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Patio de los Naranjos

Historiadores y arqueólogos avalan la importancia del hallazgo en la Mezquita-Catedral de Córdoba

Los hallazgos preliminares confirman que los restos sólo pueden corresponder al palacio episcopal tardorromano

La ciencia combate el negacionismo de la presencia cristiana previa a la Mezquita de Córdoba

Un detalle de la excavación Valerio Merino

Rafael Verdú

Para un lego, los restos arqueológicos que han vuelto a ver la luz después de casi un siglo en el patio de la Mezquita-Catedral podrían no ser más que un montón más de piedras -quizás con algunos adornos-, de las tantas que ya hay en Córdoba. Los expertos, por el contrario, destacan la enorme importancia de esta excavación -en realidad, una reapertura de trabajos mucho más antiguos-; pocos yacimientos hay que puedan aportar tanto al conocimiento de la historia de la ciudad.

Promovida por el Cabildo, la excavación ha sido mostrada al público sin esperar siquiera a que terminen los estudios de los arqueólogos, en un afán de transparencia. Ahí está la cicatriz del Patio de los Naranjos para quien quiera verla, y justo debajo una gran cantidad de objetos que para los arqueólogos e historiadores son verdaderos tesoreros.

Aún falta tiempo para que se conozcan los resultados definitivos de la investigación arqueológica , pero los responsables de las prospecciones ya apuntan que todos esos sillares, mosaicos y huesos se corresponden con un gran edificio episcopal (o sea, religioso) anterior a la llegada de los musulmanes. Así lo ven algunos de los expertos que conocen bien la historia y el sustrato arqueológico de Córdoba.

Rafael Sánchez Saus

Lo que ha aparecido bajo el suelo del patio de la Mezquita «no sorprende a nadie», dice Rafael Sánchez Saus , catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz. Los restos vienen a confirmar lo que ya se sabía por las fuentes escritas, esto es, que la aljama de Córdoba se levantó sobre un templo cristiano anterior.

No por esperado el hallazgo tiene menos importancia. Revela el papel destacado de la Córdoba tardoantigua , cuando funcionaba como «una especie de ciudad autónoma libre en el valle del Guadalquivir, en una zona en la que aún no se había asentado el pdoer visigodo», explica Sánchez Saus.

Hablamos del siglo V de nuestra era. La ciudad se había ido expandiendo y abriendo poco a poco hacia el río . Lo que hoy es la almendra principal del casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad fue cogiendo relevancia urbanística desde antes de la llegada de los musulmanes.

Zanja abierta en el Patio de los Naranjos para la investigación arqueológica Valerio Merino

Quienes también estaban siendo cada vez más relevantes eran los obispos , «sobre todo donde había comunidades crstianas fuertes como Córdoba», dice Sánchez Saus. Un ejemplo de ello es el prelado cordobés Osio, una figura que adquirió una enorme importancia en el mundo romano de la Antigüedad tardía.

Con esos mimbres (una ciudad que miraba cada vez más al río y unos obispo con un poder en ascenso), tiene lógica que el palacio episcopal estuviera situado cerca de la ribera fluvial y no en algún arrabal. Justo donde han vuelto a aflorar estos restos.

El historiador de la UCA resume la importancia de los hallazgos así: « Hay coherencia entre lo que sabemos de la sede cordobesa, su importancia y los edificios que están apareciendo, así como con los primeros tiempos musulmanes». Y apostilla: « Todo cuadra perfectamente , salvo el empeño de algunos de querer negar la evidencia que venía de las fuentes árabes». Los mismos que ahora, asegura, «se inventarán otro cuento».

Alexandra Chavarría

De igual modo piensa la historiadora de la Universidad de Padua Alexandra Chavarría , experta en la época y en los obispos que transformaron todo un mundo. Para ella, las fuentes históricas pueden ser más o menos detalladas, pero nunca mienten , y dicen «sin ningún tipo de duda que ahí estaba la iglesia de San Vicente». Los recientes redescubrimientos confirman lo que ya se sabía por los escritos.

Esos muros y mosaicos que han aparecido bajo el Patio de los Naranjos, si se confirma su datación, son de tal riqueza que « solo pueden haber pertenecido al ámbito episcopal », indica la especialista. Ello es así por la única, pero infalible razón, de que sólo los obispos podían permitirse esos lujos.

Alexandra Chavarría, durante una conferencia en la Mezquita-Catedral en 2018 Valerio Merino

En esa época (siglo V), según explica Chavarría, «las ciudades del imperio, no sólo Córdoba sino también Roma o Milán, caen en una profunda crisis y decadencia . La única parte de la sociedad que tiene los medios para construir esa estructuras es la Iglesia, y en particular el obispo».

Un palacio episcopal tardorromano nunca puedo estar en las afueras , como sugieren otras tesis sobre Córdoba. Allí se ubicaban iglesias martiriales tal vez, pero no los verdaderos centros de poder. Asi funcionaban las ciudades del arco mediterráneo, y la nuestra no era una excepción.

Por todo ello, la excavación promovida por el Cabildo es « importantísima y fundamental porque podrá marcar el conocimiento de la ciudad en los próximos años y ayudar a entender mejor su propio pasado».

Trabajos arqueológicos en el Patio de los Naranjos esta semana Valerio Merino

Juan Murillo

El arqueólogo de la Gerencia de Urbanismo, Juan Murillo , se muestra entusiasmado con los hallazgos mostrados al público en la Mezquita-Catedral. Como a todos los expertos a los que les gusta buscar cosas bajo el suelo, la zanja abierta en el Patio de los Naranjos « nos pone la miel en los labios y eso que sólo estamos viendo la punta del iceberg». La importancia de este yacimiento es enorme, asegura.

Uno de los valores de esta excavación es que se realiza sobre la base de lo ya conocido en los años 30 del siglo XX, unos trabajos que nunca se terminaron y de los que sólo quedaron planos y fotografías. «Lo fácil es continuar excavando, pero trabajar sobre lo ya excavado como se está realizando aquí, y con ese rigor , es muy difícil», expone.

La falta de conclusiones de aquella prospección inicial dio lugar a las posteriores especulaciones sobre el origen del gran templo musulmán. Nunca, dice Murillo recurriendo al símil hispano, « se había cogido el toro por los cuerno s». Ahora sí, y tal como este arqueólogo municipal ya había publicado antes, «se está demostrando lo que sabíamos por textos árabes y cristianos : que con anterioridad a la mezquita había un conjunto que solo puede ser el palacio episcopal de la Córdoba tardoantigua».

Juan Francisco Rodríguez Neila, en su participación en 'El templo de Córdoba' en enero de 2019 Álvaro Carmona

Juan Francisco Rodríguez Neila

En un extenso artículo pulicado tras la celebración del ciclo 'El templo de Córdoba' organizado por ABC en 2019 , el catedrático de Historia Antigua de la UCO Juan Francisco Rodríguez Neila detalla el avance del cristianismo en la ciudad en los últimos tiempos de Roma.

En fecha tan temprana como los comienzos del siglo IV, el cristianismo ya debió estar presente con fuerza en la ciudad. Fue entonces cuando tuvo lugar un concilio en Granada (Iliberris para los romanos) al que acudieron representantes de las comunidades de la Bética, entre ellos de Epagra (Aguilar), Epora (Montoro), Carbula (Almodóvar), Ategua (Santa Cruz), Egabrum (Cabra), o Ulia (Montemayor). De Corduba fueron el obispo Osio y el presbítero Juliano.

Aquel encuentro debió celebrarse en Corduba como capital de la Bética; si no fue así, relata Rodríguez Neila en su artículo -el autor no ha querido participar en este reportaje-, es porque « no hubiera sido prudente celebrarlo allí donde tenían su sede precisamente los representantes del poder imperial». Aunque era la época de las últimas persecuciones de cristianos, aquellos primitivos fieles aún tenían que andarse con pies de plomo.

Gracias al sínodo de Granada, el catedrático concluye que la sede episcopal de Córdoba ya existía a comienzos del siglo IV , aunque se desconoce su origen exacto. A lo largo de la centuria, relata Rodríguez Neila, « se fue configurando una nueva aristocracia episcopal , heredera del antiguo orden senatorial, y surgida de las élites convertidas al cristianismo».

Cien años después, el episcopado podría haberse trasladado a la basílica de San Vicente, «en torno a la cual se fue desarrollando un importante complejo» , dice el historiador. Esos serían los restos que se han vuelto a excavar ahora.

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