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CRÓNICAS DE PEGOLAND

Tanto facha

Ya no hay tibios, centristas, gente que duda. Solo fascistas

Banderas españolas colgadas en balcones ARCHIVO
Rafael Ruiz

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Lo confieso. He llegado tarde al trabajo porque he estado esquivando fachas toda la mañana. Estaba la calle de bote en bote de ultras de los de bigotito sobre el labio superior. Era toda una marabunta de franquistas que se ponen muy pesados en la cola del pan, en la pescadería, cuando vas a pagar en el Piedra. La cantidad de tipos de extrema derecha ha crecido tan exponencialmente en apenas unos meses que ya no quedan tibios , gente que duda, personas dispuestas a escuchar otros argumentos distintos a los propios, aquellos que simplemente tienen otra opinión. Todos ellos han sido incluidos , creo que a su pesar, en el grupo de los fachas. Yo mismo me he dejado barba este verano, viéndolas venir, para que a primera vista no me cuelguen el sambenito, que los pelos siempre fueron buenos compañeros de la progresía.

No se puede tener una conversación, digital o de las otras, sin que antes o después alguien te afee la condición de facha. «Verá usted, es que me la pela lo que hagan con la momia de Franco y váyase a darle la turra a otro», podría ser un argumento para estos tiempos. La respuesta: «Claro, como eres un facha» . Ya no hay partidos y personas de izquierdas, centro y derecha. Lo que hay son normales y fachas. Normales, eso sí, a los que estos ojos han visto apoyar el terrorismo de Estado en la puerta de la cárcel de Guadalajara hace no tanto tiempo. O defender vivamente a tiranos que no llevan cuarenta años muertos. Dictadores en ejercicio , de los que fallecen, como Franco, en la cama. Es curioso el demócrata posmoderno y sus contradicciones.

Disculpen los no-fachas. Me hablan de un país oprimido, nacional-católico e irrespirable y, oigan, no lo reconozco como el mío. Con todos sus defectos, este es un país occidental , democrático, con lazos en las principales organizaciones internacionales, que dispone de una economía mejorable pero avanzada y algunas buenas cabezas. La Transición , con todos sus problemas, fue un enorme ejercicio de diálogo social entre distintos pareceres para ser otra cosa. Aquellos que la hicieron, en unas condiciones extremandamente complicadas , realizaron la titánica tarea de trazar un camino común para los que no se soportaban, incluir a los excluidos, permitir la libre circulación de ideas y organizar periódicas elecciones libres para designar a los que gobiernan las instituciones. Vista nuestra historia de espadones y golpes de estado , un auténtico milagro.

Hasta antier, fachas quedaban cuatro , convertidos en frikis de la historia. Arrinconados en su nostalgia de un tiempo que no va a volver. Ahora es franquista todo el PP , la mayor parte de Ciudadanos y no pocos mediopensionistas que votan lo que les parece oportuno. El que cuelga una bandera en el balcón, facha. Quien considera que la inmigración ha de ser un proceso regulado, facha. Quien tiene creencias religiosas , facha también. Quien no compra el primer crecepelo ideológico, un facha de campeonato. Quien considera que las naciones son más fuertes cuando no se dividen en fracciones, peligro, ese es de los peores.

Haciendo números, muchos millones de españoles que tienen una opinión distinta a la del Gobierno y quienes lo apoyan. Una masa de fachas y genocidas tal que se han devaluado ambas palabras. Agrandando además esa enorme grieta social que impide mantener una conversación adulta, escuchar otros argumentos y pensar, acaso, que pueden llevar parte de razón.

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