Los mil sones del tambor resuenan en Baena

Vibrar. Resonar. Retumbar. Pasión. Emoción. Júbilo. Éstas son las acciones y sentimientos que se han vivido durante este fin de semana en Baena. La celebración de las XXXI Jornadas de Exaltación del Tambor y el Bombo han convertido a la localidad en un crisol de tradiciones en torno a los muy diferentes toques que se pueden extraer al tambor y al bombo. Bien con las baquetas bien con los palillos.

Según la estimación del presidente del Consorcio Nacional del Tambor y el Bombo, Antonio Mesa, se han dado cita en Baena «unos ocho mil tamborileros» o tamboristas, según como se definen en Moratalla (Murcia) , y deja claro Mingo, uno de ellos, que comparte tambor con un compañero. «Es una forma de tocar y cuando lo hacemos le damos mucha manteca» comenta. Además, explica que «aunque no pesa por la posición en la que lo llevamos, cansa más».

Mingo tiene en sus brazos el toque del tambor de todas las jornadas que se han celebrado, 31. Presume de que en Moratalla los parches de los tambores «son de pieles naturales, delante de cabra y oveja detrás». Aunque tocan en Semana Santa «no tenemos nada que ver con las cofradías y no desfilamos en las procesiones». Algo común en otros municipios murcianos, como Mula o Jumilla, o albaceteños como Tobarra y Hellín . Y según cuentan Javier y César, tamborileros que han venido fuera de la delegación oficial que representa a este último, ellos se caracterizan sobretodo «por ser anárquicos» . «Cada uno llevamos un toque, no seguimos ninguna regla e intentamos respetar los horarios» apostillan.

Frente a estos pueblos, más joviales a la hora de tocar el tambor, están los del Bajo Aragón encabezados por Calanda, cuyos tambores encumbró Luis Buñuel . Son Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda, Teruel, Urrea de Gaén o Valderrobres. Todos portan tambor y bombo. Sus toques son más sobrios al igual que sus ropas. Túnicas negras o moradas. Contrastan sobremanera con las coloridas indumentarias del judío de Baena o con los nazarenos de Moratalla. Estos últimos con túnicas y capirotes de mil colores. Mingo explica que es «por tradición». Cuando no había dinero «se hacía la ropa con lo que se podía o bien se remendaba con lo que había», señala.

Las diferentes formas de vivir una misma pasión son el principal atractivo de estas jornadas. Conocerlas en su lugar de origen es el aliciente para viajar «unas once horas en autobús» como cuenta Rubén, de Calanda , que en Baena se entusiasma hablando de la Semana Santa de su pueblo. También lo hace Conchi, que toca el bombo en una asociación de Puerto de Sanguto, Valencia, que sólo tiene tres años y no forma parte del Consorcio, pero que han querido venir a Baena y sentir «la afición que aquí hay» .

Con esta actividad también se entusiasman Adrián y Alejandro, de la localidad zaragozana de Fuentes de Ebro . Realizan un gesto que denota pena porque en su pueblo «no se vive tanto como aquí» y lamentan «que allí se está perdiendo». Así como todos se diferencian por sus ropas o toques, también lo hacen por su caja de percusión . Entre los miles de tambores que se han dado cita en Baena se han podido ver desde los más tradicionales con aros de madera, caja de latón o madera y parches de pieles naturales o de plástico, hasta los más actuales, de acero inoxidable o galvanizado, con cajas y aros calados y de aluminio y con un solo parche. Éstos son mucho más ligeros y su sonido es más claro y característico.

También se han escuchado los que unen tradición e innovación como los de una familia de Tobarra. Cajas con arcas de metal con brocados hechos a mano y con luces led en su interior que de noche se encienden al son del toque. Mil formas, mil diseños, mil toques, mil tradiciones, mil costumbres alrededor de un solo instrumento. El tambor.