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Cultura

Ismael de la Serna, el Picasso de Guadix

El pintor granadino sigue siendo el gran olvidado de la vanguardista Escuela de París, donde destacó y cayó en desgracia por una infidelidad amorosa que lo relegó al ostracismo en el que permanece

De la Serna ilustró el primer libro de su amigo Federico García Lorca, con el que acabaría distanciándose, celoso por su relación con Emilia Llanos, conformando un triángulo pasional imposible

El pintor granadino Ismael González de la Serna, en París (1923). Archivo Herrero Grau

Leo Rama

Nació en Guadix ( Granada ) el 4 de junio de 1895, y no el 6 de junio de 1898, como él mismo sostuvo. La impostura, el sentido del humor y la extravagancia eran constantes en su vida, llena de incógnitas y bailes de fechas. Ante todo, Ismael González de la Serna fue un «bon vivant». Fumador de pipa, calzaba muselinas, portaba bastón, sombrero y vestía atrevidos trajes con los que paseaba a sus perros, unos terrier propios del lujo del que se rodeó. Tras unos duros comienzos en Francia, donde se instaló en 1921 en el barrio de Montparnasse, amasó una fortuna en poco tiempo. Reconocido por el omnipresente Picasso como el pintor más aventajado de la Escuela de París , al final quedó relegado al ostracismo en el que permanece en la actualidad.

De la Serna, en París. Archivo Herrero Grau
Ismael González de la Serna, con uno de sus perros.

Sin descendencia, su rastro se pierde en un puñado de biografías que en esencia beben de una única referencia de Cesáreo Rodríguez-Aguilera, de 1977. Erráticamente, se ha dicho que era primo del escritor Ramón González de la Serna , aunque no hay constancia de este extremo. Casi no existe literatura científica sobre su dispersa obra y la práctica totalidad de sus piezas circula por pocas pero importantes manos privadas, después de que su viuda, ya fallecida, vendiera buena parte de ellas. Además de algunas obras localizadas en Granada y varios centros europeos de primer orden, la mayor colección es la del Museo Reina Sofía de Madrid , que dispone de siete cuadros y catorce dibujos; ninguno de ellos en exposición en este momento, pese a los múltiples espacios con los que cuentan sus contemporáneos: Juan Gris , Joan Miró , Manuel Ángeles Ortiz o Francisco Bores .

Bodegón de De la Serna, de su primera época en París, que se encuentra en la colección privada de la Casa Ajsaris de Granada. L.R.
Autorretrato de De la Serna, de sus comienzos.

Contemplar un De la Serna no es fácil . Pocos espacios, como la Casa Museo Ajsaris, en Granada, custodian obras suyas. Los expertos en arte no dudan en reconocer la calidad de su producción, con aires autodidactas, puesto que carecía de estudios superiores. En Granada, estudió en la Escuela de Artes y Oficios. Hizo lo propio en Madrid, donde comienza a afincarse en 1917 , en la Real Academia de Bellas Artes San Fernando. Empero nunca se caracterizó por el academicismo. Significativamente, en sus cartas son habituales las faltas ortográficas. «No fue un gran estudiante» , señala a ABC el investigador David Luquero , que en este momento trabaja en su tesis acerca del pintor accitano, que será el primer trabajo riguroso sobre su vida y su obra.

Una vanguardia propia

La Guerra, de 1943.

Impresionismo, expresionismo, cubismo, surrealismo... Ismael de la Serna pasó por todos los «ismos» sin detenerse en ninguno . Mientras, fue desarrollando un estilo propio en el que destacan su afán por las texturas y un extraordinario dominio de la luz y los colores , adeudado a los diversos materiales que empleaba, más variados que sus temáticas. Retratos de mujeres, paisajes urbanos, escenas bélicos, personajes fantasmagóricos, canes y motivos vegetales se repiten a lo largo de una obra vanguardista repleta de bodegones, a menudo con instrumentos y partituras musicales o frutas —de su tierra— como la granada, el chumbo o el membrillo.

Arlequín y su perro, de 1955, perteneciente a una colección particular.

Bodegón de Ismael de la Serna, perteneciente a la colección del Museo Reina Sofía.
Bodegón con «Mata Ratas».

Con los años, los coloridos bodegones fueron dejando espacio al alcohol y al póker, con mensajes crípticos: «No hay derecho a aguantar tantísimo hijo de puta. […] Haz que mi suerte cambie, cabronazo» , pinta en uno de los peores momentos de un vida tragicómica a la que continuamente guiñó en su obra, pretendidamente biográfica. Ya desde sus inicios, tuvo presente a Guadix , si bien su lugar de nacimiento fue circunstancial, debido a que su padre, ingeniero de la Diputación, tuvo que residir allí por motivos laborales durante sólo medio año, tras lo que la familia regresa a Granada. En la capital andaluza permanece hasta 1917. No obstante, nunca olvidaría su tierra: «Granada es para mí una obsesión...» .

El pintor Prieto Coussent calificó a Ismael de la Serna como «el Picasso granadino»; más bien, fue el Picasso accitano, pues tuvo su origen siempre presente

Casa natal de Ismael de la Serna en Guadix.

El pintor gallego Benito Prieto Coussent, miembro de la Academia de Bellas Artes de Granada, dijo sobre él que era «el Picasso granadino» . Más bien, fue el Picasso accitano. Dedicó a Guadix dibujos ya en su primera exposición en Granada, en 1918. Pero la única referencia de la que se tiene constancia es un cuadro atribuido a su casa natal —con el trazo propio de la década de los 30—, que se cree desaparecida, como señala una investigación del Centro de Estudios Pedro Suárez , aunque la arquitectura del inmueble se corresponde —de acuerdo con fuentes técnicas municipales— con las construcciones del barrio de San Miguel. Allí, en la iglesia de San Miguel, fue bautizado con el nombre de Ismael Torcuato , como el santo patrón de Guadix, que le acompañaría siempre.

Triángulo de amor

Portada del primer libro de Lorca.

Otro de los hitos que marcaron su vida fue la amistad con Federico García Lorca , para quien ilustró su primer poemario, «Impresiones y Paisajes» (1918). En la anquilosada Granada de aquellos días, de la que ambos escaparon hacia el final de la década, Lorca y De la Serna frecuentaban la tertulia de El Rinconcillo , en el café Alameda, lo que es hoy el restaurante Chikito. Entre sus miembros destacaban el hermano de Lorca, Francisco, el maestro Manuel de Falla , Hermenegildo Lanz , Francisco de los Ríos o el pintor Manuel Ángeles Ortiz , con quien De la Serna coincidiría más tarde en París y que sería prácticamente el único que siguió apoyándole tras su caída en desgracia.

La amistad de Lorca y De la Serna comenzó a enrarecerse después de que el pintor presentara al poeta a Emilia Llanos

Para comprender el desastre vital del pintor a finales de la década de los 20, es necesario remitirse a la poca correspondencia conocida del pintor. Aunque en paradero desconocido, algunas copias de los sus manuscritos han sido publicadas por la escritora Lola Manjón en su libro «Emilia Llanos. Una mujer en la vida de García Lorca» , donde se recogen las cartas que Ismael de la Serna envió a quien se considera el primer amor del poeta de Fuentevaqueros . Llanos, una persona diez años mayor que ellos, culta e indiscutiblemente atractiva, fue presentada por De la Serna a Lorca en 1918. Desde entonces, ejerció de musa de los dos jóvenes artistas. Era la mujer que miraba «los chopos encendidos y las lejanías desmayadas», escribió Lorca, que le dedicó el poema de «las Manuelas», junto a Emilia Aragón y Emilia Dávila, que conformaban un trío femenino afín a El Rinconcillo. Y De la Serna se inspiró en Llanos para pintar sus mujeres granadinas , para lo que expresamente le pedía fotografías desde Francia.

Emilia Llanos, fotografiada por Pelai Mas, en 1924. Institut Amatller d'Art Hispànic
Mujeres granadinas, de De la Serna, inspiradas en Emilia Llanos.

«Creo que hubo algo entre De la Serna y Llanos antes de que ella conociera Federico» , sostiene Lola Manjón: «Pero Llanos se enamora perdidamente de Federico» hasta el final de su vida. De las cartas se desprende que esa amistad, aparentemente inocente, fue desembocando en una triangulación amorosa en la que surgieron celos y recelos por parte de De la Serna, que no oculta su preocupación por «otros». Cuando Lorca y el pintor se reencuentran en Madrid, en 1920, remiten conjuntamente una carta a Llanos desde la Residencia de Estudiantes de Madrid. La misiva en cuestión —se puede leer íntegramente aquí — se custodia en la Casa de los Tiros de Granada. En la misma, el pintor comienza implorándole «perdón, perdón, perdón» por el tiempo de ausencia: «Seguramente no crea que uno de los motivos de no haberle escrito ha sido el mucho pensar en usted».

Primera página de la carta conjunta de De la Serna y Lorca a Emilia Llanos. Archivo Museo Casa de los Tiros de Granada

«El arte de vivir es el saber mentir », le dice antes de mostrarse como un galán con éxito entre distintas mujeres. Curiosamente, Lorca vuelve a escribir a Llanos, esta vez en solitario, sólo tres días después de la misiva. Las sospechas por parte de ambos les distanciarion y por eso De la Serna decidió años más tarde incluir a Lorca en una lista de personas de Granada que habían dejado de escribirle , según afirmó en otra carta a Llanos, con la que mantuvo correspondencia hasta 1933. Justo después de que el pintor realizara su última visita a España con motivo de una fatídica exposición en el Centro Artístico y Literario de Granada , del que De la Serna era socio, y que fue posible gracias a la ayuda de Emilia Llanos y Fernando Vílchez, otro amigo de El Rinconcillo.

Presentación de la fatídica muestra de Ismael de la Serna en el Centro Artístico y Literario de Granada, en 1933.

La caída

Ismael de la Serna, con su madre y su hermana, en París, en 1928. Archivo Herrero Grau

El crack bursátil del 29 causó estragos en el efervescente mercado de arte francés . Ismael de la Serna estaba falto de dinero. Había quedado joven huérfano de padre y además tenía a su cargo a su madre y su hermana. El pintor estaba dispuesto a rebajar sus obras de 50.000 a 1.000 pesetas . Finalmente, vendió un único cuadro por 2.000 pesetas , como le dijo a Llanos en la última carta de un epistolario que conservó en una caja con flores violetas, y en el que curiosamente nunca hablan de García Lorca. Aquel último viaje en coche a Granada, en el que irremediablemente pasó por Guadix , y en el que tal vez aprovechara para revisitar y pintar la indeterminada casa natal, lo hizo en compañía de la mujer que determinaría el curso de su vida: Suzanne Putois , a quien había conocido en el mejor momento de su carrera.

Suzanne Putois, esposa del pintor.

Años antes, Putois había sido la pareja de un importante crítico de arte, el griego Christian Zervos , un auténtico portento académico que editó algunas de las revistas más importantes de su tiempo. Entre ellas, Cahiers D’Art en la que trabajaba Suzanne y la cual usó Zervos para aupar a De la Serna hasta que, en 1927, descubrió la infidelidad que hizo al pintor caer en desgracia. «Se le retuercen los cuernos y me quiere matar» , le explica el granadino a Emilia Llanos en otra de sus misivas, en la que sostiene que Zervos le había dejado a deber la nada discreta suma de 70.000 pesetas de la época. Por otro lado, Zervos relató lo sucedido por carta al maestro Falla. «Es cómico y nada más; aparte de esto, la vida es bella y tiene siempre una aureola...» , cuenta De la Serna a Llanos, sin ser consciente de que aquel incidente lo convertiría en un apestado.

De la Serna fue perseguido por Zervos, que llegó a suprimir sus dibujos en una antología de Góngora para sustituirlos por unas ilustraciones de Picasso

Zervos trató de vengarse. Un ejemplo de la persecución a la que Ismael González de la Serna se vio sometido es lo ocurrido con una antología de sonetos de Luis de Góngora, publicada por Cahiers D'Art, que fue ilustrada con una veintena de trabajos del pintor. La reedición del libro en la década de los 40 borró las huellas del granadino, que fue sustituido por Pablo Picasso . Y el contexto económico tampoco le era propicio. París había dejado de ser el centro mundial de la pintura de vanguardias. «El mercado de arte fue desplazándose a Nueva York y De la Serna no recuperó la posición que tuvo en los años 20» , incide el investigador David Luquero.

Ismael de la Serna, junto al anarquista Ramón Acín, en 1926. Archivo Fundación Acín

Apartado de los círculos artísticos de París y evitado en Granada, Ismael de la Serna ya nunca regresó a España . No fue un artista exiliado, pero sí un artista en el exilio. A pesar de que rehuía de cualquier adscripción, mantuvo el vínculo con declarados izquierdistas en el exilio, como José Mora Guarnido o el anarquista Ramón Acín , y tampoco renunció a su amistad con los granadinos Fernando Vílchez y Hermenegildo Lanz , quien por su condición de socialista probablemente destruyera la correspondencia con el pintor accitano para no tener problemas en Granada durante la dictadura. Finalmente, Ismael la Serna murió en la capital francesa el 30 de noviembre de 1968, tras varias décadas alejado del tumulto en las que se dedicó a impartir clases de pintura, participando en contadas exposición, sin dejar nunca de trabajar en una obra propia que hoy día cotiza al alza, contra todo malditismo.

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