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Imprescindible Sara

Ahora trabaja en la Asociación Estrella Azahara, agradecida por «la oportunidad de cambiar el barrio desde dentro»

Estrella Azahara, quince años dando luz a los jóvenes de Las Palmeras en Córdoba

Mural de Estrella Azahara ABC
María Amor Martín

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He tenido la suerte de conocer a Sara Carrillo y resuenan en mí las palabras de Bertolt Brecht: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. […]. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles». Ella es una «imprescindible», convencida de vencer en la lucha contra la injusticia. Tiene 25 años, nació y vive en el barrio de Las Palmeras, graduada en Educación Primaria, ha completado su formación con dos másteres y no ha dejado ni un día de luchar para lograrlo. Posee la sabiduría que proporciona la intensidad de lo vivido.

Ante personas así, lo valioso es escuchar, pero ella desea que se dé «voz y visibilidad a quienes viven en zonas de exclusión, para remover conciencias y borrar prejuicios», razón de esta columna. «Siempre he defendido -dice- el poder de la comunicación para romper estereotipos». Lo conoce por propia experiencia, ha sufrido la discriminación y se ha visto obligada a ocultar su procedencia en el currículum.

Ahora trabaja en la Asociación Estrella Azahara, agradecida por «la oportunidad de cambiar el barrio desde dentro», apoyando a otros a recorrer su mismo camino, que califica de gratificante y difícil por falta de oportunidades. En su casa no había un lugar donde estudiar, ni en el barrio biblioteca alguna, y no pudo acceder el primer año a la Universidad por no disponer de ordenador, internet ni conocimientos para realizar los trámites de matriculación. Experimentó la incertidumbre de darse cuenta de que, si bien todos somos iguales, no existe la equidad. Para ella y las personas de su barrio y de otros como el suyo, la brecha no solo es digital, sino también, social, académica, económica, cultural… Sara siente que es referente e inspiración para muchos, «porque si yo he podido, ellos también podrán».

Su convencimiento proporciona la seguridad que ella recibió de su familia, que supo darle lo fundamental: «Creyeron en mí y me sentí capaz». Sabe bien lo que ha conseguido y lo quiere para muchos jóvenes en sus mismas circunstancias: «Tal vez seamos pioneros de algo muy bueno». En Estrella Azahara se exhibe un mural con los rostros de los chicos y chicas que han finalizado la ESO y, en plena calle, otro con el mismo motivo, en el que se lee 'Aquí no se rinde nadie'.

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