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Agricultura

El campo de Córdoba, en vilo por los daños de las altas temperaturas en las cosechas y la ganadería

Ganado debilitado y mal alimentado, y pérdida de rentabilidad en vid, ajo, olivar y almedro, las principales preocupaciones

Recolección de la uva en un viñedo del marco Montilla-Moriles V. Merino
David Jurado

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La ola de calor que ha asolado estos últimos días la Penísula Ibérica preocupa al campo cordobés por las consecuencias negativas que pueda tener en la evolución de los cultivos y la ganadería. Aunque aún es pronto para calibrar los daños, la experiencia de los ganaderos y agricultores cordobeses ha hecho saltar las alarmas puesto que cada vez que ha habido episodios de altas temperaturas han tenido sus réplicas meses después en las cosechas y explotaciones ganaderas. El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa , puso como ejemplo la pasada campaña olivarera en la provincia, donde el cultivo evolucionó muy bien durante la primavera «hasta que llegaron unos golpes de calor que frenaron la rentabilidad e hicieron que al final la riqueza y materia grasa fuese menor». Actualmete, esa es la principal preocupación de los olivareros , la de que los árboles se hayan visto afectados por las altas temperatura y sus frutos sean menos rentables.

Así pues, habrá que esperar para ver cómo evoluciona el olivar de secano para evaluar el impacto de la ola de calor, que sin duda no ha beneficiado en nada a estas plantaciones, que ya sufren un importante estrés hídrico como consecuencia de la situación de pre sequía que se atraviesa, con los pantanos de Córdoba en una pésima situación. Y es que, a fecha del pasado 13 de agosto, los 16 embalses ubicados en la provincia estaban de media por debajo del 24 por ciento de su capacidad de almacenamiento, lo que se traduce en el porcentaje más bajo de toda la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir .

«No es nada favorable para la agricultura del futuro estas olas de calor», sentenció Fernández de Mesa, quien también mostró su preocupación por el impacto que tendrá las altas temperaturas de agosto en la vendimia de Montilla-Moriles . El presidente de la patronal agraria indicó que la uva se encuentra actualmente en fase de recolección y «este calor tan acuciante habrá afectado a la cosecha mermando el fruto y haciendo que haya menos producción».

Igual ocurre, aunque en menor medida, en la recolección de la almendra , también en marcha y cuya campaña se extenderá a finales de septiembre. Al igual que la uva, el calibre de las almendras se resiente por la falta de agua y las altas temperaturas obteniendo menor rentabilidad, o lo que es lo mismo, frutos de menor tamaño y peso y por lo tanto menos rentables.

Estrés en el vacuno

La caza menor , cuya media veda arrancó hace unos días, también se ve afectada puesto que el calor también altera el comportamiento de los animales, como puede ser el caso de la perdiz , la considerada ‘reina de la caza menor’. La alimentación de este ejemplar, al igual que otros, está muy condicionada por la disponiblidad de alimento que, a su vez depende en gran medida de la climatología. Respecto a la caza mayor, cuya veda se abrirá en octubre, el calor de estos días seca manantiales y deja los campos con menos alimento fresco , lo que obliga a los responsables de los cotos a recurrir a los piensos para mantener los ejemplares en buenas condidiciones, con los consiguientes gastos que ello conlleva.

La ganadería es otra actividad que se resiente con la concatenación de días de máximas históricas. Las altas temperaturas afectan a los animales fundamentalmente a la hora de su alimentación. El estrés por calor reduce el consumo de alimento y la cantidad y calidad de leche producida por las vacas, además de tener efectos negativos sobre la reproducción, entre otros aspectos. Así pues, la ganadería, tanto extensiva como intesiva espera a que refresquen los días para recuperar la salud de sus animales.

El ajo es otro de los cultivos que ya nota las consecuencias de las altas temperaturas. El presidente de la sectorial del ajo de Asaja Córdoba y vicepresidente de la Mesa Nacional del Ajo, Miguel del Pino , advierte de la sequía que puede afectar a la producción en próximos meses, especialmente en la zona de Montalbán, desde donde los agricultores ya han trasladado algunas plantaciones a otras zonas de Andalucía y Castilla-La Mancha al tener aguas subterráneas que permitan el desarrollo del ajo.

Del Pino explicó que «el ajo necesita muy poca agua, con 3.000 metros cúbicos por hectárea, que comparativamente con otros cultivos es muy poca agua, pero la necesita en su momento», de modo que ha avisado que «el problema que ahora se presenta es que los pantanos, por desgracia, están en torno al 20% en la zona del Genil-Cabra , que se surte del pantano de Iznájar».

Según aseveró «hay agua para sembrar hasta el 31 de octubre, que si no llueve, se corta el agua», de manera que remarcó que «el miedo del agricultor es que pone 12.000 euros por hectárea y si no dan agua para que el ajo crezca y se forme la cabeza, se arruina».

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