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«El Califato taurino es la mayor aportación de Córdoba al toro»

El catedrático de Veterinaria Rafael Jordano pronuncia el pregón de la Feria

«El Califato taurino es la mayor aportación de Córdoba al toro» valerio merino

pilar García-baquero

«Es para mi un orgullo ser el primer veterinario en pronunciar el vigésimo sexto pregón taurino, después de que Veterinaria llegase a Córdoba en el año 1847 y se encuentre entre las mejores facultades de la UE». Con estas palabras arrancó este lunes su pregón el catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba Rafael Jordano Salinas. El acto estuvo cargado de emoción porque fue su padre, Francisco Jordano Barea, el que dio nombre a la plaza de toros en 1980, defendiendo que se llamara de Los Califas por la herencia de estas figuras al mundo de las corridas.

El pregón, dividido en cinco capítulos, arrancó con una especial mención a la tauromaquia como expresión de la cultura. De cómo la ley 18/2013, por iniciativa popular con el apoyo de 500.000 firmas, la reconocía como patrimonio cultural. En esta misma línea, Jordano hizo un recorrido por las artes que se inspiran en el mundo de los toros, desde la pintura a la escultura, pasando por la literatura o la música, entre otras.

Además, el autor de la ponencia hizo especial mención al papel que le han dado las Reales Academias de las Artes y las Letras al incluir como disciplina más a la tauromaquia. En este caso, destacó que la pionera fue la Real Academia de Córdoba, que en 2007 integró a Enrique Ponce. Como consecuencia, en 2008, la Real Academia de las Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla hizo lo mismo con el diestro Curro Romero. A esto se suma, según relató Jordano, que el Ministerio de Cultura concedi ó la medalla de las Bellas Artes en 2014 a Manuel Benítez de «El Cordobés».

Contra los argumentos animalistas

El tercer capítulo del pregón lo destinó a rebatir los argumentos animalistas o ecologistas. A través de argumentos científicos, «intento demostrar que los toros se pueden considerar en el bando de la ecología, por ejemplo, por la contribución de las ganaderías de lidia a la conservación de la dehesa. Estas tierras están dedicadas a la ganadería brava, y hay que tener en cuenta que cada toro necesita entre una y tres hectáreas». De esta forma, relató Jordano, «tenemos cientos de miles de hectáreas destinadas a la ganadería brava, estarían abandonada si no tuvieran ese fin».

Otro ejemplo que puso fue el de Sierra Morena, donde las ganaderías de lidia ayudan a la conservación del lince ibérico, porque, entre otras cuestiones, el hombre no entra en los cercados de toros bravos. Jordano también abordó la cuestión del estrés y el sufrimiento del toro durante la lidia, pero señaló que se ha medido el grado de cortisol que genera el animal que ha sufrido estrés y demuestran que el toro sufre más en el transporte que en el transcurso de la lidia. Sin ir más lejos, la Universidad Complutense ha medido que a través de las endorfinas que segrega el animal, no que no exista el sufrimiento, pero si que a través de ese mecanismo fisiológico se mitiga. Además, este catedrático de la Facultad de Veterinaria habló de los hitos de la Universidad cordobesa, como el Aula del Toro Bravo, o la asignatura «El toro de lidia», una optativa muy demandada, además de la continua investigación en este campo.

Uno de los trabajos más destacados de la Facultad de Veterinaria ha sido «Claudicación intermitente del ganado de lidia», del año 1977. Una línea de investigación que a día de hoy continúan los profesores Estrella Agüera y Aniceto Méndez.

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