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La mirilla

Capilares

Bellido y su equipo se dividen y multiplican para llegar al último rincón. Capilares, no populares

Bellido, en silla de ruedas en un acto electoral, ayer en Ciudad Jardín Valerio Merino
Francisco Poyato

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La mitad de Córdoba no conoce ni a la alcaldesa ni al jefe de la oposición . Números gruesos pero ciertos. Al menos así lo cuentan en el sondeo que Dataestudios ha hecho para ABC . El grado de conocimiento de Ambrosio y Bellido está ligeramente por encima del 50 por ciento... Puede que sea timidez. Puede que sea desgana por rozarse con la «marabunta» , que dijera Sandokán. O puede que la parroquia tampoco muestre interés en saber de quienes les gobiernan, lo cual encaja con el mismo porcentaje de indecisos (o quienes ocultan las entrañas de su papeleta) que refleja el estudio demoscópico. Como la vida misma, a veces decimos la verdad, a veces mentimos. Aquello que decían las abuelas: «Lo que sepa tu mano izquierda que no lo sepa la derecha». Y menos un tipo que te llama para hacerte una encuesta política. Y ahí, la verdad, no caben pactos posibles.

La campaña está sin duda hecha para estos candidatos, o más bien parece que no quieren que se les conozca mucho. No hacer ruido, molestar lo justo . Perfil bajo, sin estridencias. Lo venimos repitiendo, pero es la clave de estas dos semanas. Hay una campaña que contamos y vemos, y otra que conocemos y no vemos. La llaman capilaridad . Trabajo en equipo que se sumerge en las profundidades de la calle y conecta con colectivos de diversa índole como si fuera una mancha de aceite. Un ejemplo, mientras Bellido está atendiendo a un grupo de padres de un colegio, hay ocho miembros de su lista repartidos en grupos de dos haciendo lo mismo con peñas, cofradías, asociaciones sociales o equipos deportivos. Capilares, que no populares. Suavidad en las formas, lluvia fina, vaqueros. En eso parece que está también Ambrosio, un poco guadianesca, aunque mañana le tocará lucir sus mejores galas porque viene el jefe Pedro a desempatar el entuerto.

José María Bellido parece tenerlo claro. No va a poner tenso a nadie ni regañarle a los votantes de Vox . Sigue la escaleta a pies juntillas, intenta darle aire fresco y consigue cada día vencer una de sus asignaturas pendientes: la habilidad social . En eso ha avanzado una barbaridad. Tampoco se enfrenta a un animal de la calle. El cortafuegos es lo que tiene.

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