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PASIÓN EN CÓRDOBA

Martínez Cerrillo, las manos que pusieron alma a la Semana Santa de Córdoba tras la Guerra Civil

El imaginero, fallecido hace ahora treinta años, protagonizará una muestra poco antes de la coronación de la Paz

Juan Martínez Cerrillo, a la izquierda, el día de la bendición del camarín de la Virgen de la Paz de Córdoba Archivo Hermandad de la Paz
Luis Miranda

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Hay en Córdoba una calle que se llama Escultor Martínez Cerrillo. Enseguida lo identifican los cofrades y cualquier persona que conozca la historia de la ciudad en el siglo XX, pero la palabra escultor, sin dejar de ser exacta, no abarca del todo la personalidad y la actividad incansable del protagonista. Porque Juan Martínez Cerrillo (Bujalance, 1910-Córdoba, 1989) fue también pintor, diseñó, trabajó con gran sentido artístico el guadamecí , se subió a las tablas como actor y tocó el violín, y todo con la pasión de una vocación creativa a la que no se podía renunciar.

Ahora está a punto de coronarse a María Santísima de la Paz y Esperanza -«Mi niña», la llamaba él, por ser una de las primeras y por su semblante juvenil- y por eso, y cuando se cumplen treinta años de su fallecimiento, su nombre vuelve a estar de actualidad: dentro de un mes saldrán a la calle nueve imágenes suyas de la Virgen de distintos puntos de la diócesis de Córdoba para participar en una exposición en la iglesia de Santa Victoria .

Juan Martínez de Cerrillo, en su estudio de artista Archivo Familia Martínez Cerrillo

«Estamos en un ir y venir de emociones a flor de piel», dice Maribel , hija de Juan Martínez Cerrillo, mientras recuerda a su padre como una persona marcada «por la vocación del arte», pero también «por un gran creyente, con convicciones de fe profunda ». Eso está en la raíz de que sus imágenes, todas las que hizo a lo largo de más de cincuenta años, llegaran con tanta facilidad al corazón de quienes estaban ante ellas.

«Yo he sido lo que Córdoba ha querido que sea», dijo en una entrevista sobre cómo la vida le fue cambiando los planes. Su hija recuerda que era el pequeño de tres hermanos, pero el único que sobrevivió de ellos, y en 1923, sin haber cumplido catorce años , la familia se trasladó a Córdoba para que él pudiese formarse en la Escuela de Artes y Oficios, donde su gran maestro fue Rafael Díaz Fernández . Allí conoció muchas artes aplicadas y sobre todo se familiarizó con el trabajo en la madera, el que después le marcaría para siempre.

La Virgen de la Esperanza de Córdoba, una de sus obras más queridas Álvaro Carmona

Ya había hecho una copia pequeña de la Inmaculada del Voto , la patrona de Bujalance, por petición de su madre, en 1935, y varias imágenes más para particulares. Luego llegó la Guerra Civil «y comenzó mucha necesidad de imágenes», como recuerda su hija. Había que reponer las que se habían quemado en muchos pueblos y también hacer nuevos titulares para las cofradías que nacían en Córdoba, fruto de un momento en que la Semana Santa empezaba a crecer. Así que aquel joven que se sentía inclinado por el arte en tantas facetas tomó el camino de la imaginería .

La primera que recibiría culto público en Córdoba sería la de la Paz y Esperanza, que hizo mientras iba y venía del frente, y que se bendijo en octubre de 1939 en San Andrés para la cofradía que había empezado a nacer en aquellos años en la ermita de San Juan de Letrán. La impronta de la imagen, doliente pero dulce, convirtió a Martínez Cerrillo en el imaginero que tenía que liderar el renacimiento de las cofradías .

Desde entonces hizo otras cuatro imágenes para Córdoba: la Virgen del Mayor Dolor y Esperanza del Calvario (hoy en Jaén), la Esperanza , la Alegría y la Piedad . Las imágenes de la Virgen fueron sus predilectas y las que le dieron más fama, y él lo confesó en más de una ocasión en las entrevistas, pero también realizó muchas imágenes de Cristo para Córdoba capital (Sentencia, Penas de San Andrés, Humildad y Paciencia, Entrada Triunfal) y para toda Andalucía, como el Señor de la Pollinica de Málaga .

Su hija recuerda su actividad constante y su voluntad de no dejar de trabajar, y no se limitó a la imaginería. En una época en que faltaban artistas en la Semana Santa, él se atrevió con todas las artes. Diseñó piezas para sus imágenes y trabajó los guadamecíes con mucha personalidad. Con este estilo hizo al antiguo paso del Señor de las Penas , cuando iba solo, y que ahora aparece en ciertos actos de culto, pero también el camarín donde recibe culto la Virgen de la Paz , y en que el trabajo del cuero y la policromía muestra la iconografía mariana y la presencia de los ángeles. «En todas ellas, su tarea era entregarse en cuerpo y alma», dice su hija.

Su obra, Cristos y Dolorosas, se reparte por España y hasta por América, y quien piense que se termina en Córdoba se equivoca. Maribel Martinez-Cerrillo da pista sobre dos imágenes que sigue considerando especiales. Por un lado, la que ahora se llama Nuestra Señora de las Lágrimas y que sale cada Lunes Santo en Jaén , pero que hizo para el Calvario de Córdoba. «Es una imagen que tiene una mirada especial, con mucho recogimiento, y que llaman ‘la Gioconda de Jaén’», cuenta. También habla de la Virgen del Mayor Dolor de Linares , titular de la cofradía de Jesús Nazareno.

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