PRIMERA PLANA
Julio Romero y el manchurrón
Esperemos que la Diputación tenga un plan b si no hay dinero de Bruselas
La Diputación pide fondos europeos para musealizar la casa del pintor

Los reflejos de gato de escayola de las Administraciones han vuelto a quedar retratados. Lo acabamos de ver con el hogar de Julio Romero de Torres. Una plataforma ciudadana ha tenido que hacerles cosquillas para que se muevan. Este colectivo busca que se haga realidad lo que debía serlo desde hace mucho: que ese inmueble se rehabilite y sea una casa museo. Que esté cerrado aún es un manchurrón en el amor propio de Córdoba y en nuestra oferta turística.
Nuestra rica y deslumbrante historia nos ha dado una nutrida paleta de personajes de los que sentirnos orgullosos. Hay que colocarlos en el lugar que les corresponde. Y lo que menos merece Romero de Torres es que su hogar esté grabado en el olvido. La apertura de este espacio es, además, necesaria para que la capital dibuje otro producto de calidad en su oferta al visitante. Captar al viajero cultural es siempre una obra inacabada, que requiere nuevas piezas con las que atraerle.
La Diputación, dueña del inmueble, ha reaccionado anunciando que pide fondos a la UE para remozar la que fue vivienda de nuestro pintor más insigne —esperemos que tenga, al menos, un boceto de plan b por si no hay dinero de Bruselas—. Pero, ni en una actuación tan loable, podía faltar el 'Duelo a garrotazos' de Goya. A la institución provincial no le ha gustado que el Pleno del Ayuntamiento aprobara por unanimidad una propuesta de operación a tres bandas para que este espacio se pueda exponer. La moción plantea que la Diputación haga las obras necesarias; que la Junta facilite los muebles y otros enseres para su musealización y que las tres Administraciones firmen un acuerdo para sacar adelante el proyecto. La entidad presidida por el socialista Antonio Ruiz replica que ella ya está intentando esto último.
Lo que los ciudadanos agradeceríamos es que unos y otros no se enfrasquen en discusiones de si son galgos, como aquel Pacheco al que tanto quería Romero de Torres, o podencos. Lo que nos gustaría es que no se dediquen a intentar pintarse la cara unos a otros y que se pongan de acuerdo para que cuanto antes se recupere la casa del pintor. Su apertura contribuirá a que el legado de uno de los mejores de los nuestros brille a la altura que se merece una figura descomunal como la suya.
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