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CULTURA

Los bailaores flamencos de Córdoba en los tiempos del coronavirus: futuro incierto con los ingresos cerrados

Carmen Álvarez, bailaora y graduada en Relaciones Laborales por la UCO, hace un estudio de la situación de estos artistas

La bailaora cordobesa Olga Pericet, en una actuación VANESSA GÓMEZ

Félix Ruiz Cardador

Carmen Álvarez (Arjona, 1994) es bailaora flamenca profesional , formada en el Conservatorio Superior de Danza Luis del Río de Córdoba y en el Conservatorio Superior María de Ávila de Madrid, pero también graduada en Relaciones Laborales y Recursos Humanos por la UCO . Nacida en Jaén y cordobesa de afectos y vivencias , pues en la ciudad ha pasado una parte decisiva de su vida, ha unido ahora ambas directrices en un estudio sobre la realidad laboral de su oficio , no tan brillante como pudiera parecer encima de los escenarios y bajos los focos de festivales, bienales y tablaos. Inestabilidad y dificultades de diverso tipo son los rasgos que se aprecian en las conclusiones de trabajo , en el que han participado las principales figuras del baile flamenco actual, desde veteranas como Cristina Hoyos o Blanca del Rey a talentos en plena madurez creativa como la cordobesa Olga Pericet.

Se une a esta situación profesional compleja el caos actual suscitado por el coronavirus , que ha mandado a todos estos profesionales a su casa justo en el momento que comenzaba la temporada alta . Ni siquiera ensayar les es fácil, pues no pueden desplazarse a los locales donde habitualmente lo hacen. «No queda otra que hacerlo en casa», explica. En su caso, l a crisis sanitaria le sorprendió en Madrid y allí ha tenido la fortuna de dar con unos vecinos comprensivos que le han permitido prepararse en la planta inferior del garaje , donde no molesta a nadie con el sonido del taconeo. «Me he bajado una tabla y así es como me arreglo», explica Carmen, que muestra sus dudas sobre cómo puede evolucionar el tema de las contrataciones y la vuelta a la normalidad para los profesionales de las artes escénicas y en especial del flamenco.

Sobre la situación del oficio , que ella ha estudiado a fondo, explica la bailaora que «somos un colectivo estacional, pues el trabajo fluctúa mucho en dependencia de las diferentes estaciones del año.» « Yo me muevo en otoño y primavera en los tablaos, mientras que en verano nos movemos más en festivales », precisa. Por eso señala que hay épocas en las que se no se factura nada, pues hay meses como enero «en los que en Madrid no hay programación alguna y en Andalucía alguna peña y poco más».

De la situación actual señala que los más afortunados van a percibir la prestación del desempleo , pero otros muchos no pues no siempre los contratos por espectáculos se abonan de acuerdo a la normativa. También denuncia que el epígrafe de artista, que existe en la fiscalidad española pero con una aplicación real escasa, se utiliza muy poco y por eso es muy difícil poder demostrar los 20 días trabajados que dan derecho a ayudas. En ese escenario, los que mejor resisten son los veteranos y ya consagrados, que en muchos casos tienen sus propias sociedades o están dados de alta como autónomos. Y tampoco se sale de la precariedad en lo que se refiere a accidentes laborales , que muchas veces ni están cubiertos. «Necesitamos mejores normativas, más inspecciones», explica Álvarez, que también anhela un futuro en el que el flamenco no dependa tanto de las subvenciones, por necesarias que sean en ciertos aspectos, y en el que «las cosas tengan su valor».

Veteranos y jóvenes, en el estudio

En su estudio sobre la realidad laboral de los bailaores, Carmen ha hecho un recorrido por la vida laboral de los profesionales de este arte. Ha contado para ello con veteranos del baile flamenco como Manuel Santiago Maya «Manolete», Cristina Hoyos y Blanca del Rey. También con figuras de lo que ella llama la segunda época, caso de Eva Yerbabuena, Israel Galván o Antonio Canales. Por último, de profesionales más jóvenes como Olga Pericet, Manuel Liñán y Belén López. «Lo que trato de observar es la evolución laboral que han vivido desde su formación hasta la jubilación, en el caso de los artistas que han llegado a esa etapa», explica.

Sus conclusiones señalan que hoy , y tras el duro golpe que supuso la crisis de la pasada década , la mayoría de los artistas se dedican a los tablaos y festivales , lo que ha creado «un tapón» . «No hay movimiento de compañías como antes había, eso se perdió con la recesión y no ha vuelto», agrega. Eso ha dado lugar a que «los jóvenes ya no tengan los tablaos como lugar en el que darse a conocer», explica la bailaora. De ahí que la enseñanza sea el presente de muchos de ellos , pues ahí encuentran la estabilidad del que el mundo del espectáculo no ofrece. Aún así, muchos artistas persisten en ese viejo sueño que en muchos casos, como en el de Carmen, nació en la misma niñez y que aún se mantiene vivo a pesar de las dificultades del sector y de problemas añadidos como la actual pandemia. En su casa madrileña sigue Álvarez , subiéndose cada día a la tabla del garaje y a la espera de que reabran los tablaos y vuelvan esos festivales en los que reencontrarse con el público. Con ese oficio mágico en el que no es oro todo lo que reluce pero en el que aún aletea, pese a los adversidades, una honda verdad.

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