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Tribuna libre

Córdoba | «La nueva PAC en su recta final»

Los desafíos son el relevo generacional, la digitalización, la eficiencia energética, la vertebración económica y la investigación

Temporeros del ajo este pasado mayo en Montalbán Álvaro Carmona

Eduardo Moyano/Tomás García

Aprobados los tres proyectos de reglamento por el Consejo (de Ministros de Agricultura) y el Parlamento Europeo, la nueva PAC entra en su fase final. Los cambios introducidos por estos dos organismos tendrán que ser negociados con la Comisión Europea en los llamados «trílogos», hasta llegar a un acuerdo que satisfaga a las tres instituciones comunitarias. Se prevé que los reglamentos definitivos estén listos para el primer trimestre del próximo año 2021.

Finalizará así un largo y complejo proceso de reforma de la PAC , dificultado esta vez por desarrollarse entre dos legislaturas, en medio de la pandemia y con la salida ya definitiva del Reino Unido (que supone una merma importante del presupuesto común europeo). Por eso, es una buena noticia que haya una nueva PAC , con un presupuesto de más de 350.000 millones de euros para siete años (cerca de 50.000 millones para España , a razón de 7.000 anuales).

Gracias a la red de seguridad que representa la «ayuda directa a la renta» (ya garantizada) y que, en muchos casos, supone más de un tercio de sus ingresos, los agricultores pueden afrontar con menos riesgo que otros empresarios la volatilidad de los precios y la baja rentabilidad de sus explotaciones. Pocos sectores económicos, por no decir ninguno, disponen, como el agrario , de una política que, para los próximos años, garantiza a los productores un importante volumen de ayudas a la renta y un conjunto de incentivos para la realización de proyectos de innovación en sus explotaciones.

Dos novedades

La nueva PAC presenta dos grandes novedades. Una de ellas es de carácter metodológico y de procedimiento, y se plasma en los «planes estratégicos nacionales», a razón de uno por país. En esos Planes, el gobierno de cada Estado debe hacer un diagnóstico sobre la realidad de su agricultura y, en base a él, establecer prioridades y fijar las acciones que estime más pertinentes, en sintonía siempre con objetivos comunes a toda la UE.

Es importante señalar que, en el caso de España , no estamos hablando de 17 planes regionales, sino de un solo Plan Estratégico Nacional, que está ya elaborando el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con la participación de las consejerías de las Comunidades Autónomas y de los representantes del sector.

El Plan Estratégico Nacional es una gran oportunidad para definir por primera vez en nuestro país una política agraria con sentido de Estado, combinando programas horizontales (por ejemplo, de instalación de jóvenes para frenar el envejecimiento de la población agraria e impulsar el relevo generacional, un problema común a todas las autonomías) y programas sectoriales (dirigidos a los subsectores más necesitados de la intervención pública, como el olivar tradicional).

«El gobierno de cada Estado debe establecer prioridades y fijar las acciones que estime pertinentes»

La segunda novedad de la nueva PAC es de orientación, encarnada en la apuesta por un modelo de agricultura que, sin perder su competitividad, sea más respetuoso con el medio ambiente y contribuya a la lucha contra los efectos del cambio climático (ya visibles en forma de sequías prolongadas y lluvias torrenciales). Una agricultura que contribuya también a la transición ecológica (reducción de emisiones de CO2) a la que obligan los acuerdos internacionales sobre el clima firmados por la UE.

Esa apuesta se plasma en la figura de los «ecoesquemas», un programa al que pueden acogerse de forma voluntaria los agricultores que deseen complementar la ya citada «ayuda directa a la renta» con otra ayuda asociada al desarrollo de acciones dirigidas a la transición ecológica . Pensemos, por ejemplo, en el laboreo mínimo para luchar contra la erosión; la agricultura integrada para un uso más racional de los tratamientos fitosanitarios; las tecnologías de precisión para una mejor utilización de los recursos naturales (como el agua); los modelos extensivos de ganadería para reducir la dependencia exterior del maíz y soja… Con el programa de los «ecoesquemas», los agricultores que se acojan a él podrán ver aumentada hasta en un 30 por ciento la ayuda directa a la renta.

Empleo compensatorio

Todo ello se acompaña de una mejor definición del perfil de beneficiario de las ayudas de la PAC , dado que no hay recursos para todos y debe priorizarse. Lo que pretende la mueva PAC es concentrar las ayudas en los productores que tengan una vinculación real y directa con la agricultura. En esa misma línea, se fija en 100.000 euros la cantidad máxima de ayudas a percibir por un solo beneficiario («capping»), incluyendo como factor de compensación el empleo.

Además, y con objeto de reducir las diferencias entre beneficiarios y promover la convergencia, se pretende reestructurar las actuales 50 regiones agrícolas disminuyendo su número. Y todo ello acompañado de la supresión gradual de los llamados «derechos históricos», para así favorecer el acceso de nuevos agricultores a la PAC , especialmente los jóvenes que se instalan por primera vez en el sector.

En definitiva, estamos ante una nueva PAC que seguirá siendo en los próximos siete años una importante red de seguridad para los agricultores. Ofrece también la oportunidad de definir en España una política agraria con sentido de Estado, una política que afronte los grandes desafíos de nuestra agricultura: el relevo generacional, la digitalización, la eficiencia energética, la vertebración económica, la investigación y transferencia, o la mejora de la cadena alimentaria.

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