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HISTORIA

Córdoba amurallada | Puertas y torres que guarecían el sueño de los cordobeses

La Puerta de Andújar se derribó hace 150 años en un proceso de eliminación de las murallas que nacieron con los romanos

Primer plano de la ciudad de Córdoba, de 1752 ABC

Félix Ruiz Cardador

Hace 150 años era derruida en la Plaza de la Magdalena la Puerta de Andújar , una de las muchas que tuvo la Córdoba amurallada. Corría la misma suerte que tantas otras en la centuria del XIX , en la que el pensamiento ilustrado consideró positivo ir eliminando las viejas murallas. Las razones fueron de variada índole. Por una parte, y dado que las torres y los lienzos estaban en malas condiciones , entendieron que era lo mejor por salubridad y seguridad . De otra, lo vieron n ecesario para facilitar la ampliación de la urbe y agilizar las comunicaciones . También, aunque esto se dice menos, fueron una fuente de ingresos para la autoridad, que pudo comerciar con los terrenos libres. Incluso sus sillares tuvieron nuevos usos. De hecho, los mismos que durante años sirvieron como defensa en la Puerta de Andújar y en la Torre de los Donceles se cuenta que se reutilizaron en Gran Capitán.

La historia de las murallas y las puertas de entrada de Córdoba ha sido abordada a lo largo de las décadas por decenas de investigadores , aunque casi siempre de un modo algo fragmentario. Los principales arqueólogos del siglo XX también han trabajado en ellas, mientras que el Siglo de Oro y las centurias posteriores dejaron el testimonio de cronistas cultos como Vaca de Alfaro, Ramírez de las Casas Deza o Teodomiro Ramírez de Arellano, que conocieron mucho más de lo que ahora se puede ver. Hoy , de hecho, los restos principales de las murallas que quedan están diseminados , siendo las zonas más conocidas las de las puertas de Sevilla y de Almodóvar, la Torre de la Malmuerta, el Arco del Portillo o el largo lienzo del Marrubial.

De esos estudios se sustancia que las murallas fueron esenciales desde la época republicana , cuando comienza a construirse el «pomerium» romano , hasta el XIX . Durante largos siglos como elemento defensivo y luego, tras la Reconquista, como lugar idóneo para proceder al cobro de los impuestos de las mercancías. Vivieron durante centurias un proceso más o menos constante de ampliación, luego de reforma y reconstrucción y finalmente de dejadez y demolición . Aún así, aún perviven en la nomenclatura cordobesa muchas alusiones a esas puertas hoy inexistentes, como es el caso de la del Colodro, Puerta Nueva o la Puerta del Rincón.

Inicios y evolución

El origen de la muralla estuvo en la Córdoba republicana , cuando el «pomerium» ocupaba algo menos de 50 hectáreas y se quedaba muy por encima del río en su flanco Sur. Cuentan los historiadores que superó los 2.500 metros en ese momento inicial, cuando tenía cuatro puertas situadas en sus puntos cardinales, como es el caso de lo que se llamó luego la Puerta de Osario o la llamada luego Puerta de Roma, en la confluencia de Alfaros y Alfonso XIII. La guerra civil entre Julio César y Pompeyo supuso su destrucción en buena parte , pero en la etapa imperial de Augusto las inversiones fueron importantes y se amplió al ritmo que la ciudad se engalanaba con mármoles y nuevos edificios públicos. Discurría la muralla, ya con siete puertas y más extensa, por parte de la Rivera, bordeaba hacia la avenida de la Victoria y la Ronda de los Tejares, hacía ángulo en la Puerta del Rincón y seguía por Alfaros y Capitulares hasta bajar por la calle San Fernando.

Así , aunque con pequeños cambios, la habrían de recibir los musulmanes cuando tomaron el poder de la ciudad y así la mantuvieron durante el Califato Omeya, cuando la medina se fue construyendo sobre el antiguo «pomerium» romano. La «fitna» del siglo XI acabó sin embargo con la cohesión del Califato y ese clima de conflictos movió más tarde a los almohades y los almorávides a ampliar el recinto amurallado en dirección Este , de tal modo que quedó protegida la Axerquía. Avanzaban estos nuevos lienzos desde la Puerta del Rincón por el lateral de Colón, Ollerías, Marrubial y luego, en tramos más sinuosos, desde la calle María Auxiliadora hasta llegar a Campo Madre de Dios y la Rivera. Las torres se iban alternando durante todo el trayecto, mientras que las viejas puertas de la ciudad romana fueron bautizadas con nombres como Bad al-Yahud (luego Puerta de Osario), Bad al- Qantara (Puerta del Puente) o Bad al-Yawz (Puerta de Almodóvar).

La noche del 23 de enero de 1236 se produjo finalmente la toma de Córdoba por el rey Fernando III . Cuenta la tradición que los primeros en asaltarla fueron los soldados Alvar Colodro y Benito de Baños, que luego dieron nombre a partes de la muralla. El grueso de las tropas avanzaron sin embargo por la zona Este y a menudo se explica que los cristianos le dieron a los accesos de esa zona el nombre del lugar del que procedían esos militares .

De ahí lo de Puerta de Plasencia, Puerta de Andújar o Puerta de Martos . Los nuevos moradores, aparte de rebautizar torres y accesos, también reforzaron a lo largo de los siglos las murallas, construyeron nuevas torres como la de Malmuerta y fortificaron en el siglo XIV la zona del Alcázar y de su huerta aledaña. Luego, cuando las guerras del imperio español se libraban lejos del país, fueron dejándolas en el olvido, sabedores también de que su carácter defensivo había menguado por los avances de la artillería.

Los últimos servicios de las murallas tuvieron lugar finalmente en los albores del XIX, durante la Guerra de la Independencia , y en 1836, en la avanzada de los carlistas . Lo siguiente fue ya la piqueta y luego la nostalgia de quienes aún hoy evocan ese ayer neblinoso cuando pasean por la Puerta de Almodóvar o bajo el Arco del Portillo. Por los vestigios de aquellos años de ciudad amurallada sobre los que quizá falte también hoy un trabajo extenso que unifique todo lo que con los años se ha ido sabiendo de esas puertas que cada noche se cerraban para guarecer el sueño de aquellos remotos cordobeses. De todos esos hombres y mujeres ya soñasen en latín, en árabe o en viejo castellano.

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