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La Cuaresma en ABC

Fernández anuncia la Semana Santa con palabra y canciones: «Córdoba ya está dispuesta y nosotros, a soñar»

El pregón combina el formato clásico con la música vocal e instrumental en directo

ABC te trae la guía más completa de la Semana Santa de Córdoba

Rafael Fernández Criado, durante su pregón de la Semana Santa de Córdoba Rafael Carmona
Luis Miranda

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«¡ San Álvaro , cuándo quieras! / ¡Qué Córdoba… está! / Semana Santa, hasta el cielo. / Cofrades… ¡tos por igual! / Que nació en Scala Coeli / y hoy se va a la Catedral. / Su torre, faro que guía / al Santísimo a rezar. / Córdoba ya está dispuesta / y nosotros… a soñar».

Arrancaba así Rafael Fernández Criado el primer aplauso al Gran Teatro y era como si la inminencia de la Semana Santa se hubiera desatado, como si después de esos versos de un pregón que se ha hecho esperar dos años la fiesta que se anunciaba, también demorada, estuviera a la vuelta de sólo unas horas.

Ha cumplido Rafael Fernández Criado su cita con el pregón de la Semana Santa de Córdoba y lo ha hecho largo rato en versos octosílabos, pero con una innovación: ha interpretado varias de sus canciones dedicadas a las imágenes y saetas .

En varios momentos ha sonado música, desde algunas marchas hasta piezas clásicas u obras de cine . En el prólogo ha imaginado una estación de penitencia con la Cruz del Rastro en cabeza y la participación de Góngora, el Gran Capitán , San Rafael y San Acisclo y Santa Victoria, hasta culminar en el momento en que San Álvaro ponía a la 'cofradía' en marcha.

Tuvo un recuerdo para todas las personas que han muerto por culpa del Covid, «aunque los cofrades sabemos que la muerte es más que efímera. Que dura lo que dura una levantá a pulso ».

Rafael Fernández ha tenido entonces emotivas palabras para su madre, a la que ha dedicado su pregón de la Semana Santa, y por la que fue también la marcha que escogió: 'Por una Madre' , de Enrique Báez, con el acompañamiento del Coro de Ópera, del que él forma parte, interpretando la letra del trío.

A partir de entonces ha ido desgranando cofradías que no tuvieron ni el orden de la Pasión ni el de la Semana Santa. Tenía el sabor clásico de los pregones que en cada cofradía hacen referencia a las advocaciones y que se acercan a las fuentes que tanto dieron que beber cada año.

Así que al hablar de Jesús Caído el símil tenía que ser taurino: «Cumple faena de amor / quien brinda a Dios ya su alma / y su cuadrilla a costal / al que triunfa, lo alza». Fue una pieza cantadas.

Al llegar al Calvario ha recordado a los costaleros y lo hizo invitándoles a amar la madera de la trabajadera a y sin olvidar a los faeneros que antes lo habían hecho con mantas.

Ha recorrido varios misterios alegres de la Semana Santa, como el de la Redención («¡Suéltale, que es inocente! / ¡Dale ya su libertad! / No hay dilema, es el Mesías / quien en San Fernando está»), a Jesús de las Penas y a Humildad y Paciencia («¿conoce algún sitio donde se baile a la muerte?»).

Justo entonces ha llegado una sorpresa, porque entre las recetas de los pregones no suele estar el canto al nazareno y a la túnica que viste. Él lo ha hecho, primero recordando haber visto a sus hijas y luego proclamado el orgullo, tres años después, de ser nazareno : «Luce medalla en el pecho, de corazón infantil / y con sus capas al viento / salen en marzo o en abril. / La papeleta de sitio, / le hace soñar con salir. / Nazareno es penitencia, / es peregrino de Dios. / Túnica… Si te jubilas… / nos jubilamos los dos».

El pregón ha continuado entonces recorriendo los barrios y las advocaciones. Con la Salud se sucedieron un encuentro con el Vía Crucis en la intimidad de la Judería y un canto a la Virgen de la hermandad de la Agonía y a la lucha contra el cáncer : «Y la Salud de su palio, / la levantá fue tan viva, / que por ti una flor caía… / bella… pero con espinas. / Y si la miras de frente… / Ella sanará tu herida / y sus cornetas, Salud, / hasta su incienso da vida. / Y su parroquia es, Victoria… / nunca te des por vencida. / Un barrio el Martes Santo, / es bendita su locura. / ¿Qué dices que no es pa tanto? / Pues sí. El Naranjo… cura.»

Justicia social

De la salud llegó a la justicia social, que encarnó en la hermandad del Cristo de la Piedad , protagonista del fragmento dedicado a llamar a mirar a quienes lo pasan sufren. «Se van a manifestar este Miércoles Santo por las calles de una ciudad de la que se sienten olvidados. Su estandarte será una pancarta pidiendo justicia », dijo.

Calificó a sus cofrades y a las gentes de Las Palmeras de «héroes de la lucha diaria », que «se merecen que la belleza labrada en la Mezquita-Catedral la tengan por una noche a sus pies. Que sus Titulares puedan dormir acompañados por el Santísimo. Que se lleven un cirio pascual, como regalo del Altísimo, para que su luz les ayude a salir del día a día de una vida en penumbra».

Esta parte terminó con un aldabonazo a las conciencias: «Cofrades. Si vamos por la vida de estupendos y nos quedamos únicamente en lo meramente estético , es que tenemos un serio y grave problema».

Sus palabras han recordado a su forma de buscar a los distintos actores de la Semana Santa, y por eso ha hablado de los músicos , que no demasiadas veces han aparecido en los elogios de los pregones. «Y es que tienes unos músicos, que para ser de su banda, fueron p or Dios escogidos . Nunca se cansan de amar, hasta con labios heridos, solo saben con un beso… darle aire a un instrumento. Cuida Señor de sus dedos, sabios, ágiles, muy vivos. ¿Es uniforme o es hábito…? Sean por Dios bendecidos», les cantó.

Paró en la calle del Poyo , «que parece tallada por el propio Juan de Mesa», que es quien ahora da nombre a la vía que desde la Almagra hasta San Pedro. Y su dueña es la Misericordia.

El pregonero, con el consejero de Salud, la presidenta de la Agrupación, el obispo y el alcalde Rafael Carmona

Por ahí caminó hasta la cercana iglesia de Santiago por la calle que se llamó del Sol para recrear el momento en que sale el Cristo de las Penas : «El sol, vecino del barrio, / busca un buen sitio, el mejor, / y al estrenarse la tarde / una luz, un resplandor… / que hace que Cristo en Santiago / cierre sus ojos de amor, / porque en Santiago… las Penas, / cuando sale… sale el Sol, / por eso le rinden culto / a su Moreno y al sol, / porque son la misma cosa, /los dos son hijos de Dios.

Tomó un tono más serio para hablar de Ánimas («Queda sin vida la tarde, / la noche, muy mal herida. / ¿Cómo entre nubes tan negras / llega la luna tan viva?») y con el Cristo de Gracia habló de sus grandes brazos para unir las dos orillas del Atlántico y también a quienes lo veneran.

Al pregón se asomó Juan Martínez Cerrillo , y se preguntó «cómo sería el taller, / que la Esperanza al pensarlo / sólo recuerda piropos / cuando la estabas tallando. / Y mira, Juan, sus varales / mecen al son más gitano… / nunca verás tan felices / flores viajando en un palio. / Mírala… te está mirando / es tu Gitana, bailando». Y sin dejar de hablar al imaginero, le recordó una fecha la del 15 de octubre, en versos que terminaron con «Viva la Paz coronada », pero donde sugirió que su autor debía coronarla .

Ahí viró al intimismo, la hondura y la confesión a Dios de las dudas en su fe y forma de vivirla. «Te confieso, Señor, que el palio de mi fe … a veces… anda con sus dudas. Pero si hay alguien que siempre acaba encendiendo esa cera… esa que el tiempo apagó, por desidia … por mi culpa… en eso no tengo duda...», dijo.

Con la Caridad imaginó una escena en la que reclamaba a quienes esperan a la hermandad fijarse en la belleza de sus imágenes . En un momento de distensión su pregón recreó con humor una bulla con costaleros, acólitos y hasta reporteros de radio, y eso antes de que al llegar al Císter recordase a Fray Ricardo de Córdoba, al que imaginó vistiendo y cuidando a la Virgen de los Ángeles. «Siempre que quede un recuerdo, tú viviras para siempre», dijo al recordado capuchino.

Con Jesús Nazareno ha recordado a los mayores de su residencia y al llegar a las Angustias la imaginó meciendo a su Niño: « Sangre en sudario de encaje , / último arrullo de madre, / Ella lo aprieta con fuerza, / quiere sentirlo un instante». Del Rescatado dijo que es «el médico del alma de Córdoba» y confesó que de niño sentía rubor al encontrarse con su intensa mirada. «Para mi familia has sido maestro en la fe , y para los niños, catequista», confesó.

Dejó a un lado los octosílabos al hablar de su Virgen de la Soledad . Se preguntó por el misterio de sus lágrimas, de sus bellas manos, de su silencio, y no entendió por qué la Virgen calla. «¿Pero quién soy yo para entenderte? Cómo voy a ser capaz de comprender una pena difícilmente imaginable. A mí sólo me queda quererte. Recibir cada mañana, mi familia y yo, la inmensa ternura de tu mirada», concluyó antes de unos versos que anunciaban la Resurrección, pero también la fiesta que viene tras la pandemia: «Gloria por siempre a esa cruz que empezó con un martirio y acabó siendo de vida y de luz».

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