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PUERTA GIRATORIA

Comités y pancartas

La Junta exporta como memoria de sus propias pancartas órganos que luego es incapaz de sostener

La delegada el Gobierno andaluz en Córdoba ÁLVARO CARMONA
Natividad Gavira

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Si eres funcionario de carrera o sindicalista y te colocan el extra de tener que participar en cualquier comité la cosa se te complica, ya sabemos que la carga laboral puede ser inasumible y una nueva adscripción, insoportable. Pero, si este comité se crea para discernir e investigar los casos de acoso sexual y laboral que se denuncien en la administración general, la relación con este ente puede señalarte la puerta de salida a modo de concurso de traslado porque, sin duda, la pertenencia a este órgano ni retiene, ni promociona en las delegaciones provinciales de la Junta de las que depende.

Un comité creado para confiscar la persecución de tu propio jefe hacia otro compañero hasta convertirse en acoso laboral requiere redaños y me temo que una independencia extrema de la que no todos pueden presumir, algo entendible en una administración autónoma que no siempre premia la excelencia y desde luego no persigue la mediocridad. Es entendible que el desarrollo de esta labor de vigilancia no recaiga en un trabajador público sin formación para el cometido porque es así como la noble función de velar por un clima laboral sin acoso sexual y laboral ha saltado por los aires en Córdoba, donde no queda ni rastro de este órgano interno. A merced de concursos de traslado, horas de liberación sindical y enfermedad común ha quedado la cosa hasta su parálisis desde hace meses. Esta suerte de observatorio orientado a la denuncia para que la Junta de Andalucía sea vigía de las conquistas laborales de las mujeres está inactivo por la rotación del personal que lo integra y la compleja sustitución de efectivos, parece. El comité contra el acoso sexual, nombre que sugiere urgencia y vigilancia, está vacío y sin personal, parado e inerte. Nadie del staff político parece tener redaños para reactivarlo como entidad que garantice la igualdad laboral; esgrimen movilidad funcionarial y desgaste sindical.

Lo que se construyó como garante, como símbolo de compromiso por la igualdad, es una entelequia, uno de estas construcciones mentales que la Junta de Andalucía exporta como memoria de sus propias pancartas reivindicativas y después es incapaz de sostener. Sin embargo, siguen agarrando la pancarta con la altivez de haber cumplido con la causa de la igualdad y la soberbia de considerarse intachables en cualquiera de los cometidos que expongan la palabra mujer; mientras, bajo la alfombra, esconden muchas de sus deficiencias y sus ineficaces medidas prácticas. Todo lo que asoma a una pancarta contiene un reclamo y una denuncia, proclamas a la que las políticas locales adscritas al gobierno del PSOE en cada una de sus modalidades, se suman sin pestañear, porque las entienden siempre contra otros y no se sienten interpeladas por sus propias obligaciones. Así ocurre en muchos de los casos en que se toma la calle, cuando los protagonistas esconden su hipocresía e inacción flagrante.

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