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Contramiradas

Carlos Pera, cirujano y viajero: «Si perdemos el contacto, perdemos nuestro mundo»

Pionero en operaciones de doble trasplante en Córdoba, la biografía del doctor Pera es un monumento a la curiosidad vital. Aquí tienen la prueba

El doctor Carlos Pera, en su casa del centro de Córdoba ÁLVARO CARMONA
Aristóteles Moreno

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Vuelve a estas páginas 14 años después. A sus casi 86 años de edad, sigue siendo un vendaval. Transita de Botsuana a la India , de Albucasis a Vargas Llosa, de la biblioteca de Praga a las islas Galápagos , de los masái al Teneguía con una pasión desbordante. Carlos Pera ha sido un viajero empedernido. Tanto que en 69 minutos de conversación apenas hicimos parada en la cirugía , la especialidad que proyectó su nombre en la escena científica internacional.

—Hace 14 años, nos dijo usted en esta misma sección: «Ya tengo todo el pescado vendido».

—Pues me equivoqué.

—¿Qué ha vendido desde entonces?

—He comprado lujo para mí: muchos viajes y una tesis doctoral sobre Geografía . Verá: hay una cosa muy interesante. Existe el explorador, que va por sitios que no están cartografiados. Y después están los viajeros. Esos van por sitios cartografiados y escriben sus notas de viajes. Y, finalmente, los turistas. Yo he sido un viajero. Y siempre he tomado notas. Libia me apasionó. Y he dado conferencias sobre los estados del Sahel o sobre Etiopía .

—¿Y qué cuaderno de viaje dejaría usted escrito sobre su vida?

—Pues mire: lo que más me gusta es el reconocimiento de mis discípulos. Por ejemplo: gracias a ellos el aula magna del Reina Sofía lleva mi nombre. Una calle te la ponen en un sitio donde no pasa nadie, pero el nombre del aula con el profesor Carlos Pera sí me hace feliz.

El entrevistado durante su conversación con Aristóteles Moreno ÁLVARO CARMONA

—¿Usted también cree, como Kavafis, que lo importante de Itaca es el viaje?

—Yo creo que sí. Viajar es importante. Y se lo he inculcado a mis hijas. Han viajado y saben idiomas. Aquella biblioteca [señala una librería de su espacioso salón] está en español , francés e inglés a partes iguales.

—¿Y cuál ha sido la Itaca de su vida?

—Yo de chico decía siempre que quería ser capitán. Y, en el fondo, he sido capitán. Lo más divertido que pueda hacer un hombre es crear un equipo de trabajo e inculcarle sus ideas.

«Hay que saber ver el paisaje, la gente, las etnias, las costumbres»

—¿Y para qué ha querido tener discípulos?

—Para que sigan tus ideas y tu forma de hacer medicina. El equipo de cirugía que tiene el Reina Sofía la mayoría se hicieron conmigo en la facultad y trabajaron conmigo.

—¿Se reconoce más como cirujano o como viajero?

—No lo puedo separar. He sido toda mi vida cirujano pero he sentido el interés por el viaje. En el fondo, una intervención quirúrgica es un viaje. La cirugía es muy bonita. A mí me gustaba la arquitectura, pero una vez acompañé a mi padre a Santander , me permitieron entrar en un quirófano y vi operar a García Barón .

—¿Qué ha buscado en la geografía?

—La geografía tiene dos aspectos: la física y la humana. Ambos se complementan. El conocimiento de la tierra, de la astronomía, de la evolución del hombre es algo que necesitas saberlo. Necesitas conocer tu espacio. Hay que saber ver el paisaje, la gente, las etnias, las costumbres. Ahora estoy escribiendo una novela sobre la República Centroafricana.

—¿Por qué África?

–Es una gran desconocida. Bibliografía de África tengo toda aquella columna de allí [vuelve a señalar otro estante de la biblioteca]. Es un continente apasionante. Hay una frase de un geógrafo que dice que es como un adoquín: impenetrable. En el paleolítico, el Sahara era una estepa o una sabana y había los grandes animales de la selva. En las pinturas rupestres de las mesetas del sur de Libia hay tallas de elefantes y cocodrilos. Y tres mil años antes de Cristo se desertiza.

—En aquella entrevista me dijo usted lo siguiente: «Me gustaría conocer Perú antes de morirme». ¿Ha cumplido su deseo?

—No. Me quedo sin conocer Perú . Machu Pichu está muy alto y ahora tengo un poco de EPOC [ enfermedad pulmonar obstructiva crónica ] y me asfixiaría con la altura. Lo tengo médicamente prohibido. Conocí los Andes en el Ecuador . Los Andes argentinos también los he conocido y he viajado por la Patagonia .

—¿El mar y el desierto son dos caras de la misma soledad?

—Es la grandeza. Te encuentras solo frente a la naturaleza . Son muy parecidos. El desierto de arena es muy bonito aunque gran parte es piedra. El desierto, como el mar, tiene una grandeza increíble y, si te lo tomas a broma, allí te quedas.

«El único animal que sabe que se va a morir es el hombre. No me da miedo»

—En la entrevista de 2007 quedaban 13 años para la Covid. ¿Se imaginaba una ciencia ficción como esta?

–No. Para nada. Estábamos muy convencidos del poderío de la medicina . Hemos conseguido que la gente viva mucho pero hemos hecho viejos, que es terrible. Yo no puedo ir al Perú porque me falta fuelle. A mí que no me metan en un asilo . Cuando era pequeño los viejos estaban en las casas con los niños .

—¿Usted cómo ha digerido la vejez?

—Bien y mal. Mal porque pierdes agilidad, pierdes memoria.

—Tiene usted una memoria espectacular.

—Bueno. Yo escribo todos los días, entro en internet y leo en tres idiomas. La construcción gramatical es un ejercicio para la mente. Es necesario. Veo a los viejos llevados en un carrito por la peruana o la sudamericana , que no le hablan de nada y se ponen a consultar su teléfono. Eso es terrible. Esa vejez no la quiero.

El viajero, en la sesión de fotos previa a la entrevista ÁLVARO CARMONA

—Esa no la tiene usted.

—Pero ya no puedo ir al Machu Pichu. Y ya no tengo los reflejos que tenía antes. Qué sé yo. Se te va acabando el mundo. Una vez a mi padre, que era médico, le pregunté: «¿Hasta qué punto luchar por un enfermo?». Me dijo: «Tú mírale a los ojos». Y añadió: «Cuando una persona tiene sueño lo que necesita es dormir». Eso es lo que pasa con los viejos : uno llega un momento en que necesita morirse. El único animal que sabe que se va a morir es el hombre .

—¿Esa es nuestra tragedia?

—No. Eso es una cosa muy buena [se ríe abiertamente]. Cuando usted se acerque a la muerte la va a mirar con mucha tranquilidad .

—A mí me da miedo ya desde lejos.

—A mí no. No le puedo decir que la deseo, pero no me asusta morir.

—¿Somos dueños de nuestra vida y de nuestra muerte?

—Yo no me suicidaría. El de la eutanasia es un debate muy interesante. Pero creo que hay que resolver cosas antes: tener unos buenos cuidados paliativos. Eso sí es necesario. Y otra cosa es lo que hemos hecho cuando ves un paciente terminal: le acortas la agonía con una perfusión de mórficos . Pero eso no es la eutanasia. Tal como está planteada la ley, involucra al servicio público de salud y lo hace partícipe. Yo creo que no está bien resuelta.

«Todavía tenemos comunistas en España. Me quedo maravillado»

—¿Qué hemos hecho regular bajo en la gestión de la pandemia?

—Es muy difícil de decir. Es una cosa que no existía. Y te encuentras con una situación que tienes que resolver en la que desgraciadamente tienes que darle una solución política. No ha quedado en mano de los médicos sino de los políticos, porque la pandemia ha tenido una connotación sobre la ruina de la economía. Si desaparecen los contactos desaparece nuestro mundo. Es muy difícil. De siempre, si no hay vacuna se hace cuarentena. La cuarentena funciona. Pero, al aplicar la cuarentena, arruinas al globo.

—¿Cómo nos cambiará la Covid?

—La forma de vida estaba cambiando. Lo que ha hecho la Covid es acelerarlo. La Covid ha desarrollado una situación que no esperábamos: perder los contactos. La gente que estaba metida en el mundo de los ordenadores y el internet ha seguido teniendo contactos. La televisión ha permitido que la gente se metiera en las casas y lo ha hecho más fácil. Pero no todo el mundo tiene un piso espacioso. La mayoría vive en pisos pequeños y eso ha tenido que ser muy cruel. El aislamiento rompe mucho. Internet ha demostrado que es eficaz y la sociedad lo va a tomar. Se va a digitalizar más. Pero a los viejos los han fastidiado.

—¿Y si usted hubiera sido arquitecto?

—Hubiera hecho cosas muy parecidas. Hubiera viajado. Y, gracias a Dios, que hay ricos en el sentido de que necesitan grandes obras. ¿Qué pasaría con los arquitectos navales si no hubiera gente con poder adquisitivo para comprar yates? No nos pueden hacer a todos iguales. Eso no funciona. Es un desastre . Ahí está Rusia . No ha necesitado un siglo para caer toda la estructura. Y todavía tenemos comunistas en España. Me quedo maravillado. ¿Cómo se puede ser comunista? Si eso no funciona. Yo soy liberal . Me gusta dejar que las cosas floten.

—¿Y qué se deja usted en el tintero de la vida?

—Mucho. Me hubiera gustado hacer tantas cosas. Por ejemplo, me hubiera encantado volar en ala delta . O tirarme en paracaídas . Me ha gustado hacer de todo, pero no se puede ser diletante. Y he sentido curiosidad por todo. Por eso tengo una biblioteca .

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