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LA CERA

El césped

Estos justicieros tiempo que olvidaron a los parias de la tierra

Calle Marbella en el Sector Sur VALERIO MERINO
Rafael González

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Los de Izquierda Unida están de pataleta , con cabreo de mono, con ganas de revancha. En esto último, en realidad, resumen la memoria histórica que ahora un tribunal les ha desmontado: el rejoneador Cañero -su figura y la plaza que lleva su nombre - no puede ser afectado por dicha ley porque no existen pruebas documentadas de que este señor participara en la represión. La represión es un concepto desvirtuado desde la propia ley, porque, por ejemplo, Dolores Ibárruri «Pasionaria» , no ejerció ni participó en nada parecido a una represión sino a la lucha, la defensa de unos ideales y la consecución de un mundo mejor, claro. La que prefería «condenar a cien inocentes antes que un culpable quede suelto». Tiene su calle. Varias calles en toda España. Todo en orden. Y así estamos: desenterrando a Franco y condenando a Cañero. En el siglo XXI. Tal es el progreso para bastantes.

Sostiene Jiménez Losantos en «Memoria del comunismo » que «el comunismo es una desmemoria. No un olvido, sino la destrucción de la Historia, de todo lo que nos recuerde lo que hemos sido o venido a ser, para poder imponernos lo que, como una página en blanco que llenarán nuestros amos, vamos a ser, querámoslo o no». Si Alba Doblas insiste en que Cañero fue la presencia del mal , llevará su obstinación hasta Estrasburgo, si hace falta. Le importa una higa lo que diga un juez o la Historia. Importan los rumores, si los rumores ayudan al relato. La objetividad está en un gulag, pues.

A esta esquizofrenia estéril, pagada con nuestros impuestos, hemos llegado por la omisión de los acomplejados, los cobardes y los acomodados. Ya se sabe, se ha dicho, pero conviene recordarlo de nuevo. Sobre todo no ya por el daño que se hace a la propia Historia, y a la verdadera Memoria de las víctimas (todas lo fueron), sino porque nadie merece esta pesadez, esta obstinación, esta farsa, este rencor, esta venganza. Insisto: pagada a tocateja por nuestros bolsillos.

Si la señora Doblas o la señora Pernici tuvieran cierta decencia política y fueran consecuentes con la ideología que dicen profesar, deberían indignarse menos por una sentencia y sentir más rubor por cómo los adversarios políticos, ahora en el gobierno municipal, les están dejando con el culo al aire con hechos y no con discursos ni pataletas. La próxima colocación de césped en el campo de fútbol de la calle Marbella (Sector Sur) , o el casi inmediato derribo del pabellón de la Juventud en el mismo barrio demuestran que estos justicieros a tiro pasado hace tiempo que olvidaron a los parias de la tierra, a los más desfavorecidos, a la clase obrera, a la gente humilde y trabajadora, para dedicarse a ganar batallitas que a muchos ya no importan, salvo a los que han tenido la desgracia de heredar el odio, el rencor y la envidia en su hogar.

Si algún día se les corta el grifo, igual vuelven a acordarse de los que dicen defender. Mientras, los que entienden la política como servicio público, ponen césped en campos de fútbol para barrios que hace tiempo fueron olvidados porque sus representantes estaban en el Twitter, ganando una guerra que, por mucho que les duela, objetiva e inamoviblemente perdieron.

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