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INVESTIGACIÓN

Aventuras y viajes de las espadas del Gran Capitán

Se colocaron junto a la tumba del militar cordobés en Granada, pero duraron allí poco

Una de las espadas, en una exposición en Córdoba ROLDÁN SERRANO

LUIS MIRANDA

Las espadas de Gonzalo Fernández de Córdoba , el Gran Capitán , no descansaron en paz cuando su dueño murió en 1515. Aunque la idea es que le flanquearan. El escritor y periodista Gabriel Pozo Felguera ha recopilado la historia de las dos que tuvo el destacado militar y lo ha contado un reportaje publicado en el periódico digital El Independiente de Granada .

La historia comienza en la iglesia de San Jerónimo de Granada donde está su tumba. Había muerto en realidad en 1515, pero sus restos llegaron allí siete años más tarde por deseo de su esposa, María Manrique . Se lo había concedido el emperador Carlos V , a cambio de que terminase la construcción de la iglesia , «y no le faltaba fortuna para ello». El resultado es uno de los templos más monumentales de Granada, con un programa iconográfico donde, entre otros asuntos, se ensalza la figura del Gran Capitán. Allí se depositaron también 700 trofeos de guerra y dos espadas. En el lado de la Epístola (a la derecha si se mira al altar) estaba la de combate y a la izquierda, el lado del Evangelio, la de gala .

Regalo del Papa

Esta última salió de allí muy pronto y sí se le ha podido seguir la pista. Se la regaló al Gran Capitán el Papa Alejandro VI en 1503 «por defender el cristianismo». Pero duró poco en San Jerónimo, ya que en 1621 ya está documentada su presentacia en la Real Armería de Madrid , en el Palacio de Oriente, donde se puede ver. Y se le da uso, porque sirve para armar caballero al Príncipe de Asturias y a los miembros de la Orden del Tosión de Oro. No es una espada de combate, pero sí una pieza de gran valor artístico , donde está el escudo de Gonzalo Fernández de Córdoba y escenas de algunas batallas clásicas. Desapareció de la iglesia granadina, pero sí quedaron allí cuadros con la escena en que el Pontífice le entrega esta pieza.

Iglesia de San Jerónimo, donde está enterrado el Gran Capitán ARCHIVO

El escritor y periodista también se interesa por lo que sucedió para que las dos espadas que se tienen por originales salieran de Granada. Sobre la primera, se detiene en la figura del nieto del Gran Capitán, también llamado Gonzalo Fernández de Córdoba, III Duque de Sessa . «Prestó grandes servicios al rey Felipe II , y pudo habérsela regalado», o quizá los siguientes duques, que también estuvieron en la corte junto a los reyes.

La espada de combate se cambió en el siglo XVII por otra de madera

La espada de combate duró un poco más en su lugar, pero también desapareció. Según Gabriel Pozo, antes de 1671 la retiró alguien vinculado al Ducado de Sessa, que recaía precisamente en los descendientes del militar. El autor ha conseguido encontrarla en un testamento otorgado en Granada en 1709, con una completa descripción de la pieza, «que para lustre y honra de nuestra casa quede vinculada para siempre jamás y prohibida la enajenación absolutamente». Su empuñadura es de marfil y tiene letras casi borradas por el tiempo. Ahora la propiedad es mancomunada entre varios de de sus descendientes, que son quienes se encargan de custodiarla. Lo curioso es cómo salió de allí, cuando un carpintero que trabajaba en el monasterio tendió una escalera para ver cómo era la espada y comprobó que no era la auténtica, sino de madera . «Habían dado el cambiazo », concluye el investigador.

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