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Tribuna libre

«Origen y leyenda de la Feria de Córdoba», tribuna de Manuel Ramos Gil

En la historia se yuxtaponen dos fenómenos distintos en el siglo XIII y en el XVII

Pozo en que se halló la imagen de Nuestra Señora de la Salud en el año 1665 ABC

Manuel Ramos Gil

Lo que hoy conocemos como la «Feria de Córdoba» tiene su origen en la yuxtaposición de dos eventos distintos, acaecidos en diversos momentos históricos. El primero de ellos acontece tras la concesión de dos ferias anuales en privilegio otorgado al concejo de Córdoba por el rey Sancho IV en 1284 . Este tipo de privilegios constituían un instrumento político ideado con el fin de apoyar la repoblación tras la reconquista, incrementar la actividad mercantil, así como fortalecer las políticas fiscales inauguradas durante el reinado de Alfonso X durante el siglo XIII.

Para la ubicación de la feria se eligió la calle San Fernando , precisamente llamada «de la Feria» por esta causa. En los primeros años, esta calle presentaría un aspecto diametralmente distinto al que hoy ofrece. Así pues, si retrocediésemos 800 años , subiendo la citada vía, tendríamos la sensación de estar más que ante una calle, ante una gran explanada limitada en su margen izquierdo por una impresionante muralla de origen romano con más de siete metros de altura.

Por su parte, en el margen derecho, a excepción del convento de San Pedro el Real , actual iglesia de San Francisco -que comenzó a construirse en 1241-, no habría otras casas y construcciones en una gran extensión de terreno.

Pero tras la concesión de aquellas ferias todo comenzó a cambiar rápidamente; los comerciantes fueron adosando sus tenderetes al adarve de la ciudad, muralla que llamaron el «Muro de En medio» . Con el paso del tiempo, aquellos frágiles puestos se hicieron permanentes, utilizando estructuras fijas y convirtiéndose en las llamadas «casas-tienda». La última etapa, una vez que las murallas dejan de tener su antiguo valor defensivo, se produce con la adición de varias plantas de alturas a aquellas tiendas, plantas que se utilizan como viviendas, dando como resultado las «casas- tubo», esto es, viviendas con muy poco solar ( el que en su origen tenían los originales tenderetes) y mucha altura. Aún se conservan algunas de esta tipología.

Al tiempo que se consolida aquel caserío adosado a la muralla, los tenderetes de la zona izquierda hacen lo propio y terminan convirtiéndose en edificaciones permanentes , conformando el trazado de la actual calle de la Feria. Esa margen derecha, así como las callejas situadas a su espalda, a partir del siglo XIV, comienza a ser conocida como el Barrio Nuevo de Tundidores , nombre que hacía referencia a los artesanos que igualaban y recortaban los paños.

El segundo hito importante, precedente de nuestra feria, tiene lugar en 1665 en unos terrenos situados extramuros, junto a la Puerta de Sevilla . Cierta mañana, un labriego llamado Simón de Toro nota cómo su arado tropieza en un obstáculo. Junto a su compañero Bartolomé Peña , excavan en la tierra para descubrir el motivo por el que la reja no horadaba el terreno. Cuál fue su sorpresa cuando al apartar la tierra descubren un bello brocal de pozo elaborado en un delicado mármol blanco y negro.

Tras construirse la ermite, se celebraba una velda por la fiesta de Nuestra Señora de la Salud

Pero la sorpresa no había terminado, pues en el interior encuentran una pequeña imagen de una virgen. Esa misma tarde la imagen es depositada en el patio del labriego, en el barrio de San Basilio o del Alcázar Viejo, comenzando el tránsito de curiosos y vecinos que también acuden al pozo para beber su agua.

A los pocos días, alguien pregona que aquel agua es milagrosa; da salud y cura a los enfermos. Como era de esperar, el rumor cunde por las calles de Córdoba y se forman largas colas para tomar el supuesto líquido curativo. Entretanto, la Virgen es llevada a la iglesia de San Francisco mientras que en el lugar del hallazgo, con los donativos de los fieles, comienza a erigirse una pequeña ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de la Salud .

Allí es trasladada la Virgen en solemne procesión en 1677, una vez terminada la ermita. Los franciscanos , fervorosos devotos de la imagen, deciden enterrarse en los terrenos aledaños, surgiendo de esta forma el llamado cementerio de la Salud , que se convierte en municipal a principios del siglo XIX.

Concluida la ermita, se instaura en el mes de mayo una velada para celebrar la festividad de Nuestra Señora de la Salud, acudiendo a ella multitud de cordobeses a tomar aguas y a ver a su virgen. A este reclamo acuden todo tipo de tenderetes de entreteniendo y vendedores de golosinas. En paralelo, se sigue celebrando la primitiva feria ganadera y agrícola , la cual, sin embargo, había sido trasladada desde la calle de la Feria al entorno de la Puerta de Gallegos , buscando la cercanía de una plaza de toros que existió en el Campo de la Merced.

Finalmente, dada la poca distancia y la práctica coincidencia de fechas, ambas ferias quedan ensambladas y terminan ubicándose en los jardines de la Victoria hasta el año 1994, momento en el que se traslada a su actual emplazamiento en el recinto del Arenal.

Lo cierto es que mucho antes de aquel traslado, los cordobeses ya se habían olvidado de su Virgen de la Salud. Pocos visitan la ermita y su pozo, que por cierto, sigue allí. Sin embargo, el brocal desapareció hace muchísimos años, permaneciendo en paradero desconocido hasta el día en el que, para mi sorpresa, lo encontré por casualidad en un lugar del todo insospechado: en uno de los patios de la casa de los Cruz Conde . Me percaté del hallazgo al leer la inscripción:

«En este pozo se halló la imagen de Nuestra Señora de la Salud… Año 1665»

¡Quedé fascinado!

Manuel Ramos Gil es notario y dirige la Casa de las Cabezas

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