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Contramiradas

Carmen López, pintora de Córdoba: «Exponer mi obra es abrirme en canal«

Entrevista

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Carmen López Rey en su estudio, ubicado en un ático Álvaro Carmona
Aristóteles Moreno

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Lo primero que salta a la vista en la casa-estudio de Carmen López Rey (Puente Genil, 1973) es la biblioteca. Cualquiera de ustedes coloca sus libros en los estantes al azar. Todo lo más, los ordena por temas. Quizás por autores. Pero nuestra entrevistada de hoy los organiza por colores. A la izquierda, los de lomo color blanco o crema. Después, los amarillos, ocres y rojos. Más adelante, los azules, turquesa y verdes. No hay la menor duda: estamos en la casa de una pintora.

-Organizar una biblioteca por colores es toda una declaración de principios.

-Fue una locura. Mi amigo Sebastián de la Obra, que ha sido bibliotecario, me iba a matar. Pero mire: yo necesito paz mental. Y necesito mi casa blanca y mis libros por colores.

Como ven, la lógica no rige igual para todos. Y la de Carmen López Rey empezó a configurarse de muy niña cuando acompañaba a su padre, arqueólogo, a los museos o a los yacimientos. «Me he criado viendo a mi padre fotografiando piezas. Y lo que más me llamaba siempre la atención eran las esculturas ibéricas».

Carmen López quería ser escultora. A los 14 años pisó por primera vez la Escuela de Arte Mateo Inurria. Cuando terminó, se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de Granada, donde compaginó las especialidades de pintura y de escultura de forma simultánea y con espléndidas notas.

Pero su verdadera pasión se le acabó diluyendo entre las manos. El óleo era sustancialmente más barato que el mármol, la fragua o un taller lo suficientemente amplio como para almacenar tallas de envergadura. Sobre todo, para una joven que acababa de regresar de la Universidad de Granada a una casa familiar con cinco hermanos. Es profesora de artes plásticas desde los 25 años y lleva otros tantos pintando piezas del patrimonio histórico cordobés, su otra gran afición. En los últimos años, se ha centrado en el retrato y su última colección, titulada «Sororidad. Somos una», homenajea a 24 mujeres que han cambiado la historia.

-Usted ha dicho lo siguiente: «Arte y patrimonio me persiguen desde mi nacimiento». ¿Le han dado alcance ya?

-Yo creo que no. Cuando me den alcance, ¿qué hago? Me queda todavía mucho por hacer. Ahora estoy trabajando en mujeres olvidadas de Al Andalus. Si sale, quizás vaya con el Instituto Cervantes por todo Marruecos. Son 14 perfiles andalusíes: siete de Granada y siete de Córdoba.

-¿Pintar o vivir?

-Es que si no pinto no vivo. De hecho, en verano, que pinto menos, acabo mentalmente regular.

-¿Carmen López Rey es más profesora o más artista?

-«Fifty fifty». Para mí, dar clases es una forma de hacer arte. Es una forma de propagarlo. Yo estoy intentando que los niños creen arte.

-Más de 30 muestras individuales y colectivas en toda su carrera. ¿Exponer es desnudarse?

-Más que desnudarse es abrirse en canal. Yo soy capaz de desnudarme, aunque cada vez menos. Está una mejor vestida [se ríe socarronamente]. Además de que exponer supone un desgaste físico tremendo.

-¿Y le da pudor abrirse en canal?

-Me da vértigo después. Cuando veo a la gente viendo mis cuadros.

-Se siente examinada.

-Claro que sí. Estás exponiendo un trabajo al que le has dedicado todas las horas del mundo. Cuando empiezo con un proyecto me meto tanto dentro que me cuesta trabajo hacer otras cosas.

Carmen López Rey durante la entrevista con ABC Álvaro Carmona

-¿Qué quiere decir con la pintura?

-Siempre he querido transmitir un «aquí estoy». Llevo 20 años trabajando el patrimonio. Y es algo que hay que conservar, admirar, respetar y del que hay que presumir. Y yo soy muy presumida con mi patrimonio histórico. Cuando trabajé en Ávila, se reían de mi forma de hablar al principio. Hubo un choque. ¿Tú quién eres para reírte de mi acento? Luego casi vinieron hasta a mi boda. Nuestra forma de ser andaluza siempre me ha llegado mucho.

-Su última exposición se titula «Sororidad. Somos una». ¿La pintura es un arma feminista?

-Claro. De hecho, la pintura ha sido un arma a lo largo de la historia para todo. Un arma política, religiosa y también de enaltecimiento para algún emperador.

-¿Y usted contra qué dispara su arma?

-En realidad, yo no disparo. Soy más bien pacífica. No me gusta disparar, pero sí transmitir esa paz en mis cuadros. Intento que estas mujeres transmitan serenidad.

-¿Qué nos queda para la igualdad?

-Nos quedan años. Y no dar nunca un paso atrás. No centrarlo solo en la política. Todos podemos hacer igualdad desde nuestros ámbitos. Empezando por la familia, que es donde se tiene que aprender el sentido de la igualdad, pasando por los centros educativos. En España, estamos a años luz de otros países en igualdad.

-Usted dijo: «Las mujeres somos el patrimonio natural del mundo». ¿Y los hombres?

-Los hombres lo han sido siempre. No quiero que se me tache como una persona fanática feminista. No. Las más grandes personas de mi vida son hombres. Mi padre o mi marido. También las mujeres. No estoy en contra de los hombres, ni muchísimo menos. Pero sí estoy a favor de que una mujer tenga las mismas posibilidades que un hombre. Y en el mundo de las artes seguimos sin tenerlas. Muchas veces me han dado ganas de ponerme nombre de hombre.

-Uno de sus hitos artísticos fue la decoración pictórica del Hospital Materno Infantil de Córdoba. ¿La vida en color es mejor vida?

-Está demostrado científicamente. No lo digo yo. Cuando nos dieron la bandera de Andalucía por este proyecto es porque se demostró que era un refugio para niños y familiares tener esa decoración para el hospital. Yo estuve 80 días seguidos y era horrible estar en esos pasillos. La humanización en los hospitales no existía. Y llegó a raíz de esto.

Un proyecto

Hay proyectos que nacen de un dolor. Ese fue el caso de la decoración pictórica del Hospital Materno Infantil de Córdoba. Todo arrancó en la Navidad de 2013. Carmen López tuvo un parto complicado y su hija nació con solo 700 gramos de peso. Era el 29 de diciembre. El bebé estuvo 39 días en la UCI y otros tantos en el centro hopitalario. El 7 de marzo de 2014, la niña llegó por fin a casa con 2,2 kilos de peso. Como agradecimiento, la pintora se ofreció a decorar el área infantil y llenar sus paredes de color. Promovió un proyecto en las redes, que funcionó como un huracán. Cientos de colaboradores y empresas respondieron a la llamada en una acción humanitaria sin precedentes. En junio de 2015 vio la luz «Colores para alegrArte».

-Próxima estación: Salón Internacional de Otoño Art 3F de París. ¿Qué trozo de Carmen López van a conocer los franceses?

-Mi parte de sororidad. Mi parte feminista. Llevo un cuadro con una galería de Pamplona, Míchel Menéndez, que lleva a otros 15 artistas.

-También figura usted en el catálogo «120 artistas del panorama español», de Francis Arroyo. ¿Cómo lleva su ego?

-Lo llevo muy bien. Mi tía Mari siempre decía que es bueno tener a alguien al lado que no te permita que se te vaya la pinza. Y siempre intento que nunca se me olvide.

-Para la pintora Julia Hidalgo, «un lienzo es un campo de batalla». ¿Y para usted?

-A mí un lienzo me causa un respeto tremendo. Lo que plasme ahí, mejor o peor, será único. Jamás repito un cuadro. Ni siquiera parecido. Siento que es una obra que será única en el mundo.

«Cada vez que me pongo debajo de la Capilla Sixtina me entra el síndrome de Stendhal»

Carmen López Rey

Pintora

-¿Conoce la angustia del lienzo en blanco?

-Cada vez que me pongo delante de uno.

-¿Qué exposición le quitó el hipo?

-Soy muy clásica y cada vez que me pongo debajo de la Capilla Sixtina me entra el síndrome de Stendhal. Me apabulla Miguel Ángel.

-En pintura, no hay nada nuevo bajo el sol.

-Creo que no.

-Ni siquiera Carmen López.

-Por supuesto que no. Por favor.

-También ha declarado usted: «He buscado lo inexistente». ¿Lo ha encontrado?

-Algunas veces. En muy pocas obras. Por ejemplo, en «Palabras para entalabartar sueños», un cuadro horizontal que hice de la fachada de Al Hakam II. Yo siempre he intentado buscar el alma del paso del tiempo.

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