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REPORTAJE

Vecinos de Córdoba sobre los cambios de nombre de las calles: «Quieren vengarse del pasado»

Un recorrido por los barrios con variaciones en el nomenclator: priman la sorpresa y el escepticismo acerca la implantación popular de las modificaciones

Una mujer pasea por la plaza que ya se llama Derechos Humanos VALERIO MERINO

Rafael A. Aguilar

EL café de la mañana tiene cierto regusto amargo en el centro comercial El Zoco. A unos pocos pasos se encuentra una de las avenidas que va a perder su nombre: Periodista Quesada Chacón. «Ahora le vamos a tener que llamar como a ellos les da la gana: a ver, niño, coge el periódico, para que nos enteremos de cómo hay que decirle desde ya». El parroquiano, vecino del cercano barrio de los Olivos Borrachos, no da crédito a lo que lee. «Lo han puesto mal: aquí pone ‘avenida de La Letro’, y será de la ‘Electromecánicas’», resume en la barra, en torno a la que se enciende una charla que más que un intercambio razonado de puntos de vista es una discusión en la que por momentos hay quien pierde los nervios.

«Pero vamos a ver: resulta que estos del Ayuntamiento no saben ni escribir», expone José María Requena, que hace a diario, y a primera hora, el camino que separa su casa de una planta de al lado de las vías hasta la gran superficie para echar una tertulia con los abuelos de los compañeros de colegio de sus nietos. «La Letro es como le decían los trabajadores del pueblo, porque los ingenieros se ponían muy finos siempre: se referían a la empresa con los nombres y apellidos de la sociedad del momento, porque la cosa iba cambiando con el tiempo. A mí me da que Quesada Chacón tampoco fue un asesino como para quitarlo del callejero así a las primeras de cambio. Nos estamos volviendo locos», defiende Requena, que encuentra opositores a sus argumentos.

«En Huerta de la Reina nos hemos librado?»

«Mira, aquí todos te decimos Josemari pero tu señora te habla por Jose María: qué más dará. La Letro o Electromecánicas: lo importante es que las generaciones de cordobeses que se han ganado la vida en esa fábrica se sientan reconocidos, honrados con el cartel que van a poner. O sustituir», tercia Manuel, un extrabajador de la Renfe de Huerta de la Reina que celebra que en su vecindario no haya habido bailes en el nomenclator. «A nosotros no nos han tocado: nos hemos librado», bromea.

Viandantes en la hasta ahora callr José Cruz Conde VALERIO MERINO

No pueden decir lo mismo  quienes tienen su casa en Ciudad Jardín: la denominación de Joaquín López Huici junto al Parque Juan Carlos I es ya historia. «Hombre, que un falangista involucrado en hechos de armas siguiera ahí era una ofensa. El Ayuntamiento ha hecho lo que tenía que hacer. Le aplaudo». Lo dice Juan Miguel Torres, un titulado en Derecho que pasea a su mascota en un descanso de su maratoniana jornada como opositor a judicatura. «Creo que no hay que dramatizar: lo sensato es lo que ha ocurrido. Hay cosas del pasado que no merece la pena que sean recordadas», añade.

«Lo sensato es lo que ha ocurrido: hay cosas del pasado que no merece la pena ser recordadas»

Tres pensionistas que apuran sus tostadas en la terraza del restaurante del Rectorado disienten del joven: «Que sí, que el tal López Huici tomó parte en la Guerra. Y quién no en su época. Mi padre, que en paz descanse, me dijo hasta sus últimos días que a las personas había que juzgarlas según el tiempo en el que habían vivido, y que en el suyo, que fue el de los tiros y el del miedo, o estabas con unos o estabas con otros. Esta venganza del pasado no hay por dónde cogerla», apunta Ignacio Valdez. Sus dos compadres asienten. «Ahí le has dado, socio: yo voy a misa con lo de tu padre», comentan.

«Estamos exagerando todo un poco»

Allí, en Cañero caen tres calles además de la plaza, que pasa a ser de los Derechos Humanos: Joaquín Benjumea, Periodista Aguilera y Poeta Antonio Arévalo. Rosa Carbonell, que regenta un negocio de servicios en el vecindario, añadiría una más. «Creo que estamos exagerando un poco todo esto: puestos a llevar las cosas al extremo podríamos quitarle el nombre a la calle Pablo Ruiz Picasso. ¿O es que él no tomó parte en la Guerra Civil? ¿O es que no se decantó por un bando? Ah, no, pero la lupa la ponemos en unos, en otros no. Qué causalidad que todos sean del mismo color», suscribe.

El autobús que va al Centro desde Derechos Humanos —que, por cierto, ya aparece como tal en el servicio de Google Maps — es el 7. «Lo del Foro Romano me lo paso por el forro, y perdóneme la expresión. No he visto gente tan incompetente en muchos años: a ver a quién le molestaba el nombre de Cruz Conde», se enerva José María Robledo, empleado de banca. «Y de la avenida del Flamenco mejor ni hablamos. Se ve que a estos señores del Ayuntamiento también les molestaba el nombre de Vallellano. A ver si ellos llegan tan lejos como él», se extiende.

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