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PRIMERA PLANA

Los altos vuelos de Magdalena y Rosa

Pese a los errores garrafales del pasado, a las Administraciones les toca ponerse a los mandos y tratar de atraer aerolíneas aquí

Pista del aeropuerto de Córdoba VALERIO MERINO
Baltasar López

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La ampliada pista del aeropuerto acaba de ponerse en carga por completo tras más de 80 millones de inversión del Gobierno estatal y nueve años de espera. Con semejante inversión, lo lógico sería que en pleno mayo nuestro espacio aéreo viviera tal bulla que compitiera con la de los sábados de Patios . Pero lo que ha pasado es que las aerolíneas no nos tienen en su hoja de ruta, con lo que la posibilidad de contar con vuelos regulares se aleja de nosotros.

De todas formas, hasta los defensores del proyecto, como yo, sabíamos que esto iba a pasar. Lo conocíamos, como muy tarde, desde 2014. Ese año, el Tribunal de Cuentas de la UE hizo que nuestras ilusiones de tener un aeródromo operativo tuvieran que lanzar un «mayday, mayday». En un informe sobre la reforma de nuestro aeropuerto, para la que Bruselas puso 13,5 millones, advirtió de que el Ejecutivo central, pese a la cercanía de los de Sevilla y Málaga, decidió remodelar el de Córdoba «sin hacer antes un estudio sobre el crecimiento potencial , un análisis de coste-beneficio o cualquier otro [informe] que pueda justificarlo». Entonces, ¿de dónde salían las previsiones que daba AENA en 2009, y que me creí con la candidez de un oso amoroso, de 313.648 pasajeros para 2013 o rozar el medio millón en 2022?

Probablemente, sólo eran combustible para la carrera política de altos vuelos que quería la ministra de Fomento con la que se forjó esta reforma, la socialista Magdalena Álvarez . La por entonces alcaldesa, Rosa Aguilar -también fan de llevar su trayectoria pública hasta el infinito, y más allá-, actuó como copiloto de pago. Porque el Ayuntamiento se comprometió a abonar, y aún no lo ha hecho, 13,7 millones por las expropiaciones, cifra variable aún porque los 43,2 pagados por AENA para hacerse con los suelos necesarios se elevarán aún con los litigios judiciales por los terrenos. Así hemos llegado a la kafkiana situación de haber extendido una pista de aterrizaje de oro para que ni las aerolíneas ni las compañías logísticas se posen. Porque ésa es otra: las dimensiones de dicha pista, tras su ampliación, no son suficientes para un buen aprovechamiento para el transporte de mercancías.

¿Y ahora? ¿Nos sentamos a ver cómo un proyecto de más de 80 millones se estrella? ¿O exigimos a Gobierno , Junta y Ayuntamiento que se pongan de una vez a los mandos? Lo segundo. Deben hacer el esfuerzo de atraer compañías aéreas. Una inversión millonaria exige al menos hacer intentos denodados para ello. Si no se logra, centrémonos en explotar lo mejor que podamos el aeropuerto: vuelos de negocios; chárter (no regulares) o escuelas de vuelo. Y que no se nos olviden los nombres de Magdalena Álvarez y Rosa Aguilar, que gestionaron este proyecto al estilo «Aterriza como puedas», poniendo la pista delante de los aviones. Sería gracioso si no fuera porque nos hemos pulido más de 80 millones.

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