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EL ESTILITA

Política socialista

El Gobierno ha recordado que la ruta más segura para entrar en el país es la terrestre

Hospital de campaña para atender a los migrantes del Aquarius EFE
Javier Tafur

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Para que los migrantes no se confundan y no se dediquen a jugarse la vida en esos mares de Dios , Grande-Marlaska les ha recordado que el camino más corto y sencillo para entrar en la acogedora España es saltando la valla de Ceuta y Melilla , a la que se le van a quitar las incómodas concertinas para facilitar el tránsito. Probablemente se le disminuya también la altura, ya sea por caídas o por mareos. Le ha faltado ofrecer, junto a la manta y el consomé, el estatuto de refugiado «urbi et orbe», para todo el que llegue por la ruta terrestre magrebí, que es la más segura, la más tradicional, la más civilizada y la que nos trajo a los Omeyas. Supongo que la cosa, al cabo, pudiera ser gestionada mejor por un patronato de turismo que por el Ministerio del Interior . La Junta de Andalucía lo asumiría encantada. Hay que estar a la que salta porque no vamos a tener siempre un crucero transmediterráneo que echarnos a puerto.

Por lo pronto, el Aquarius está llegando como si fuera la Virgen del Carmen . Y eso que los náufragos no los trae el barquito de Médicos sin Fronteras, sino los buques de guerra de los pérfidos romanos, que son los malos de esta película berlanguiana a la que le espero un adecuado final de charanga y pandereta. Ahora se han ofrecido hasta los franceses, después de haber costeado su Córcega indómita y despreciado el rumbo natural a Marsella, para quedarse con algún negrito, aunque sea para enviarlo a la legión extranjera. Pero de esto se trata. De manifestar que Europa es solidaria más allá de que a cada cual se la sople el vecino. En la Moncloa, previendo con buen juicio que el evento se les fuera de las manos, han considerado oportuno que los políticos se queden en la trastienda valenciana, mientras una nube de voluntarios, a pie de playa, recibe a los migrantes y les explica las delicias de la civilización occidental y la mala conciencia de la misma. Caben a tres voluntarios, casi cuatro, por náufrago. Uno le ausculta, otro le da un bocadillo de jamón y el tercero le pone una camiseta limpia de la selección española de fútbol. El cuarto puede cantarle el himno nacional por Marta Sánchéz , aunque tal alegría no haya sido aprobada por la señora vicepresidenta, que es muy suya y muy federalista.

Lo siento por ella. Porque se lo que le hubiera gustado sentirse Cleopatra entre los africanos. Lo mismo pienso de Ximo Puig , al que me imagino, como Moisés , mirando al oriente con los brazos alzados y abriendo las aguas del mar proceloso.

Pero es lo que hay. La historia se escribe para que luzca el protagonista, no los secundarios. El Ayuntamiento cordobés, no obstante, ha hecho lo que ha podido. Como si fuera rico. Con tres de los quince barrios más pobres del país, ha dicho aquí estoy yo para recibir lo que me echen. Que vengan a mi los pobres, que los conozco. Ambrosio ha dado la medida de la nadería socialista. Lo explica muy bien Hurtado : «No hemos retirado enmiendas, hemos decidido no presentar ninguna». Quien entienda la diferencia encontrará el dudoso margen en el que quiere moverse el PSOE.

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