno de la Inmaculada, este licenciado en Derecho por la UNED porque en Córdoba no hubo manera de sacar el título por diferencias con un profesor -«a él no le gustaba que llevara coleta», bromea muy en serio- pasó en muy pocos años de verse en el pozo de las listas del paro a pasearse con sus proyectos por Silicon Valley -sí, ese sitio de California- entre la admiración de los presentes en las reuniones de vanguardia tecnológica a las que asistía.

«Flipaban con nosotros. Profesores universitarios de mucho prestigio y reconocimiento nos decían que de dónde habíamos salido, que qué hacíamos en España, que nuestras aplicaciones eran las más disruptivas [rupturistas, innovadoras] de cuantas habían visto en años».

Francisco Javier Gómez confiesa que sintió orgullo cuando el personal del principal laboratorio de ideas tecnologógicas del planeta se rindió, este pasado otoño, ante las posibilidades de PayThunder, la firma que ha creado y que es «una solución única» que alterna un sistema de pago inédito mediante dispositivos móviles con un canal compras ideado para que el usuario reciba ofertas justo en el momento en que lo necesita. «La experiencia fue excitante, inolvidable, porque allí entramos en contacto con empresas de altísimo nivel con las que estamos en ya en tratos, y cito a Google o a Twitter, o al Banco de Santander, con el que ya operamos», indica este emprendedor a quien el periódico «The Wall Street Journal» acaba de dedicarle un reportaje.

¿Y qué se le pasa por la cabeza a un cordobés cuando está en el templo de la creación tecnológica? «La conclusión que uno saca es que no son ni mejores ni peores que nosotros en cuanto a ideas o a empresas, pero que cuentan con la ventaja de que tienen una sociedad dinámica. Aquí somos demasiado tradicionales, ésa es nuestra manera de entender la vida, y eso afecta a los negocios de una forma negativa».

PayThunder es uno de los dos pilares en los que se basa la trayectoria de éxito de Gómez. El otro es Qualica-RD, que ha desarrollado una impresora de tarjetas de PVC para utilizarlas a diario en decenas de actividades -como control de acceso a recintos- y que exporta junto a los consumibles propios en exclusividad. Los Juegos Paralímpicos de Londres de 2012, por ejemplo, usaron esta tecnología.

A quien ha paseado sus proyectos de éxito por el circuito mundial que reconoce a los mejores le duele que Córdoba sea como es. «La mentalidad cordobesa es muy peculiar, ya que tiende a pensar que lo hecho en Córdoba no es bueno y se fía más de lo que está fabricado fuera», argumenta Francisco Javier Gómez.

Porque, a su juicio, talento hay mucho. El empresario se explica: «Hace poco estuve en una conferencia en la Universidad Loyola sobre ideas emprendedoras y me quedé sorprendido de la cantidad de empresas buenas y con ideas que hay, lo que ocurre es que aquí en Córdoba se nos cierran las puertas, aunque es verdad que hemos encontrado alguna ayuda, como por ejemplo la de que nos presta el Ayuntamiento, pues estamos instalados en el Baobab, en el vivero de empresas que gestiona el Instituto Municipal de Desarrollo Económico y Empleo (Imdeec)».