Perfil
ÁLVARO PRIETO, LA HUELLA QUE DEJA UN CHICO NORMAL
El joven cordobés deja en el recuerdo una vida cargada de simpatía, buena trayectoria como estudiante, firme promesa del Córdoba CF y enorme pasión cofrade
Los jóvenes cordobeses, abonados al ida y vuelta en tren para pasar la noche de fiesta en Sevilla
Álvaro Prieto, última hora en directo

Era un chico normal. Muy educado en sus formas, tremendamente alegre, con buena trayectoria como estudiante, gran deportista con la estela de ser una promesa del Córdoba CF, también religioso y enormente cofrade. Una estrella más brilla en el cielo desde el 12 de octubre, ... día de la Hispanidad que se tiñó de luto en Córdoba y Sevilla. Álvaro Prieto López (2005-2023) falleció electrocutado en las inmediaciones de la estación de tren de Santa Justa en su empecinamiento por volver a casa después de haber perdido el tren que tenía previsto después de pasar la noche junto a sus amigos en una discoteca sevillana.
Álvaro sólo tenía 18 años y toda la vida por delante. Era nieto de un conocido empresario de Lugo, uno de los socios de la reputada Transportes Lamela. Precisamente, Rafael Prieto y Julia López, sus padres destrozados por la pérdida del menor de sus hijos, son también lucenses de nacimiento. Sin embargo, llevan más de tres décadas (la mitad de su vida) residiente en Córdoba, desde final de la década de los ochenta.
El padre es empresario del mundo de los servicios de Jardinería (Viveros Santa Marta) y la madre es procuradora de los tribunales de Córdoba. Además, la hermana, Cristina, estudia ICADE actualmente en Chicago, en Estados Unidos. Regresó a España para despedir a su hermano pequeño.
Álvaro Prieto era un estudiante aplicado. Cursaba estudios de Ingeniería Mecánica en la Escuela Politécnica de la Universidad de Córdoba (UCO) en el campus universitario de Rabanales. Su formación educativa la realizó previamente de forma íntegra en el colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, donde fue escalando con éxito todas las etapas de Primaria, Secundaria y Bachilletaro.
«Era muy querido por todos los compañeros, siempre tenía una sonrisa y la adecuada para cada uno de ellos; era educado y respetuoso», explican los alumnos con los que compartió clase. No sólo tenía relación con los compañeros de su centro escolar. También compartía horas de charlas, risas, juegos y sobre todo deporte con «amigos del colegio Ahlzahir», recuerda uno de los padres de un compañero de este centro.
Prieto, como lo llamaban gran parte de sus amigos, se dirigía a su círculo de compañeros con el término de 'nene' principalmente. «Era muy simpático y tenía amigos del cole, de otros centros, del fútbol, del deporte, en la universidad; era un chico muy extrovertido». Ese don de gentes, pese a sus 18 años, se ha notado de forma sobresaliente en la incansable búsqueda en los días que estuvo desaparecido, pero sobre todo en el cariño, respeto y masivos apoyos que han tenido sus padres, tíos y hermana en cada homenaje que ha recibido para despedirlo.



Esa naturalidad que tenía convivió con su lado más religioso, como el resto de la familia. Tenía también una intensa vocación cofrade por este prisma de la fe. Era hermano de la hermandad de la Sentencia de Córdoba, institución a la que también estaba muy ligada su familia, con gran devoción por Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y Nuestra Señora de Gracia y Amparo. «Desde pequeño procesionó como nazareno», apunta otra hermana de la cofradía, cada Lunes Santo en Semana Santa junto a sus titulares con la Mezquita-Catedral como lugar de estación de penitencia de la carrera oficial en los últimos años.
Promesa del Córdoba CF
Pero, Álvaro Prieto, sobre todo, era un gran deportista. Un amante del fútbol especialmente. Un pasión que le inculcó su padre. Su vocación futbolística desde pequeño le llevó a ir creciendo en diferentes clubes cordobeses. Comenzó a jugar desde los cinco años en Los Califas. También estuvo en el Juanín y Diego, la Escuela de Fútbol Paco Pradas y el Don Bosco hasta llegar al primer equipo de la provincia: el Córdoba CF. Cumplía la primera parte de su sueño. Llevaba tres temporadas. Ahora estaba en el juvenil A, que milita en División de Honor, la máxima categoría nacional.
Precisamente, la temporada pasada colaboró en el ascenso del equipo blanquiverde y el retorno a la élite futbolística de su edad. Actuaba como atacante. «Era un jugador veloz, con buena técnica y gran proyección», destaca su último técnico, Pedro López, a través del club. Además, era «corpulento, veloz y con buena técnica», añade. Esta temporada había anotado tres goles en los cuatro partidos que había disputado, uno como titular y tres como suplente. Estaba lesionado en las últimas jornadas. Este fin de semana, la Real Federación Andaluza de Fútbol ha decretado un minuto de silencio en todos los partidos de fútbol y fútbol sala que se jueguen en Andalucía.
Estaba siempre ilusionado con llegar al primer equipo del Córdoba CF, que milita en Primera Federación y especialmente con la posibilidad de debutar y «jugar algún día en El Arcángel», como recordó con emoción el último amigo que lo vio con vida, Álvaro Cabrera, durante la despedida en el funeral.
Álvaro Prieto incluso, en el poco tiempo de hobbie que le quedaba entre los estudios, fútbol y cofradías, era también «un manitas», recuerdan en su círculo personal. Tremendamente habilodoso para cualquier tarea que se le pusiera por delante. Un hijo con una vida entera por delante que deja un tremendo vacío en sus padres, familiares, amigos y compañeros. Es la huella que deja un chico normal.
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