REFLEXIONES
Estrella Fernández-Martos, pintora y escritora de Córdoba: «Todo lo que nos lleve al bien es bello»
Presenta 'de la Belleza', un libro en que viaja con este concepto al fundamento ético del ser humano
«Sigue siendo la hora nazarena», por Estrella Fernández-Martos

Si se sabe que Estrella Fernández-Martos es pintora y su libro se titula 'de la Belleza', el lector espera encontrar reflexiones sobre la estética, pero no es más que el punto de partida. Junto a ella, la también colaboradora de ABC habla en su libro (publicado por Cajón de Sastre) de la relación del ser humano con su entorno, con la espiritualidad y con la sociedad.
-Uno piensa encontrarse un tratado estético y en realidad es ético. ¿Por qué parte de la belleza?
-Todo empieza hace un par de años, en un momento de especial crispación y miedo. Tenía demasiado ruido interior y necesitaba serenarme. Quería hacer unas reflexiones a lo largo de todo el año y buscaba un hilo conductor. Si yo me dedicaba a pintar con armonía y belleza lo iba a hacer por la parte más estética y sencilla. Pero entrando por la puerta fácil, lo que me fui encontrando es que la belleza tiene profundidad. Cualquier otro principio que nos lleve hacia el bien es bello. El bien, la justicia, la verdad tienen componentes de belleza, todos. A partir de ahí la mirada cambió. Me vi en el mundo, el ser humano y la naturaleza, pero todo fue de la mano de la belleza y no a través de la belleza.
-Su libro se lamenta de un relativismo moral que ha conducido al ser humano a romper con la belleza del bien. ¿En qué momento fue la quiebra?
-Entiendo la necesidad de romper con intelectualmente con todo lo que nos han ensañado de Dios, lo que somos como criaturas. Queremos ser más, lo hemos querido ser siempre. Los hijos adolescentes quieren irse, ya no tienen a los padres como referencia. Luego vuelven. El momento de verdadera ruptura es que una vez que hemos roto con eso, al querer ocupar el lugar de Dios, nos damos cuenta de que no podemos con eso, de que un solo hombre, ni siquiera toda la sociedad, pueden abarcarlo todo. Y no somos capaces de dar dos pasos atrás. En esa soberbia, en ese empeñarnos en no corregir el error, en esa patada adelante es cuando rompemos. Cualquier cosa que sea tradición, que sea ver al ser humano de manera integral y respetar la libertad de pensamiento del otro te lleva a reconocer tu error. Y como no quieres reconocerlo, mantenemos las barbaridades que mantenemos.
«Puede haber grandes ideas, pero si los frutos no son bellos es una pista de que nos hemos equivocado»
-Ha mencionado una palabra clave en su libro: criaturas. ¿Para usted somos creados de Dios?
-Sí, somos criaturas, pero somos también la criatura que está encima de todas los demás. Sabemos que un volcán nos puede arrasar, pero en capacidad de gobierno de la creación estamos arriba. Ahora nos quieren quitar de ahí y resulta que cualquier animalito vale más que tú mismo. Es absurdo querer ocupar el lugar de Dios y a la vez el del último insecto. No es nuestro lugar, por eso no nos hallamos ni por encima ni por abajo. Nuestro lugar es el gobierno del mundo y en una sociedad entre iguales.
-Ahora parece que el derecho natural es una antigualla. ¿Este libro se guía por él?
-El ser humano tiende al bien, aunque haga las cosas de manera imperfecta. El derecho natural es la querencia del ser humano a no fastidiar al vecino y a procurar el bien. Estamos inmersos en el despropósito absoluto del derecho positivo como culmen y supremo valor legislativo de ordenamiento de una sociedad, cuando el derecho positivo no es más que un grupo de gente que se ponen de acuerdo en legislar sobre cualquier cosa como soltar violadores. Confío más en el derecho natural que en el positivo.
-¿De qué forma salvará la belleza al mundo?
-Estoy convencida de que nos va a salvar la belleza porque toca todos los palos. Es una vara de medir magnífica no sólo de las grandes ideas o proyectos sociales o del mundo, sino también de nuestra vida pequeña. Querer hacer las cosas de manera justa, tratar a los demás con cariño y ternura, acoger al que está sufriendo, educar a los hijos despacio. Todas se pueden revestir de belleza. Puede haber grandes ideas y acciones, pero si los frutos no son bellos ya es una pista de que en algo nos hemos equivocado. El bien es hermoso y si el fruto es torcido hay que analizar la causa.
«Estamos en el despropósito absoluto del derecho positivo como culmen y supremo valor legislativo»
-¿Ha escrito este libro pensando en el presente o en futuro?
-En parte sí, en el futuro. Lógicamente es una manera de manifestar lo que pienso ahora, del mundo de ahora que estoy viendo ahora, y de la sociedad que tenemos. Pero precisamente por cosas como la ideología de género hay generaciones muy jóvenes que ya no crecen con nuestra formación filosófica. Nosotros podemos dejar el humanismo cristiano porque lo conocemos, pero ellos no tendrán asidero. Pienso en el futuro como tirar los aviones de papel que lanzábamos en clase y que llevaban tres filas más adelante, por si en algún momento, tres generaciones más adelante, alguien ve algunas reflexiones y ve que una persona pudo reflexionar. Estoy en contacto con padres jóvenes, con mis sobrinos, y a lo mejor no es mi libro el que tenían que leer, pero sí era el mío el que tenía que escribir.
-¿Cree que la belleza, entonces, no es relativa?
-La estética sí, pero no la belleza. Nadie quiere escuchar una verdad desagradable, pero cuando uno lo reconoce, sabe que tiene serenidad, y no cuando lo que escucha no es cierto. Eso es parte de la objetividad de la belleza, que nos lleva por lo que es cierto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete