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PASAR EL RATO

Arte y buenos sentimientos

Pensar por cuenta propia es menos vistos que rugir en grupo

Una mujer lee un libro en una libreria ARCHIVO
José Javier Amorós

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En una conferencia sobre Dostoievsky , el gran escritor francés André Gide añadió estos dos proverbios de su cosecha a los «Proverbios del Infierno», del inglés William Blake : «Con los buenos sentimientos se hace la mala literatura » y «No existe obra de arte sin la colaboración del demonio». No es floja, no, la invención. Pero encierra el peligro de que lo único interesante de la obra de arte sea la firma del distinguido colaborador. El mal tiene un prestigio exagerado. Los buenos sentimientos son menos pretenciosos y más seguros.

La «Desesperación », de Espronceda, es un ejemplo de buena literatura sin una sola concesión a los buenos sentimientos. Y «Noche oscura» , de San Juan de la Cruz, es un ejemplo de buena literatura sin una sola concesión a los malos sentimientos. Considerar a San Juan de la Cruz, por los buenos sentimientos, un poeta menor sería una estupidez propia de un fanatismo sin alfabetizar. Se puede creer en Dios y escribir muy bien, y estar especializado en la blasfemia y ser literariamente gilipollas . El arte viene del cerebro, no de la fe o de la ideología.

Con buenas personas, entonces, se hacen malas novelas . Esa parece ser la opinión de los expertos en malas personas. He aquí los ingredientes básicos para un buen argumento: la protagonista fue violada en la adolescencia por su padre . Se suicidó antes de llegar a la mayoría de edad. Ponga usted el resto.

En la segunda parte, más amena y con mensaje socialdemócrata, presentaremos al famoso abogado y empresario Satánico Potros, un nombre artístico para la buena literatura, el más grande hijo de cien padres de la poesía capitalista . Ya era un ladrón y un mentiroso en su infancia, y se ha limitado a seguir y ensanchar el camino del mal. Los medios de comunicación que controla lo ensalzan sin piedad. Soborna fácilmente a políticos y magistrados que se dejan fácilmente sobornar.

En sus despachos tiene contratadas a media docena de personas tan viles como él, exclusivamente dedicadas a hozar en las vidas ajenas. Sus archivos sobre la vida privada de los hombres públicos y la vida pública de los hombres privados llenan un edificio de tres plantas. Engorda y agiganta defectos menores y achica y emborrona escándalos y canalladas. Y no obstante tanto, el peor de los protagonistas, el más amoral, el más dañino es el pueblo contado de millón en millón.

Ahí reside la justificación de todos los crímenes , la comprensión de todos los desmanes. En esa jauría amorfa, anónima, inidentificable que devora las piltrafas humana s que le echan. La educación, claro . Una educación que no hace seres humanos, que no individualiza, que se limita a crear conjuntos fáciles de amotinar. Pensar por cuenta propia es menos vistoso que sentir y rugir en grupo.

No parece sino que el mundo sea un inmenso grano purulento donde escasean las buenas personas. Todo es sombrío, deprimente, cruel. ¿No hay, para el arte, contaminación del mal por el bien? Como del bien por el mal . El mundo no ha sido obra de Hitler, Stalin y otros psicópatas de oficina. Hay mucha gente que no siente la necesidad de beber el hidromiel en el cráneo de los vencidos. Prefiere que todo el mundo mantenga la cabeza en su sitio. Una novela es una historia . Saber contar una historia no es complacerse en narrar sólo una parte de la historia. Y el mal es una parte de la historia. No la única ni la más fecunda . El diablo, tan sobrevalorado por el arte, es una claudicación de la inteligencia.

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