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Educación

Fernando Alberca: «La impaciencia de los padres y la escuela mata la genialidad de niños y jóvenes»

Entrevista

El pedagogo y profesor cordobés lanza su nuevo libro, titulado 'Geniales', en el sello Toromítico de Almuzara

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Fernando Alberca posa con un ejemplar de 'Geniales', en el Real Círculo de la Amistad Valerio Merino
Julia García Higueras

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«La genialidad y la sensibilidad están presentes en todo ser humano sano y se han convertido en un importante valor». Quien así opina es Fernando Alberca (Córdoba, 1966) reconocido profesor, pedagogo y escritor acostumbrado a iluminar a padres y educadores en la difícil tarea de conducir a niños y adolescentes hacia una vida plena.

Acaba de lanzar el libro 'Geniales. La genialidad incomprendida de los niños', en el sello Toromítico, de Almuzara, que se suma a una veintena de títulos, la mayoría de ellos best-sellers. «Escuchar sus opiniones, proponer circunstancias donde puedan descubrir por sí mismos y la paciencia» son claves que señala.

-¿Por qué cree que la genialidad es una cualidad en extinción?

-Todo el mundo tenemos la experiencia de que hasta los cinco o seis años los hijos dicen genialidades: todos parecen artistas, filósofos porque dicen frases que se pueden aplicar a problemas de adultos y dan soluciones ingeniosas. Luego cuando empieza la adolescencia empieza a predominar el qué dirán, la necesidad de pertenencia por encima de ser ellos mismos y desde ahí hay una serie de factores que potencian esto y que van matando esa genialidad que todo el mundo tiene y que no deja de tener. Muchas veces hasta la vejez no vuelve a aparecer.

-¿Cuáles son esos factores?

-En orden: mata la genialidad la impaciencia de los padres y querer resolver problemas sin esperar a que ellos aprendan a resolverlos. La escuela, que no los hace reflexionar en absoluto ni sacar el talento que tienen. Las redes sociales, donde tampoco son ellos mismos, y la mayoría de los videojuegos. Con estos hábitos hacemos que toda la chispa del ser humano por resolver dificultades se merme, se desprestigie y no se valore y, al final, el niño renuncie a ellas.

Público asistente a la presentación del libro en Córdoba, con Fernando Alberca y Antonio Cuesta, de Almuzara Valerio Merino

-¿Cómo pueden batallar las padres ante las redes sociales para que sus hijos no se queden al margen y no se les apague la genialidad?

-Las generaciones no son biológicas, son culturales. Los nacidos en el año 80 en adelante son la generación Millennials o Y porque son analógicos digitales. Luego, los nacidos en los 90-95, la mayoría de los hijos actuales, en la que todo es digital, la generación Z famosa, y es más impulsiva, desconcentrada y con baja autoestima. Y luego en la del 2010 hay un cambio de generación con las redes sociales. En una casa un padre y un hijo pueden tener una diferencia generacional de dos. La adolescencia de ahora es afectiva y social, no sólo biológica: empieza a los 9 años y acaba a los 45 años. La mayoría de padres actuales, de la Millennials, y una de las características que tienen es sentirse culpables e intentan asegurar que sus hijos no fracasan porque sienten que el fracaso de sus hijos es fracaso suyo de padre. Y lo que intentan es sobreproteger, muy propio de nuestro mundo consumista, y al sobreprotegerle, le inutilizamos, le hacemos menos fuerte e, incluso, hacemos que nos quieran menos. Un niño exigido quiere menos a su padre. Hay que confiar en ellos, esperar la evolución de los hijos, tolerar bien la imperfección de los hijos, igual que ellos toleran la imperfección de los padres.

Convivencia

«Hay que confiar en los hijos, esperar su evolución y tolerar bien sus imperfecciones»

-¿A qué se debe que la escuela sea otro condicionante antigenialidad?

-Se debe a una serie de políticas internacionales (la Unesco como mayor culpable), a un exceso de Inglés desde principios de Primaria, que aniquila todo tipo de estructuras mentales en niños que no son ingleses. Aprenden estructuras inglesas muy breves porque no da para tanto el bilingüismo y acaban aprendiendo muy poco, muy escuetamente y sin conexión. El resultado es que los niños de Secundaria se fían mucho menos de sus propios razonamientos, tienen muy poca deducción porque para sacar buenas notas no hay que pensar. Simplemente hay que aprender a hacer exámenes. Lo vemos claramente en Selectividad. Aunque la ley intenta proteger esa creatividad y esa diversidad, la realidad escolar es que desde 2003 con el bilingüismo es que ha disminuido demasiado todo.

Fernando Alberca, en primer término Valerio Merino

-Coménteme algunos de los casos reales más llamativos que menciona en su libro.

-Hay muchos ejemplos porque lo bonito del libro es que va explicando ejemplos de niños en distintos capítulos que son tipos de problemas con los que nos encontramos los adultos. Una niña que cuando le preguntaron cuánto era 5 y 7 dijo 57. Lo que es seguro es que es 57, y también significa sumarlos y da 12. El adulto suele apelar al contexto, pero el niño tiene un contexto muy diferente al adulto que pone el enunciado. Cuando el adulto se equivoca en el enunciado culpa al niño y eso es lo antipedagógico del sistema. O cuando le dicen 'pon nombres a los equiláteros' y van poniendo nombres de persona en lugar de la forma. O si le dicen '¿cómo le dirías a tu hermana esto en Inglés? y te contesta 'Yo no tengo hermana'.

Fórmula

«Volver a la infancia es el futuro. El de los adultos, también»

-¿Alguno más?

-El de otro niño que era gordito y bajito que quería ser futbolista del Atlético de Madrid, pero era imposible. Estudió Medicina y se vinculó al deporte en la Federación Femenina de Atletismo y desde 1995 se sienta todos los domingos en el banquillo del Atlético de Madrid. Es una forma distinta de resolver un mismo sueño cuando es imposible. Este ejemplo es José María Villalón, que es cordobés, jefe de los servicios médicos del Atlético. Y también el de la niña que cogió el teléfono a su padre cuando llama desde las Torres Gemelas para despedirse de su mujer, y la genialidad de la niña para animar a su padre en ese momento.

-¿Qué hay en su libro que no puede dejar sin subrayar?

-El libro explica que el futuro de nuestra sociedad en un momento de crisis está en la genialidad. Si no volvemos a pensar como pensábamos cuando niños, desprovistos de toda convención social (muy interesadas por parte de algún grupo), si no volvemos a esa ingenuidad y libertad de pensamiento y actuación no saldremos de los grandes baches. Y cada vez entraremos más en el vacío existencial que está aumentando mucho: depresión, suicidio, etcétera. Volver a la infancia es el futuro. El de los adultos también. Y en la escuela maravillarnos más de las preguntas, no de las respuestas.

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