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El Norte del Sur

Generación Morilla

El anciano cuyo cuerpo sin vida apareció ayer es un símbolo de la generación a la que más fuerte golpea el coronavirus

Un cartel con el aviso de la desaparición, en Cruz Conde el pasado agosto MIGUEL ÁNGEL
Rafael Aguilar

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«NO hable todavía en pasado de mi padre, por favor. Lo último que queremos perder es la esperanza». El reproche me lo hizo la hija de José Morilla en la conversación telefónica que mantuvimos cuando, cerca de la medianoche del pasado 21 de agosto , llamó al periódico para dar el aviso de que llevaban desde esa mañana sin noticias del anciano, y después de que le preguntara: «Cómo dijo usted que se llamaba su padre». «Disculpe si la he molestado, si he usado el pasado es porque me refería a los apellidos y a los datos personales que citó en cuanto descolgué hace unos minutos, y de los que no pude tomar nota en ese momento. Claro que sí, tengan esperanza. Aquí nos tienen para lo que necesiten», precisé.

Vinieron después, desde el día siguiente a que saltara la noticia de la desaparición , esforzadas batidas de los cuerpos de seguridad por media Córdoba y en las que colaboraron decenas, cientos de ciudadanos. No quedó un callejón ni un parque ni una zona verde de la capital, sobre todo de las inmediaciones de Colón donde vivía el hombre, sin rastrear por los agentes o por los voluntarios, que miraron hasta en las áreas comunitarias de las urbanizaciones del Vial , del Centro o de Las Ollerías . «José está vivo, solo necesitamos un poco de suerte», comentaron un par de jóvenes a comienzos de septiembre cuando les abrí la cancela del patio interior de mi casa.

El octogenario cuyo cuerpo sin vida hallaron ayer unos niños junto a unas naves del polígono de Chinales se ha convertido en estos dos últimos meses en un símbolo de la generación a la que más fuerte ha golpeado el coronavirus : los investigadores del caso sostuvieron desde el principio de su trabajo que si el vecino se desorientó fue en parte porque durante el confinamiento apenas salió de su casa. La cámara de seguridad de una sucursal de seguros de Cronista Salcedo Hierro registró a Morilla caminando sin rumbo a las 13.15 horas del día en el que se le perdió la pista: la foto es la viva imagen de un hombre que va hacia ninguna parte y que a cada paso pierde la esperanza a la que trató de aferrarse su familia.

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