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COSMOPOÉTICA 2019

Guillermo Carnero: «La cultura iletrada ha dispuesto a su antojo de los medios de comuncación de masas»

El poeta lee en Cosmopoética sus versos y hace una disección del panorama actual

Guillermo Carnero, en los jardines de Orive en Córdoba Rafael Carmona
Luis Miranda

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Guillermo Carnero (Valencia, 1947), es uno de los autores vivos más importantes, en su condición de integrante de los Novísimos y de estudioso de la poesía, entre otros de Cántico.

Ha estudiado la poesía de todas las épocas. ¿Esperaba que evolucionara hacia donde ha evolucionado?

Si he de serle sincero no lo esperaba, porque mis expectativas estaban orientadas por lo que hay que llamar y considerar «poesía culta»: la que se lee en un libro impreso , la que se enseña en la Universidad, la que se crea y se valora entre personas educadas. Cabía esperar que la poesía culta hubiera ido constituyéndose en sucesivas síntesis de vanguardia y tradición , y eso es lo que en términos generales ha sucedido. Era incluso esperable que la poesía, como la literatura toda, se orientara hacia el doctrinarismo ideológico y se convirtiera en un lacayo de la política, y así ha sido también.

¿Por qué lo dice?

Lo vemos a diario, cuando los agasajos nacionales e internacionales que reciben determinados escritores , al margen de su calidad, se otorgan de hecho a su sexo, su raza, su pueblo o su país, cuando se quiere llamar la atención sobre ellos. Pero lo que no era esperable es que la cultura iletrada creciera como un tumor hasta ser dominante, lo cual ha sido posible porque la cultura letrada ha perdido la batalla de la comunicación. Y mientras la degradación de la educación impedía la formación de anticuerpos defensivos, la cultura iletrada ha dispuesto a su antojo de los medios de comunicación de masas , la televisión y las llamadas redes sociales. El analfabetismo de ese mundo paralelo ha evolucionado hasta convertirse en la cultura de quienes carecen de otra. Sus víctimas son millones, y resulta un referéndum cotidiano en el que la calidad es sustituida por la popularidad descerebrada , y descubren subproductos que pueden digerir sin esfuerzo, con cuya mediocridad se solidarizan porque reafirma y ennoblece la suya.

«Al contrarrestar el ninguneo a Cántico cumplí con el deber de decir la verdad»

Cosmopoética es un festival que llena las salas para escuchar poesía. ¿Qué aporta al poeta el contacto con el público? ¿Cobran una dimensión distinta los textos?

Creo que existe una demanda social de expresión de la intimidad , y que por eso muchas personas se acercan a foros como el nuestro, que les brindan la oportunidad de no sentirse solos entre la muchedumbre y no caer en el seudolirismo de servilleta de papel. En diálogo con el público, el escritor puede calibrar el alcance de esa demanda, y constatar en qué medida se está comunicando con sus lectores. Al mismo tiempo, en diálogo con sus colegas puede hacerse una idea de la cartografía literaria de cada momento.

¿El poeta escribe para hacerse escuchar y comunicar o por la necesidad íntima de escribir?

Escribe en un primer momento para sí mismo, para responder a la demanda de conocimiento y autoconocimiento que la realidad le plantea. Por qué ciertos lugares, ciertos momentos, ciertas personas, han sido importantes para él, han modificado su sensibilidad o su pensamiento, le han llevado a territorios de la imaginación que hasta entonces no había recorrido. La respuesta a esas preguntas exige ser escrita porque se revela a sí misma en el acto de escribir, y sólo en él. Ahora bien, como dijo en una ocasión José Hierro , un poeta es como la hoja de un árbol que vibra al viento y habla, mientras las otras permanecen mudas: su voz es una voz compartida, que las hojas calladas reconocen como suya.

En Córdoba la huella poética de Cántico es todavía muy patente. ¿Cree que habría quedado oculto de no mediar su aportación en los años 70?

Baltasar Gracián dijo, en uno de los aforismos de «Agudeza y arte de ingenio», que lo sabio y lo hermoso tienen en su favor el ser eternos, y si el tiempo presente no lo reconoce, vendrán otros que lo harán. Si al cabo de los siglos Donne encontró a Eliot, y Góngora a Dámaso Alonso y la generación del 27, no hay duda de que Cántico, y su mejor poeta, Pablo García Baena, habrían encontrado su adalid antes o después. Cuando yo empecé a escribir y a leer cayó en mis manos «Antiguo muchacho» de Pablo García Baena , que fue en su momento la voz clamando en el desierto. García Baena y Cántico fueron para mí un magisterio irrenunciable, junto a Góngora y el Barroco, el Modernismo, Luis Cernuda y Constantino Cavafis . Lo que mi generación quiso aportar en los años 70 del siglo pasado no se entiende sin esa continuidad. En los años 70, Cántico llevaba a sus espaldas un cuarto de siglo de incomprensión y ninguneo que me consideré moralmente obligado a denunciar y contrarrestar, y siempre he creído que con ello cumplí con un deber fundamental: decir la verdad.

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