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TRIBUNALES

El cadáver enterrado en la Fuenseca estaba momificado con seis heridas de cuchillo en su torso

Los forenses aseguran que la víctima murió desangrada y que una de las heridas pudo atravesarle el corazón

La acusada del crimen de la Fuenseca durante su declaración ante el jurado popular ABC

P. García-Baquero

« El cuerpo de Manuel, de 40 años, presentaba seis heridas de arma blanca que se pudieron observar porque estaba momificado, es decir, que después de cinco meses enterrado bajo los escombros del patio de la casa de la Fuenseca aún conservaba piel y restos de musculatura ». Con esta explicación, los médicos forenses respondían a las preguntas del Ministerio Fiscal de cómo pudo morir la víctima durante la celebración de la tercera jornada del juicio con jurado popular contra la ex pareja de la víctima, Carmen, de unos 50 años .

Los forenses detallaron que la víctima, por las seis heridas que presentaba y que se pudieron analizar, -había otras cinco que no estaban claras podrían ser de bichos o roedores -, murió previsiblemente desangrado, aunque una de las heridas mortales pudo atravesarle el corazón. « El cuerpo de Manuel presentaba seis heridas , una de ellas intercostal en la trayectoria directa del corazón a seis centímetros del esternon; otra en el hemitorax derecho; en la zona hipogástrica, bajo la última costilla del costa, zona del apéndice y una en la paletilla», detallaban los médicos del Instituto de Medicina Legal al tribunal.

A preguntas del fiscal, uno de los médicos forenses desdibujó el relato que había hecho la acusada en el que aseguraba que la primera puñalada se la dio el mismo al caerse sobre el cuchillo que empuñaba la acusada y que apoyaba sobre una mesa . El forense dijo que la única herida que tenía la víctima en la zona baja del abdomen era vertical, por lo que es poco probable que alguien que aguante un cuchillo sobre una mesa lo haga de esa forma, lo más lógico es que el cuchillo esté recostado.

La acusada permanecía con la cara impasible ante el relato de los foreneses y de los expertos del Instituto Nacional de Toxicología que databan la muerte de Manuel como muy tarde el 20 de octubre de 2016 , aunque podría ser unos días antes. En cambio, la acusada miraba fijamente a los médicos y piscólogos que valoraron su estado mental y físico y los supuestos malos tratos que denunciaba. Los dos facultativos concluían en su informe pericial que la acusada pese a asegurarles que era víctima de violencia de género «no detallaba esos episodios de violencia ni con detalles ni a nivel sensorial o emocional, por lo que estos relatos que no estaban contextualizados, ni había frases exactas que en estas situaciones suelen quedar grabadas en la retina, por lo que no tienen indicios de validez ». A nivel emocional, la acusada tampoco presentaba los rasgos que suelen quedar en una mujer víctima de malos tratos como ansiedad, según los psicólogos, sino que definen a la acusada como con rasgos de conflictividad, impsulsividad y necesidad de autoderterminación del yo.

«Al final probó de su propia medicina»

En una de las conversaciones con estos médicos y psicólogos, a los que puso muchas trabas para que pudieran realizar el examen médico , tuvieron lugar tanto en el centro penitenciario de Alcolea como en la sala de Medicina Legal junto al Juzgado de Guardia, según recordó el fiscal a los forenses, la acusada llegó a decirles que « al final probó de su propia medicina ».

Los facultativos descartaron que la acusada tuviera algún problema mental que le pudiera afectar a nivel volutivo.

La Fiscalía pide para la acusada una pena de 21 años de prisión , sosteniendo que mantenía una relación de pareja con el fallecido desde aproximadamente el año 2013 y en el año 2016 convivían en un inmueble cedido por un amigo de la víctima, según recoge la calificación.

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