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CONTRAMIRADAS

Niño Rubén, fagotista: «Mi maestro he sido yo»

El titular parece un acto de soberbia. No lo es. Niño Rubén ha abierto un camino nuevo fusionando el fagot y el flamenco

Niño Rubén ABC

Aristóteles Moreno

A quién diablos se le ocurre mezclar el fagot con el flamenco? Al Niño Rubén. ¿Y quién es el Niño Rubén? Pues un chaval de Doña Mencía que ingresó en el Conservatorio con 9 años y se le clavaron los ojos en un instrumento rarito y largo como un día sin agua. Lo demás vino rodado. Rubén Jiménez puso la tradición inmemorial de su tierra y el fagot añadió ese sonido grave propio de la música de cámara. El resultado es que este joven de 23 años es reconocido hoy por la crítica como un instrumentista innovador que ha abierto nuevos caminos creativos.

¿Qué ha inventado el Niño Rubén?

A mí me suelen denominar como el creador del fagot flamenco, pero no me considero creador de nada. Las raíces flamencas las fui recordando de mi niñez, cuando escuchaba la música española. Vivir en esta tierra es el artesano del sabor flamenco. Y el fagot es una herramienta con la que he mostrado mi libertad.

Rubén Jiménez Urbano (Sevilla, 1997) nació en la capital hispalense de forma accidental. Su familia es de Doña Mencía y en Lucena ha habitado buena parte de su existencia. Su singular trayectoria musical arranca como la de otros miles de niños que llaman a la puerta del Conservatorio en el umbral de su pubertad. El fagot le cayó en las manos por azar. Y a él le ha dedicado los catorce años que lleva explorando sus posibilidades. Aunque su formación es académica, en los últimos años ha trabajado tenazmente para hibridar un instrumento genuinamente clásico con el flamenco. El experimento ha sido bien recibido por la crítica, que ya lo aclama por su fuerza transgresora y como el único representante en el mundo del fagot flamenco . Afable y solícito, despeja su apretada agenda estival para atender por teléfono a ABC Córdoba desde Lucena, la ciudad donde reside.

¿Hay algún instrumento menos flamenco que el fagot?

No lo sé. Eso se lo deberían contestar otros instrumentistas. Yo realmente creía en el fagot, en su sonido y en su capacidad de transmitir y conectar con el público. Y mi lenguaje ha sido siempre el flamenco. Es mi manera de expresarme.

Meter el fagot en el compás flamenco es la cuadratura del círculo.

Observo que el ritmo flamenco va completamente libre y a la vez es palpable y sólido. Esa combinación se funde en el flamenco.

¿De dónde le nace el arte caló?

Creo que de la niñez. De escuchar y vivir en esta tierra. Por eso quise presentar en Doña Mencía esta libertad mía. En estas calles crecí con el flamenco y aprendí a amar mi cultura .

¿La clásica le aburre?

No me aburre pero ahora siento que conecta mucho menos con mi persona. La clásica tiene que estar ahí y me gusta escucharla.

Riesgo como necesidad

¿La música sin riesgo es agua estancada?

En parte podríamos decir que sí. Pero la música tiene que nacer de algo espontáneo. No nos sirve el riesgo por el riesgo, sino el riesgo porque uno lo necesite.

Y usted lo necesita.

Sí. Yo lo he necesitado para sentirme capaz de demostrar que mi instrumento tiene cabida en el mundo de la música en general. Yo hablo el lenguaje que hablo y por eso he hecho flamenco. Si fuera americano lo hubiera traspasado al jazz .

Ha colaborado con José Mercé y Dorantes, y ha recibido numerosos premios. ¿Que más se le puede pedir a la vida?

Poco más. Más que los reconocimientos , es el camino y todo lo que te hace aprender. Eso te hace descubrir quién eres y por qué has nacido aquí, en este tiempo y en este lugar.

Dice usted: «Solo pretendo ser feliz». ¿Le parece poco?

Ni muchísimo menos. Hay tanta gente que desearía ser feliz. Yo lo soy y no se me ocurre una manera más bonita que compartir esa felicidad con el público. Mucha gente me dice que lo he ayudado al escuchar mi música. Ese es el reconocimiento más grande que me pueden hacer.

¿El escenario le da vértigo o le alimenta?

Es un continuo diálogo. No existe una cosa sin la otra.

Orígenes

¿Qué se trae entre manos?

Ahora me traigo entre manos hacer varios conciertos después de todo este lío del Covid . El año próximo termino mi carrera y lo que quiero es juntar toda mi investigación para desarrollar un proyecto donde describía lo que era el fagot flamenco para que la gente entienda la grandeza de nuestro arte.

Ha tenido que cancelar su presentación en Madrid debido al coronavirus. Pero el 21 de agosto estará nuevamente en su pueblo con el fagot por delante. En Córdoba capital también se dejará ver durante la primera quincena de septiembre, a la espera de que se reactive la industria musical, gravemente golpeada por la crisis sanitaria. Mientras tanto, culmina sus investigaciones en flamencología , cuya disciplina ha añadido a su más que completa formación musical.

¿Qué le dicen sus maestros?

El maestro realmente que he tenido en la vida he sido yo. Y yo me exijo mucho. Soy muy perfeccionista y lo único que me digo es que no me traicione nunca.

En el mundo de la academia, usted será una oveja descarriada.

Sí. Eso creía yo al principio y, en cierto modo, lo soy. Pero la verdad es que estas dos aficiones de público me han acogido muy bien. Han visto ese respeto y sabiduría. Sé lo que hago y lo que quiero defender. Por el mundo del fagot, están encantados de que haga un nuevo repertorio y de que dote de una faceta más solística a este instrumento tan desconocido. Mi objetivo es que sea más valorado cada día.

¿Los críticos le quitan el sueño?

No. Los críticos simplemente dan su opinión. Cuando las críticas son buenas, lo agradezco. No es nada fácil presentar algo que nadie ha hecho. Ese miedo lo he tenido siempre además siendo una persona tan pesimista. Hay muchos críticos que no saben de música y esas críticas no me terminan de llegar.

Originalidad

¿De dónde recibe más palos: del mundo flamenco o del clásico?

El mundo flamenco tiene esa variedad que no tiene ningún otro universo musical. El clásico tiene más tradición pero el flamenco, al ser de tradición oral , tiene elementos, como el ritmo, que nunca han perdido su esencia.

Es usted el único representante mundial del fagot flamenco. O sea, el mejor.

Bueno, mirado así, sí. Yo presenté mi trabajo en el año 2017 y tiene poco tiempo de vida. En 2019 es cuando presenté el vídeo en internet. Lo que uno hace desde el corazón llega al público . La respuesta ha sido satisfactoria. Soy el único. Es verdad que hay mucha gente que se quiere ir sumando.

Y todavía no le ha salido ningún competidor.

Todavía no.

Si le digo Enrique Morente, ¿usted qué me dice?

Libertad. Simplemente. Para mí, es el más flamenco de todos. Abarca desde lo más clásico hasta lo más vanguardista . Aglutina todo.

¿Sin libertad se puede crear?

Yo creo que no.

¿Vive usted confinado con el fagot?

No. Hemos pasado una época distantes pero nos compenetramos bien. Una vez que lo dominas tienes una relación bonita.

¿Y lo del rey emérito qué se merece: unas alegrías o una marcha fúnebre?

Yo lo que creo es que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio.

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