infraestructuras
La historia del aeropuerto de Córdoba: cuándo se hizo, cuánto costó y cómo fue la obra para acoger vuelos comerciales
El aeródromo, que encara la posibilidad de recuperar las aerolíneas, acumula 65 años de vida a sus espaldas
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El aeropuerto de Córdoba mira al fin con cierta esperanza a la recuperación de los vuelos regulares, aquellos con que contó durante muchos años. Porque la ciudad tiene un aeródromo desde 1958, cuando no era habitual que las ciudades contaran con este equipamiento.
El proyecto empezó a despegar a finales de los cincuenta. Entonces, diferentes entidades y particulares de Córdoba promovieron una campaña para pedir su construcción. En el Ministerio del Aire, sin embargo, le cortaron las alas pronto. Y ello obligó al Ayuntamiento a acometerlo de su propio bolsillo.
El presupuesto se fue por encima de los 22 millones de pesetas, que era una cantidad más que considerable para la época. No en vano, Capitulares tuvo que pedir ayuda y la obtuvo fundamentalmente de la Diputación.
El Consistorio sí logró el permiso del Consejo de Ministros para acometerlo, pero con la condición de que las instalaciones y los terrenos sobre los que se hiciera fueran cedidos al Estado terminadas las obras.
El aeropuerto se inauguró el 25 de mayo de 1958, con lo que acaba de cumplir 65 años de vida. Pero la apertura oficial al tráfico aéreo civil (nacional completo, internacional de turismo y escalas técnicas) no llegó hasta octubre. El 5 de noviembre, Aviaco ponía en el cielo la primera línea aérea Madrid-Córdoba empleando un cuatrimotor Heron de doce plazas. En 1960, llegó la Córdoba-Jerez.
Tras unos lustros, no exentos de convulsiones en los vuelos regulares, en el arranque de los ochenta, la operatividad del aeropuerto cordobés caía en picado. En 1980, Aviaco suspendió definitivamente su línea Madrid-Córdoba.
Gestiones de la Diputación con la compañía mallorquina Air Condal consiguieron un acuerdo que, además de reanudar los vuelos con la capital del país, también establecieron uno semanal con Palma de Mallorca. Estos servicios, ambos atendidos con aviones Hawker Siddeley, comenzaron en 1983 y se suspendieron dos años después. Y hasta hoy.
Aunque ahora sí existen las condiciones para que las aerolíneas puedan operar desde aquí. Porque, a partir de 2009, se acometió una larga obra fundamental para que puedan volver los vuelos regulares: extender la pista de 1.380 metros de largo a 2.050 para que puedan operar aviones como los Boeing 737 o los Airbus 319, 320 y 321.
La factura de aquella operación nunca se concretó. Se situaba en 2018 en los 80 millones, pero aún faltaban por resolver litigios por los suelos que debieron incrementar esa cifra. Ese enorme presupuesto se fragmentó entre 36,6 millones para obras -divididos a su vez en 27,6 para ampliar la pista y nueve para los gastos de soterramiento y desvío de líneas eléctricas acapararon nueve millones- y otros 43,2 para expropiaciones.
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