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Contramiradas

Félix Almagro, presidente de AJE: «Cada vez que te caes te levantas más fuerte»

Ahí tienen la biblia del emprendedor. Si te caes, te levantas. Y punto pelota. Félix Almagro, por experiencia propia, sabe de lo que habla

Almagro, en su despacho VALERIO MERINO

Aristóteles Moreno

Apenas había abierto los ojos al mundo cuando probó en propia carne el sabor amargo de la ruina. En 1992 , su padre perdió todo. La empresa y el patrimonio familiar. Félix Almagro tenía solo siete años. Pero el abismo que se abría bajo sus pies no lo arredró en su vocación emprendedora innata. En el colegio ya compraba y vendía ropa a los compañeros de clase y a los 14 años estaba poniendo copas para sacarse un dinero extra. Con 18 montó su propia empresa. Hablamos de un pura sangre en el mundo de los negocios. O, lo que es los mismo, del presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Córdoba ( AJE ).

—Hay un proverbio chino que dice «cáete siete veces y levántate ocho». ¿Cuántas le faltan a usted?

—Yo digo que cada vez que te caes te levantas más fuerte porque aprendes algo nuevo. Yo he perdido dinero en muchos negocios porque me considero empresario con un carácter emprendedor muy fuerte.

—¿Quien no fracasa no vive?

—Correcto.

—Hay que fracasar para crecer.

—Sí. Hay gente a la que le ha ido bien siempre. Creo que son los que menos. Y a los que les va bien siempre dicen que todos los días se equivocan.

—¿Qué es el éxito en su diccionario particular?

—Poder descansar todos los días. No estar inquieto porque haya hecho algo mal o deba dinero .

«A los que les va bien dicen que todos los días se equivocan»

—O sea, dormir con la conciencia tranquila.

—Sí. Yo no pido nada más que eso.

—Y usted duerme con la conciencia tranquila.

—Sí. Como tienes tanta responsabilidad y tanta gente a tu cargo, muchas veces te desvelas un poco y piensas en los problemas que pueda tener la empresa para saber luego cómo solventarlos.

—Cuando su padre se arruinó, usted tenía solo 7 años. ¿Se le cayó el mundo encima?

—Mi padre tenía la costumbre de trabajar los domingos y nos llevaba a la empresa a jugar. Nos dábamos cuenta de que la empresa iba a menos, que había menos coches, que había menos gente y que dejamos de vivir en el mismo sitio.

—Un desahucio para un niño tuvo que ser una experiencia particularmente traumática.

—Nosotros tuvimos suerte. Un amigo de mi padre salvó la casa con todo preparado ya para irnos. Que, por cierto, con esta crisis se han arruinado ellos.

—La ruina va por barrios.

—Sí.

—¿Para ser empresario hay que ser un poco suicida?

—Pienso que no. Pero hay que estar preparado para todo. Esa es la clave. Que no te pille nada de sorpresa. Evidentemente, el tema del Covid nos ha pillado a todos de sorpresa. Ningún empresario, en el peor de los escenarios, se planteaba una situación así. Los empresarios deben tener la visión de que todo puede pasar. Al final, nos jugamos siempre nuestro patrimonio.

—¿Y cuál es el peor escenario para usted?

—No poder darle a mis hijos de comer.

—El anterior presidente de la AJE, Francisco Castejón, declaró que «el de los emprendedores es un gen rebelde».

—El emprendedor debe ser una persona enamorada de su proyecto.

—Y usted está enamorado de su proyecto.

—Sí. Lo malo es que me enamoro de muchos. Tengo más cosillas que el negocio de los coches.

—¿Qué le mueve?

—Me considero una persona ambiciosa. Pero no en el tema de dinero, sino ambiciosa en crecer y aprender todos los días. Me encanta estar rodeado de gente que me enseñe cosas nuevas. Esa es mi pasión.

El empresario, en el despacho que fue de su padre VALERIO MERINO

Se presta al reportaje gráfico en el despacho de su padre, que aún conserva en la empresa que fundó justamente en 1992 .

—¿A qué aspira?

—A poder jubilarme alguna vez.

—Eso no casa mucho con el emprendimiento.

—No. Yo aspiro a que la empresa crezca cada vez más sin que esté yo y creo que lo estamos consiguiendo.

—También dijo Francisco Castejón lo siguiente: «Estoy en contra del salario mínimo».

—Yo prefiero no entrar en ese debate y más en la situación en que estamos ahora mismo.

—Es un debate que está a la orden del día para un empresario.

—Pienso que el salario mínimo depende de las circunstancias. Si subió antes de la pandemia, ahora deberíamos sentarnos de nuevo.

«El emprendedor vive en la eterna incertidumbre»

—¿Le pone la incertidumbre?

—El emprendedor vive en una eterna incertidumbre.

—Y a usted le estimula.

—Si no, no estaría todos los días al pie del cañón. Cerraría la empresa y me iría a trabajar para alguien.

—¿Está usted preparado para el teletrabajo?

—Personalmente yo no. Llevo 14 años en la calle y mi trabajo siempre ha estado ahí.

—En el futuro, ¿todos trabajaremos desde casa?

—No. Creo que seguirán existiendo trabajos que no se puedan hacer desde casa.

—¿Qué revolución empresarial está por llegar?

—Lo que creo es que todo el mundo debería intentar montar su propia empresa para saber qué es lo que realmente sentimos nosotros como propietarios.

—¿Sueña con ser empleado por cuenta ajena?

—No. Siempre digo lo mismo: soy un enamorado de ser dueño de mi tiempo, aunque luego le dedico al negocio 15 o 16 horas diarias y tengo menos vacaciones que cualquiera de mis compañeros .

—Quiere mandar usted en su esclavitud.

—Exactamente. Nunca me lo había planteado así.

«De la pandemia he aprendido a valorar el tiempo»

—¿Hoy quien no navega en el océano digital se ahoga?

—Sí. Cualquier negocio necesita su parte digital y, por suerte o por desgracia, nos lo han demostrado ahora dándonos en la boca con el confinamiento.

—¿Que ha aprendido usted de la pandemia?

—Sobre todo, a valorar el tiempo. Antes ibas corriendo de un sitio para otro y las cosas importantes, al final, se te escapaban de las manos.

—Si ve un sindicalista, ¿sale corriendo?

—No. Creo que cada uno debe jugar su papel. Y destacaría eso de esta pandemia: los sindicatos y las asociaciones empresariales están llegando a acuerdos muy importantes. Eso es un ejemplo.

—Empresarios y sindicatos están condenados a entenderse.

—Sí, claro. No podemos no entendernos. Y más con la situación tan delicada en que se están encontrando las empresas y los trabajadores.

—Si salimos vivos de la pandemia, luego nos queda el desafío del calentamiento global. Se está poniendo el año rarito.

—El año se está poniendo muy complicado porque no nos ponemos de acuerdo en nada.

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