Hazte premium Hazte premium

Crítica

«La flauta mágica», ópera en el Gran Teatro de Córdoba: Mágica ma non troppo

«Pablo García-López fue ovacionado con justicia y cariño por una actuación donde, imperando la profesionalidad, no faltó el buen gusto y el arte cada día mayor de nuestro tenor»

Pablo García-López en un momento de la actuación Valerio Merino

Manuel Muñoz Moya

No seré yo quien se atreva a cuestionar el hito que en la historia de la música constituye esta « Flauta» del genio de Salzburgo . Tampoco quien ponga en duda la belleza de sus melodías, mas he de confesar, y lo digo de entrada, que en ninguna ocasión ha llegado a arrebatarme, a emocionarme de veras, esta señera ópera.

Esta vez, además , me aburrí , pues la duración, ya extensa de por sí de la obra, se vio artificialmente prolongada, o al menos así me lo pareció, con los parlamentos añadidos, las mil y una gracietas del buen Papageno que brincó incluso por el patio de butacas y aquel deambular, lento y arriesgado, de los personajes por las siniestras y empinadas escaleras de ambos lados de la escena, en un «continuum» subir para bajar y bajar para subir y, de nuevo, bajar. Además, los evidentes silencios, ruidos y musiquillas ajenas -me pareció escuchar incluso al gran Sinatra- aportaron si no una mayor duración, sí al menos una clara apariencia de ello.

Pablo García-López cantó como pudo, y fue más que bastante, el papel de Tamino que parece escrito especialmente para él, inmerso todavía en una seria afección que empalidecía la habitual belleza y entorpecía la emisión de su cada día más robusto instrumento. Fue ovacionado con justicia y cariño por una actuación donde, imperando la profesionalidad, no faltó el buen gusto y el arte cada día mayor de nuestro tenor. Más que buena, aunque con algún pequeño «gritito», la Pamina de Ruth Rosique , como también fue bueno, dentro de una actuación con demasiados tintes circenses, el Papageno de Manel Esteve. Todos los demás estuvieron bien y así, como siempre, Stefano Palatchi, a pesar de no ser al menos ahora el bajo profundo que demanda Sarastro y la italiana Vittoriana De Amici quien, como la reina de la noche, brilló en los famosísimos fa naturales y evidenció, como casi siempre ocurre, deficiencias en las notas más graves.

Buena, muy buena fue la dirección escénica de Paco López; no me entusiasmó la producción, abigarrada en exceso y un poco mescolanza de enfoques y estilos muy diversos y me encantó, lo mejor de la noche, la actuación de la Orquesta de Córdoba, que bajo la magnífica dirección del maestro Carlos Domínguez-Nieto , ofreció una lectura de la partitura esencialmente alemana. ¡Un gozo nuestra Orquesta! Bien o al menos correctos todos los demás -con el buen hacer del Coro Ziryab y de los novedosos actores, entre ellos Álvaro Barrios - contribuyeron al triunfo de la ópera, acogida con claras ovaciones del público que, llenando el teatro, se mostró menos «desatado» que de costumbre al valorar lo mágico, no mucho, de la representación, cuyos momentos más tediosos supo soportar con entereza.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación