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Pasar el rato

Pobres y viejos

Si los viejos no son patrimonio de la humanidad, y aquí Córdoba también lleva ventaja, es que la humanidad ha perdido la cabeza

Un jubilado en el parque Madre Coraje de Córdoba Valerio Merino
José Javier Amorós

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Las cosas tienen que ver entre sí más de lo que parece. Dicen quienes saben que Córdoba se está llenando de pobres y de viejos . Somos la provincia de Andalucía que produce más viejos y una de las de España que produce más pobres. A uno le parece que la primera condición tiene más ventajas que la segunda, siempre que no vaya unida a la segunda. Los viejos son pobres de tiempo y los pobres son viejos de esperanza . Las sociedades modernas, de internet y abdominales, tratan a unos y a otros con la misma desdeñosa compasión. Sirven para poco, piensan, y obligan a importantes desembolsos de dinero y de sentimientos. La falta de sentimientos se disimula peor. El Ayuntamiento de Córdoba, que tiene ciento veinte millones de euros ahorrados , no puede evitar que los años pasen por sus ciudadanos y dejen huella y agravios. Se ponga lo que se ponga Isabel Preysler para dormir, el tiempo no se compra ni se vende. Pero el gobierno municipal podría ayudar a que no carezcan de comida y cama muchos de sus admiradores y puedan envejecer con dignidad. A lo mejor supone que el estómago se vuelve perezoso con los años , y la solución está en esperar a que la vejez disminuya la necesidad de comida. No digamos la muerte. Para dormir se apaña uno con cualquier cajero automático.

A medida que avanza la partida, y según le hayan venido las cartas a cada jugador, observamos al resto de la mesa y exclamamos para nuestros adentros: pobres amigos viejos, viejos amigos pobres. Y no nos produce ningún consuel o, porque en algún lado encajamos también nosotros. Un viejo de parque y palomas o un pobre de comedor de beneficencia, ¿de qué le sirven a este mundo? Una mirada a nuestro alrededor, y a García Margallo no lo vota nadie y Sandokán está en la cárcel , entre deudas y achaques. No es cierto que el dinero no huela, como le decía el emperador Vespasiano a su hijo mayor, cuando Tito le reprochó que percibiera un impuesto sobre la orina de las letrinas . La moción de censura que les puso avión oficial a Sánchez y señora olía a la corrupción económica del PP, y a la de no pocos de sus avispados censores. Y en los arrabales cordobeses de hambre y miseria, el dinero huele a ausencia , que es un olor más desagradable y no menos inmoral para el poder que lo consiente.

Si los viejos no son patrimonio de la humanidad, y también en ese patrimonio lleva Córdoba ventaja, es que la humanidad ha perdido la cabeza . Uno no se incluye en la venerable categoría de la vejez porque no se considera un viejo, sino un joven desgastado por el uso habitual de la juventud. De la juventud, como de la calumnia, siempre queda algo . Muchos viejos y muchos pobres que han perdido la esperanza viven como si ensayaran el papel de difunto. Solos y deshabitados de sí. Se les ha puesto el alma fría y oscura como un sótano. ¿Quién se acuerda de mí? ¿Quién me necesita? ¿Quién me ama? Los pobres, desde su misma infancia desgraciada, conocen por la vida, no por el arte, el significado del último terceto del soneto más famoso de uno de los Argensola : «Porque ese cielo azul que todos vemos / ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande / que no sea verdad tanta belleza!» Niños sin cielo azul, qué forma tan cruel y tan injusta de pobreza y de vejez.

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