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La hora punta del turismo en Córdoba el 12 de octubre

La jornada deja largas colas en el corazón monumental y actividad en tiendas y restaurantes

Colas para comprar una entrada en la Mezquita-Catedral VALERIO MERINO

LUIS MIRANDA

Hasta hace poco, lo de «santificarás las fiestas» se tomaba casi al pie de la letra, y quizá de allí venga cierta costumbre de los cordobeses de echarse a la Sierra y al campo, por lo común muy a mano. Había que escaparse a la naturaleza, porque la ciudad apenas dejaba sitio para bares y restaurantes, no todos, que además iban cerrando conforme avanzaba la tarde. Ahora el concepto de día festivo es elástico, porque el Centro de la ciudad no se queda vacío, sino que cambia de inquilinos . El 12 de octubre es fiesta nacional y tiene un adoquín, el 13 de octubre, que lo une con el fin de semana para hacer un largo puente, y ayer fue muy distinto de un domingo. Abundaba la bulla, aunque con acentos distintos de los habituales.

En el corazón monumental de Córdoba estaba instalada la hora punta al mediodía. No sólo por la llovizna que quiso adelantar un poco el otoño, sino también por la densidad del tráfico entre Doctor Fleming , Santa Teresa Jornet y el Alcázar, por donde se cruzaban los grandes autocares que venían de dejar a los turistas mientras los coches particulares, también de visitantes, buscaban un sitio en el aparcamiento, aunque tuvieran que hacer cola. Nada de día festivo en el Alcázar . Sí lo era para los cientos que a esa hora hacían fotografías en el Salón de los Mosaicos , disfrutaban de los jardines, paseaban por las torres o hacían una larga cola, que en algún momento estuvo a punto de cruzar la calle y meterse en Amador de los Ríos .

Céspedes y Deanes ofrecían el aspecto abigarrado de un zoco árabe

Allí estaban, en la calle, con ganas de disfrutar de la ciudad, los turistas que este puente llenarán los hoteles de la ciudad hasta acercarse al cien por cien , que se puede alcanzar mirando las calles de la ciudad. La calle Torrijos parecía a esa hora Cruz Conde en su momento de mayor actividad. Las colas recorrían el Patio de los Naranjos y luego llenaban el interior del monumento de guías que explican y de gente que la recorre a su aire, disfrutando sin palabras de que lo que ofrece no siempre se puede explicar con palabras.

Deanes, Céspedes y Encarnación tenían aire de zoco árabe y el Festival de las Callejas estaba en pleno auge y se disfrutaba de rincones de Córdoba tan recónditos como imprescindibles de disfrutar. El turismo de Córdoba es sobre todo cultural, de guía bien fundamentada y de mirada inteligente, pero a veces también gusta de relajarse. Ayudaba, sí, el que la Sinagoga y Medina Azahara estuvieran cerradas por la tarde . Por eso, ya por la tarde, en la dulce sobremesa, había que mirar al Centro, que no tiene tantos atractivos culturales, pero que sí daba el aspecto de cualquier tarde laborable , con tiendas abiertas y cafeterías llenas. Festivo lo fue para algunos, pero los días de descanso sólo se gozan cuando se ha hecho caja en los laborables.

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