Cada gota cuenta para la fresa y los berries de Huelva
Contra los tópicos de derroche de agua, los agricultores onubenses utilizan dispositivos tecnológicos y análisis de datos para aprovechar y gestionar bien cada aporte hídrico
Monedero y Garzón, vinculados a los líderes del boicot a la fresa de Andalucía

En las explotaciones dedicadas al cultivo de frutos rojos en la provincia de Huelva, cada gota cuenta. Estos días en los que ha vuelto a ser polémica la utilización del agua por parte de los agricultores, y su influencia en el entorno de Doñana, desde el sector han querido ser firmes: hay pocos cultivos en los que se aproveche tanto, y tan bien, el escaso agua del que disponen.
La llegada del regadío al campo onubense, que se generalizó en los años 2.000, sustituyó los tradicionales pozos y acequias por otro tipo de instalaciones mucho más modernas que no han dejado, además, de avanzar en estas últimas campañas. De esta forma, los sistemas de bombeo, las cintas de riego y modernos equipamientos que combinan, directamente, el agua y los fertilizantes, para llevar a cabo la fertirrigación, llegaron a las fincas andaluzas para quedarse. Todo esto, unido a las tecnologías de medición para controlar las dosis necesarias con sensores y sondas, permiten que los agricultores puedan controlar el aporte de agua directamente desde su teléfono.
De hecho, las fresas, y berries como el arándano o las moras, se riegan los minutos exactos, y con la cantidad de agua medida, para que crezcan correctamente. Por norma general, se cultivan en macrotúneles de 6 a 7 metros de ancho que tienen un sistema de riego localizado y muy controlado.
Además, desde su creación, en 2020, se ha extendido el uso de 'Riego Berry', una aplicación móvil desarrollada por el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía), que permite programar el riego de los cultivos de frutos rojos (fresa, frambuesa y arándano) en la provincia de Huelva, teniendo en cuenta el balance de agua en el suelo y la monitorización del estado de suelo, planta y atmósfera.
La APP, basada en más de una década de trabajos experimentales, toma como base las condiciones meteorológicas (si está nublado, por ejemplo, se necesita menos riego ese día) para establecer la radiación solar y la transpiración del suelo y, a partir de ahí, las necesidades de agua del cultivo según su crecimiento.
Con todo ello, según detallan desde el IFAPA, arroja una dosis de riego «orientada a obtener la máxima producción optimizando al máximo el consumo de agua, de forma que el cultivo no sufra en ningún momento estrés hídrico».
La aplicación de este método, directo al móvil de los agricultores, ha hecho que se ahorre hasta un 40% de agua en fincas de la provincia de Huelva en las últimas campañas.
Además, el sector de los frutos rojos se caracteriza por invertir en innovación de manera continua, siendo el agua una de las materias en las que se centran, obligados también por la pertinaz sequía.
La Comunidad de Regantes de Palos de la Frontera, una de las más importantes de la zona, ha llevado a cabo, durante esta campaña y la anterior, un proyecto pionero para ahorrar agua en las 25 parcelas donde se ha detectado mayor uso.
En concreto, utilizan la denominada 'Agricultura 4.0': sensores IoT, con conexión a internet, que envían directamente a la la nube datos del suelo, cultivo, meteorología y estado de la red de riego en tiempo real. En ese punto, sistemas de Big Data e Inteligencia artificial transforman la información en datos concretos que le indican al agricultor cuándo y cuánto debe regar sin que el cultivo pierda rendimiento.
Según la empresa que colabora con los regantes, AgroAir Technology, se ha comprobado que el uso de estas nuevas tecnologías puede hacer ahorrar al agricultor alrededor de 1.200 euros por hectárea.
Riego a demanda
Por otra parte, el proyecto 'Life4Doñana', que terminará en 2024 y está financiado por la Unión Europea, ha llevado el aporte de agua a otra dimensión, y es que asesoran a fincas onubenses donde el riego por goteo ya no lo activa el agricultor, sino que se hace a demanda: un sistema de sensores monitoriza, automatiza y, finalmente, activa, el aporte de agua y fertilizantes que necesita la planta.
Según los impulsores de la iniciativa, en la que participan 42 explotaciones, permitirá reducir el uso del agua un 20%, a su vez que también baja la dosis necesaria de fertilizantes un 10% y mejora la productividad
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