HISTORIA
La historia olvidada de las torres almenaras de Córdoba
El investigador Francisco García del Junco ha emprendido el estudio de las fortalezas de la Edad Media, que hasta ahora nunca habían sido abordadas de forma científica
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Un valor patrimonial poco conocido de la Sierra de Córdoba son las fortificaciones de vigilancia o torres almenara que se construyeron en la Edad Media y que se han conservado hasta nuestros días con desigual fortuna.
En total, son ocho torreones, que, según ha estudiado el historiador Francisco García del Junco, se concentran en poco más de tres kilómetros cuadrados, entre Córdoba y Santa María de Trassierra. Quizá sean los senderistas que frecuentan la zona los que mejor conocen sus curiosos nombres populares —Torre del Beato, Torre Piquín, Torreón de la Soledad, La Torrecilla, Torre de las Siete Esquinas...— pues los historiadores nunca habían reparado en ellas hasta la fecha. Existe una «ausencia absoluta de documentación y bibliografía», según escribe García del Junco en el artículo sobre la mejor conservada de ellas, la Torre del Beato, que se incluye en un monográfico sobre las fortalezas cordobesas que se presentará en breves fechas.
Este trabajo lo han impulsado la Asociación Española de Amigos de los Castillos y el Instituto Andaluz de los Castillos, un colectivo de nueva creación y que, presidido por el historiador Julián Hurtado de Mendoza, da continuidad al trabajo que venía realizando la Delegación Provincial de Córdoba de la Asociación desde que se fundó en 1956.

En su estudio sobre la Torre del Beato, García del Junco diluye una idea popular que existía sobre estas torres: que todas procedían del Califato Omeya. La realidad es que se realizaron en el periodo medieval, pero en diferentes momentos cronológicos. De hecho, el historiador plantea que tres de ellas, además de la señalada, se realizaron en el mismo momento histórico, entre los siglos XIV y XV.
Se trata de las de Piquín, Soledad y La Torrecilla y según el historiador «se construyeron para llenar un vacío táctico» que las otras torres cercanas, construidas con anterioridad, «no cubrían satisfactoriamente». García del Junco también sugiere la hipótesis de que las cuatro se englobaron en un mismo proyecto constructivo y fueron diseñadas por el mismo arquitecto, ya en época cristiana y como complemento a las que sí existían previamente.
Base cuadrada o semicuadrada
Esta teoría la fundamenta en el hecho de que todas ellas están muy próximas, tienen base cuadrada o semicuadrada, dos plantas y pequeñas dimensiones, carecen de elementos decorativos y ninguna de ellas tiene resuelto el abastecimiento de agua con un pozo o aljibe.
También de ahí se concluye que todas estas torres, que han llegado a nuestros días en un desigual estado de conservación, tuvieron una función de simple vigilancia, ya que por sus características ni podían albergar tropas ni resistir tampoco un asedio.
Según explica García del Junco, se debían enviar mensajes a través de fuego y humo, palomas mensajeras o señales con espejos, que eran los sistemas habituales en ese periodo. Su cometido era dar aviso de cualquier peligro o anomalía que pudiese producirse en los caminos que pasaban por la Sierra, que eran muchos más que los actuales y sujetos a no pocos peligros.
Numerosas atalayas
Que existiesen tantas atalayas en un espacio tan reducido se debe, según el investigador, al hecho de que en esta zona de Córdoba, y a diferencia de otras, no existían fortalezas cercanas que pudiesen dar señal de aviso en el caso de que apareciese alguna amenaza. Las ocho fortificaciones llegaron a estar en funcionamiento en el periodo Bajo Medieval.
Lo que preocupa ahora es el mal estado en el que se encuentran la mayoría de ellas e incluso se teme por el futuro de la mejor conservada, la conocida como de El Beato o El Santo. «Si no se le da un uso, tarde o temprano comenzará su ruina», concluye García del Junco sobre el peligro que recae sobre estas estructuras defensivas que en el pasado sirvieron para alertar a los cordobeses de los peligros que venían y que con el fin de la reconquista perdieron su uso original.
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