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Desde Simblia

Merece la pena

El museo de medicina de Herrera se ha hecho realidad gracias a la colaboración pública y privada

Pocas luces

La noche más oscura

José Calvo Poyato

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Muy cerca del límite con la provincia de Córdoba está la localidad sevillana de Herrera, donde se encuentra un museo verdaderamente singular. No hay muchos en España y posiblemente ninguno tan completo. Una prueba evidente de su interés es que son numerosos los estudiantes de medicina que lo visitan, acompañados de sus profesores, para que conozcan como era, en otro tiempo, la disciplina científica que estudian. En sus salas se exhiben unas cuatro mil piezas, que llevan al visitante desde tiempos anteriores a nuestra era —hay curiosas piezas que nos hablan de cómo se practicaba la medicina en tiempo de los romanos y como se hacían las cirugías en la época— hasta los remedios o el material quirúrgico hasta bien avanzado en siglo XX.

El museo se ha hecho realidad gracias a lo que podemos denominar colaboración pública y privada, al entender el Ayuntamiento de Herrera el valor que tenían las piezas coleccionadas a lo largo de su vida por don Francisco Jurado, un enfermero de la localidad y considerar su propietario que exponerla al disfrute del público era uno de los fines más importantes que podía dársele al trabajo de toda una vida en la que con dedicación y empeño ha conseguido reunir un conjunto de piezas de un valor extraordinario para conocer cómo ha evolucionado la medicina a través del tiempo.

Entre otras muchas cosas, llama la atención la vitrina dedicada a los venenos que necesitaban de sus correspondientes antídotos o el espacio dedicado a lo que consideramos como medicina alternativa, con el uso de hierbas y otras sustancias que tiene principios básicos que han sido utilizados por la medicina. También a la magia, utilizada como procedimiento curativo en determinadas culturas. Singular interés, tienen ciertos tratamientos ginecológicos, empleados por algunos médicos hace ya muchas décadas para tratar ciertas afecciones femeninas. Puede verse un antiguo vibrador femenino, acompañado del cartel en que se indica la forma en que lo aplicaba el ginecólogo. Se trata de un artilugio —parece ser que de esa época sólo existe otro en el mundo— que los médicos utilizaban para aplicar una terapia a la situación por la que atravesaban algunas mujeres. Pueden verse también anuncios de prensa de la época en que se recomendaba su uso para evitar la llamada neurosis femenina.

El visitante podrá contemplar cajas de jarabes, pastillas, lociones, cremas y otros remedios médicos —parches Sor Virginia, la evolución en la presentación de la cajas de pastilla Juanola o un frasco de linimento Sloan, popularmente conocido como el «Tío del bigote»— que marcaron una época y que permiten rememorar a las personas de cierta edad lo que eran los tratamientos médicos de entonces y valorar los extraordinarios progresos realizados por la medicina a lo largo de estas últimas décadas. Igualmente podrá contemplar el instrumental de un dentista de mediados del siglo XX que, sin duda, a los contemporáneos les parecía una novedad extraordinaria frente a los tradicionales sacamuelas, pero que hoy provocan cierto repelús a quienes fueron tratados con ese instrumental. Merece la pena, por conocer este curioso museo y por otras razones, como ver las impresionantes termas romanas, girar una visita a Herrera, en el límite con la provincia de Córdoba.

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