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Opinión

Domingo de Ramos

Porque hoy volverá a salir el sol por el rosetón de San Lorenzo como cada amanecer del Domingo de Ramos en Córdoba

La Borriquita sale de San Lorenzo en el Domingo de Ramos del año pasado Álvaro Carmona
Francisco Poyato

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La plaza de Capuchinos fue, como dejó escrito Pablo García Baena , «un Stábat Máter de cal y silencio». Y quizás en la callada plaza que mejor resume Córdoba pudo escucharse como nunca el tumulto de rezos, votos y promesas que cada Viernes de Dolores brotan de los cordobeses para enjugar el dolor de su Señora y alumbrar las tinieblas de una Pasión que hoy nace llevando más que nunca la procesión por dentro. Porque hoy volverá a salir el sol por el rosetón de la iglesia de San Lorenzo como cada amanecer de Domingo de Ramos en Córdoba, iluminando el alboroto de la chiquillería que esperará en sus ventanas el paso imposible de aquel profeta de Nazaret de Galilea por un Jerusalén expectante sobre lo que de aquel hombre se hablaba.

A lomos de un borrico ataviado de mantas, entre el blanco inmaculado de túnicas, el dorado de palmas y el verde oliva de los ramilletes que cortejaban al proclamado Rey de los Cielos y la Tierra. Hoy es Domingo de Ramos . Aunque los balcones no se abran para ventilar las túnicas enganchadas a los altillos, o las planchas se aceleren a poner el último acento a la seda de estreno; aunque los ecos de tambores y cornetas no marquen el tiempo del día que se hace eterno y las marchas emulen los vítores en aquella ciudad santa y amurallada; pese a que los pasos no se muden por toda la ciudad con ajetreo o la primavera salga de los viejos huertos y jardines, de los patios mutantes, exuberante, a darnos la bienvenida por cualquier esquina..., hoy es Domingo de Ramos. ¡Hosanna al hijo de David!

Aunque «El Gitano» no imponga su mayúscula impronta tostada en un mar de ojos al remolino de San Andrés; pese a que el pueblo fiel, con escapulario trinitario, no alargue el manto cautivo del Rescatado en su severo paso de castigo por el pasillo carcelero del Realejo; ni la vetusta imagen de Santiago serpentee su pena por los recovecos que dan lugar al porticado calvario de la Corredera..., hoy es Domingo de Ramos . Como cada vez que a tu mente vuelven los recuerdos de niñez, deseoso de escabullirte entre bullas perfumadas de incienso para descubrir detalles mil alrededor de un paso.

Y en la alfombra de naranjos que prenden de azahar el último rincón de la calle San Fernando , henchidos como están hoy en la ciudad de la primavera huérfana, no desafiará el alboroto los límites físicos del Compás de San Francisco , donde la oración nocturna en Getsemaní barrunta el principio del final, aunque desde el corazón cofrade y católico de cualquier casa cerrada a cal y canto, a muchos metros de allí, se acompañe a ese rezo propiciatorio en la hora de los traidores. Aunque esa manifestación popular que se esparce como ríos por las calles de la vieja Córdoba haya de contenerse en el confinamiento del cuerpo, que no del alma, hoy es Domingo de Ramos .

Aunque al otro lado del puente por el que un día llegaron nuestros patricios antepasados no se agolpe un barrio entero en el Amor que nos une de orilla a orilla, aliviando el desprecio más profundo que podamos recibir gracias a la belleza encarnada de una madre; y pese a que sea la Esperanza lo último que queramos perder en nuestro peregrinar por este sacrificio social que nos mantiene acordonados en la inquietud, el miedo pero también en las ganas de vivir, hoy volverá a ser Domingo de Ramos . E iremos en nuestro interior al encuentro de quien reina, majestuosa, con su cara de niña bonita por los confines históricos de cuestas, plazuelas y callejas sin apenas nombre.

Hoy empieza la Semana Santa y ha llegado el día que siempre estamos esperando.

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